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"Partenope", barroco historicista
Por Publicado el: 18/08/2009Categorías: Crítica

LA SOMBRA DE TAMAYO

LA SOMBRA DE TAMAYO

Homenaje a José Tamayo. Antología. Diversas voces. Coro de la Compañía. Orquesta Antología. Director: José Antonio Irastorza. Dirección escénica: Antonio Ramallo. Teatro Compac Gran Vía. Madrid, 12-8-2009.

Hoy, exceptuando el oficial Teatro de la Zarzuela, las aventuras líricas de este corte son escasas. Subsisten pequeños grupos, no siempre bien subvencionados, que se lanzan al ruedo con mayor o menor fortuna. La esforzada Nieves Fernández de Sevilla está al frente de una de estas compañías. Asociada al músico José Antonio Irastorza ha levantado esta Antología que quiere recordar la memoria de José Tamayo (1920-2003), principal impulsor durante décadas de grandes espectáculos zarzuelísticos, con frecuencia bien apoyados por la administración.
Dista mucho la modesta función que reseñamos de alcanzar similar esplendor; pero es un loable intento, realizado sin práctica ayuda oficial. Ramallo, que fuera ayudante de Tamayo, ha hecho un planteamiento funcional, bien engrasado que, pese a las proyecciones, nos parece escasamente renovador; aunque las luces estén empleadas con fantasía por Alexandro Docarmo, asimismo colaborador del extinto artista. Las coreografías, actualizadas por Mario Lavega, tienen el mismo aroma, pues son de Alberto Lorca. Los magníficos figurines proceden del guardarropa del propio Tamayo. Nos pareció excelente el cuerpo de baile.
Un coro irregular y algo desmedrado y una pequeña pero cumplidora orquesta, dirigida con conocimiento por Irastorza, contribuyeron a dar cierta dignidad al espectáculo, que recorre hasta dieciséis títulos de lo mejor de nuestro repertorio, ensamblados a veces de forma discutible, y en el que intervienen, innecesariamente amplificadas, algunas interesantes voces. Nos quedamos con el timbre penetrante de Carmen Aparicio, la calidez de Rosa Ruiz, el estilo de Azucena Fernández (muy bien su “Tarántula”), el sentido del matiz de Ángel Pazos (en la infrecuente romanza de tenor de “Al dorarse las espigas” de Balaguer), los excelentes reflejos de un todavía hermoso lirismo baritonal de Santos Ariño, la reciedumbre de Antonio Ordóñez y el gracejo de Enrique del Portal, que dijo traviesamente, a sus 77 años, aquello de “Una morena y una rubia”…Arturo Reverter

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