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Por Publicado el: 21/11/2011Categorías: En la prensa

La Scala abandona la opulencia en una temporada marcada por la crisis

La Scala abandona la opulencia en una temporada marcada por la crisis
IRENE HDEZ. VELASCO ROMA CORRESPONSAL. EL MUNDO 21/11/2011
El teatro milanés apuesta por «reducir al mínimo los privilegios» y anula la reserva de 110 entradas gratis en la inauguración

Opulencia, lujo, pompa, derroche, abrigos de piel, diamantes como pedruscos, coches con chófer… La inauguración de la temporada lírica en La Scala de Milán -el 7 de diciembre, día de San Ambrosio- ha sido siempre un símbolo mundial del boato más desenfrenado. Pero este año no: en nombre de la santa crisis, hasta La Scala ha decidido apostar por la sobriedad.

En medio de los recortes, las medidas de austeridad y la necesidad de apretarse el cinturón que están marcando el fin de la era berlusconiana, la Scala también ha decidido que basta ya de excesos. El mérito corresponde en gran medida al nuevo alcalde de Milán, Giuliano Pisapia, quien con sus victoria en las elecciones municipales de abril pasado dio la primera gran puñalada a Il Cavaliere al arrebatarle el Ayuntamiento de su ciudad natal y centro neurálgico de su poder, donde gobernaba desde 1994.

El Ayuntamiento de Milán, que todos los años se reservaba 110 entradas de la apertura de la temporada de ópera de La Scala para invitar a consejeros, representantes de instituciones, políticos y la flor y nata de la sociedad italiana, ha dicho que se acabó: el que quiera asistir el próximo 7 de diciembre a la representación del Don Giovanni de Mozart -que marcará el estreno de Barenboim como director musical- tendrá que pagarse de su bolsillo los 2.000 euros de vellón que cuesta una butaca. «Queremos reducir al mínimo los privilegios», sentencia Stefano Boeri, consejero de Cultura del Ayuntamiento de Milán.

Sólo dos personas entrarán en el teatro milanés por cortesía del Ayuntamiento de Milán: el alcalde de la ciudad y el propio Stefano Boeri. El resto de entradas, unas 120, han sido puestas a la venta, y con el dinero que se recaude (y que puede llegar a 240.000 euros) el Ayuntamiento pondrá en marcha programas para ayudar a las víctimas de las recientes inundaciones en Italia y a las familias milanesas en dificultades.

Y se acabaron también los fastuosos cenones para cientos y cientos de invitados que La Scala ofrecía coincidiendo con la inauguración de la temporada de ópera… Ágapes como el que en 2006 tuvo lugar tras la puesta en escena de Aida, con el Palacio Real de Milán como escenario, 750 invitados, iluminación a base de velas, fastuosos centros de mesa, 40 cocineros y 120 camareros, han pasado a la historia. Y tampoco se repetirán banquetes como el que en 2008 puso la guinda a la representación del Don Carlo de Verdi y que, con 850 invitados, salió por un ojo de la cara: 350.000 euros. Este año, en lugar de esos excesos, habrá un cóctel sin grandes fastos. Austeridad es la nueva palabra clave.

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