La verdad sobre Wilhelm Furtwängler
Una carta hasta ahora desconocida del pianista Artur Schnabel prueba la naturaleza hipócrita del director
El periódico ‘The Spectator’ recoge las siguientes palabras de Norman Lebrecht:
Las apariencias lo eran todo para la gran generación de directores que sobrevivieron el Nazismo, ya fuese como refugiados o como, en el caso del director de la Filarmónica de Berlín, Wilhelm Furtwängler, ejemplo a seguir del régimen. Tras la derrota de Hitler, Furtwängler defendió que él había prestado un servicio completamente desinteresado a sus compañeros alemanes, manteniendo vivo el espíritu de Bach y Beethoven. “Nadie ha necesitado nunca escuchar a Beethoven y su mensaje de libertad y amor fraternal tanto como precisamente los alemanes, quienes tuvieron que vivir bajo la política del terror de Himmler”, dijo ante el tribunal. “No me arrepiento de haber permanecido a su lado”.
El director alemán no fue miembro del partido nazi y se conservan evidencias que demuestran que ayudó a numerosos músicos judíos a escapar de la Gestapo y del país. Además, su noble exculpación fue aprobada por los aliados que no querían que dirigiese para los rusos en Berlín del Este y aceptada por múltiples biógrafos.
Estos días se ha descubierto una carta que pone a Furtwängler bajo una luz más turbia. Escrita por Artur Schnabel a su amante americana Mary Virginia Foreman, el eminente pianista describe una tarde de verano que pasó en compañía de Furtwängler y su esposa en Italia, poco después de que se decidiese a volver a dirigir en 1947.
“Anoche recibí la visita de Furtwängler y su esposa”, escribe Schnabel, “Fue agridulce. Me parece que no se puede ayudar a los alemanes, ni siquiera entre ellos mismos. Mostró la misma vieja mezcla de arrogancia, cobardía y autocompasión. Tras la Primera Guerra Mundial los líderes alemanes trataban como hechos aquello que obviamente era falso. Por ejemplo, que habían perdido la guerra tan solo porque el frente nacional había dado una puñalada trapera al ejército. Los alemanes no tienen la culpa en absoluto… Sin embargo, Furtwängler fue tan lejos anoche… Terriblemente nervioso, histérico, gritaba y bramaba no haber conocido nunca a ningún nazi. Decía que los alemanes y los nazis no solo son absolutamente opuestos sino que son hostiles entre ellos.”
Furtwängler fue nombrado vicepresidente de la Reichmusikkammer en 1933 por Joseph Goebbles y dirigió en varias ocasiones en presencia de Hitler. Incluso una fotografía muestra al director extendiendo la mano al Führer tras un concierto. Otra recoge la imagen de ambos juntos en Bayreuth
Schnabel escucha las quejas de su invitado: “millones de alemanes están siendo asesinados a diario. La carencia total de caridad demuestra la decadencia del mundo”. Y admite que incluso hubo buenos tiempos durante el régimen.
Esta carta hace añicos la imagen de Furtwängler como un hombre que hizo lo mejor para la música en tiempos terribles, reemplazándola por la de un hombre que rechaza su papel central en el universo cultural nazi.
Cualquier pena que pudiese sentir no era para las víctimas del régimen nazi sino hacia sí mismo en primer lugar y hacia los alemanes que vivieron bajo el gobierno de los aliados, en segundo. A través de los ojos de Schnabel, Furtwängler es un hipócrita de pacotilla quien, como todos los alemanes, no admite ni una pizca de culpa por su complicidad hacia Hitler. No es un salvador del arte. Es un personaje huidizo.
La caída del mito de Furtwängler no es pequeña. Un director con un comportamiento ejemplar que conjuraba un aura de solemnidad religiosa a cada concierto fue el modelo a seguir de la generación Abbado-Baremboin. La fascinación por su personalidad está siempre vigente. Estableció a la Filarmónica de Berlín en la cumbre.
Con el derribo de Furtwängler la tradición alemana pierde su autoridad.
Acceda aquí al contenido de la carta. Enlace al artículo original aquí.
Quien le da la mano a Hitler no es Furtwangler, que está de pie con gesto adusto en el margen derecho de la foto.
Exactamente. Este artículo contiene varias imprecisiones y sentencia en base a una sola carta, en vez de contrastar con la opinión de otros personajes, incluso judíos, que sí lo defendieron.
totalmente de acuerdo Furtwangler está serio, de pié y a la derecha…imposible confundirlo…Sherin Krederdt
La acusación del señor Schnabel es grave.
Furtwängler siempre trató de eludir la petición de Goebbels de dirigir en el cumpleaños de Hitler alegando problemas de salud durante varios años, finalmente dirigió para Hitler el 19 de Abril de 1942, hay una filmación del director estrechando la mano de Goebbels y limpiándosela segundos después con un pañuelo (no estoy seguro si la filmación corresponde a ese día o a la interpretación de la novena en Marzo de ese año), un claro gesto de desdén hacia este personaje tan repulsivo, quién despidiera a Hans Knappertsbusch y a Max Lorenz (aunque después fue retituido por pedido de Winifred Wagner quien habría dicho por teléfono a Hitler que sin Max Lorenz no había Bayreuth), a éste por ser sorprendido en una situación comprometedora con otro hombre y a aquél por un comentario que no cayó nada bien a Goebbels y no olvidar lo que cuenta Leni Riefensthal en sus memorias que estando sentada con Goebbels en la proyección de una película este habría metido su mano debajo de su vestido.
Otro caso es el de Dmitri Shostakóvich, pero no veo que nadie se rasgue las vestiduras por ese tema.
Furtwangler siempre será un héroe de la Música con mayúsculas. Es muy fácil hablar 75 años después con miles de documentales de la II Guerra Mundial. Los asesinos siempre serán los que dispararon, masacraron y despojaron de humanidad a tantas personas inocentes hasta la verguenza no los que tocaban un violin, pintaban cuadros o escribían libros. Fueron años convulsos y cada uno tomó la determinación que creyó oportuna pero no mezclemos por favor a lo más alto del género humano con la bazofia más inmunda.
”Fueron años convulsos y cada uno tomó la determinación que creyó oportuna pero no mezclemos por favor a lo más alto del género humano con la bazofia más inmunda.”
Hola, creo que no entendió mi comentario.
En ningún momento niego lo que usted afirma.