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CRÍTICA: "Rigoletto"
Por Publicado el: 27/07/2013Categorías: Crítica

La Traviata en El Escorial

Festival de El Escorial

A la espera del “Don Carlo”

“Traviata” de Verdi. D. Rancatore, J. Bros, A.  Ódena, M. Zapater, P. Vázquez, A. Casals, F. Latorre, etc. Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. S. Gómez, dirección de escena. P. Rizzo, director musical. Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial, 26 de julio.

En Radio Clásica sonaba “El oro del Rhin” desde Bayreuth, con nuestro compañero José Luis Pérez de Arteaga solventando los fallos de sonido habituales ya en estas retransmisiones. Muchos aficionados cambiaron en diez minutos el final radiofónico de la obra de Wagner por el principio en vivo de la “Traviata” de Verdi. Bicentenarios a tope.

Cierto es que un festival que presenta estas obras debería de aportar una cierta trasgresión, porque a fin de cuentas eso es parte del papel de los festivales. Así ha hecho Aix-on-Provence con “Rigoletto” o así hizo el mismo Salzburgo con su ya célebre “Traviata”. Pero en El Escorial, sin esa tradición, las cosas han de ir por la vía del coste y la taquilla. Así pues una producción escénica simple, con apenas un cubo de metracrilato que potenciaba la ya excelente acústica de la sala, un par de mesas y una chaise longue, con vestuario no demasiado imaginativo y una iluminación claramente mejorable. Además varios teatros coproduciendo: la Quincena Donostiarra, Oviedo y Pamplona. Este es el camino en los tiempos que corren. Con la sala a tope en ambas funciones, también se logra el objetivo de taquilla. Entre los asistentes gran parte del mundo de la profesión, desde Mariola Cantarero hasta el director general del INAEM.

Si bien hay poco que comentar positivamente de una parte escénica simplemente discreta y no molesta, en la que se llegó al ahorro de gitanas y toreros, sí que los aciertos llegaron con la musical. Pietro Rizzo concertó con dignidad, logrando un buen sonido de coro y orquesta con apenas desencuentros. Hubo momentos de detalles muy cuidados, por ejemplo el pianísimo acompañamiento a “Dite alla gionvane” y casi toda la escena primera del acto segundo y el acto tercero. No estuvo al mismo nivel el cuadro segundo del acto segundo, echándose en falta ese brío verdiano en el arranque de algunos temas.

Desirée Rancatore abordaba Violetta por segunda vez tras Montecarlo, pero supo solventar con solvencia las dificultades de la partitura para una voz de carácter tan ligero como la suya. Acertó en no apretar y cantar como lo habría hecho una Beverly Sills. Muy bien el primer acto, bien el primer cuadro del segundo y emotivo el “Addio del pasato”. José Bros realizó una gran interpretación, matizando, fraseando, cuidando dinámicas. El papel le va como anillo al dedo. Decía la mujer del gran Carlo Bergonzi: “¡Qué habría sido mi marido si hubiese tenido la belleza de voz de di Stefano o Corelli!”. Pues otro tanto. Angel Ódena está cada día mejor. Se agradece una voz potente de auténtico barítono, que quizá debería recoger en algunos momentos, y que frasea. A buen nivel los secundarios, empezando por Miguel Angel Zapater como Grenvil.

El público aclamó sin reserva alguna durante muchos minutos. ¿Para cuándo nos tomamos en serio hacer un “Don Carlo”? Gonzalo Alonso

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