La revolución barroca de los últimos 40 años
La revolución barroca de los últimos 40 años
Concierto Philippe Jaroussky. Auditorio El Baluarte de Pamplona. 13 Noviembre 2017
Cuando entraba en el Baluarte para asistir al concierto de Philippe Jaroussky, me vino a la mente lo mucho que ha cambiado el mundo de la ópera en los últimos 40 años. Efectivamente, entonces un concierto de este tipo habría sido impensable. De hecho, casi se puede decir que entonces la cuerda de contratenor era una cosa prácticamente desconocida.
Muchos de mis amigos saben que mi vocación operística es un tanto tardía y recuerdo que sería a finales de los años 70 cuando tuve oportunidad de ver mi primera ópera de Haendel, que no era otra que Giulio Cesare in Egitto. Tuvo lugar en Londres y en aquella famosa producción en la que Janet Baker interpretaba el personaje de Julio César.
En aquella representación la parte de Ptolomeo la cantaba el contratenor James Bowman y yo quedé sorprendido al escuchar aquella voz extraña, lo que ocurría por primera vez en mi vida. Julio Cesar era entonces una auténtica rareza y bueno será recalcar que la protagonista era una mezzosoprano, mientras que hoy en día casi siempre lo hace un contratenor. A mayor abundamiento diré que por entonces se puso esta misma ópera en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, siendo Cleopatra Montserrat Caballé, pero el personaje de César no lo cantaba ni una mezzosoprano ni un contratenor, sino un bajo barítono, como lo era Justino Díaz.
En estos 40 años las cosas han cambiado de manera espectacular y lo que entonces era una novedad hoy está a la orden del día. Si entonces un contratenor era una auténtica rareza, hoy tenemos una auténtica pléyade de cantantes en esta cuerda, y algunos de ellos espectaculares, siendo muy habituales las giras de orquestas especializadas que ofrecen óperas barrocas por muchas ciudades europeas.
Como digo más arriba, son muchos los contratenores actuales, pero yo considero que hay un auténtico póquer de grandes figuras en esta extraña cuerda, que ha venido a sustituir a los antiguos castrati. Me estoy refiriendo al americano Bejun Mehta, al croata Max Emmanuel Cencic, al argentino Franco Fagioli y al francés Philippe Jaroussky, que ha sido precisamente el protagonista del concierto que nos ocupa y a quien muchos consideran como el mejor de todos ellos.
No me atrevo a decir que sea Jarousssky el mejor, pero no cabe duda de que se trata de un grandísimo cantante, como hemos tenido ocasión de comprobar una vez más en este concierto, en el que le ha acompañado brillantemente el Ensemble Artaserse, que él mismo fundara hace 15 años.
El concierto ha supuesto un triunfo para el contratenor francés, que ha brillado de manera muy especial en la segunda parte y en sus generosas propinas. Si brillante fue su actuación en las arias de bravura, en las que demostró un dominio apabullante de las agilidades, lo mismo o más se puede decir de las arias de pura expresividad, en las que demostró ser un cantante excepcional, llegando a emocionar al auditorio en algunas de sus intervenciones.
El programa se componía de obras de Haendel en su totalidad y correspondientes a óperas no excesivamente conocidas, alternándose las intervenciones de Jaroussky con las de la orquesta. El mayor brillo correspondió a la segunda parte del concierto, donde el entusiasmo del público apareció. Quizá se pueda considerar que la primera parte del programa ofrecido no ha sido la más adecuada para un público no especialmente habituado a escuchar música barroca.
Tres fueron las propinas que ofreció Jaroussky y en ellas brilló con luz propia. La primera de ellas fue un aria de la ópera Amadigi, donde su actuación fue espectacular, siguiendo un aria de Xerxes, donde hizo una exhibición de agilidades, terminando con la famosa “Ombra mai fu”, también de Xerxes, donde estuvo simplemente magnífico.
El Baluarte ofrecía una entrada de alrededor del 80 % de su aforo. El público se mostró un tanto frió en la primera parte del concierto, terminando la cosa en triunfo indiscutible.
El concierto comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 8 minutos, incluyendo un intermedio y las 3 propinas mencionadas. El precio de la localidad más cara costaba 45 euros, siendo de 21 euros el precio de la más barata. José M. Irurzun
Fotos: I. Zaldúa
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