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Mutter, de vuelta
Ana Belén y Miguel Ríos edulcoran Weill
Por Publicado el: 24/09/2005Categorías: Crítica

La voz humana en la Zarzuela

La voz humana en la Zarzuela
Primero la música
“La voz humana” de Cocteau y Poulenc. C.Roth, F.Lott. Orquesta de la Comunidad de Madrid. G.Vera, dirección escénica. J.R.Encinar, dirección musical. Teatrote la Zarzuela. Madrid, 23 de septiembre.
Comenzó la temporada lírica madrileña con una presentación original: la doble presentación de “La voz humana” de Cocteau y Poulenc. Palabras y música para una misma pieza. Sin descanso pudieron disfrutarse primero la versión teatral, traducida por Luis Antonio de Villena y luego la ópera. Se brindó al público la posibilidad de opinar que es más importante: la palabra o la música. Lo que quedó claro es que, al menos, le gustó más la música y ello a pesar de que Poulenc tenía la desventaja de “llover sobre mojado”. La apuesta de la Zarzuela se cerró con las más sólidas garantías: dos grandes artistas como Cecilia Roth y Felicity Lott y dos reconocidos maestros como Gerardo Vera y José Ramón Encinar, pero el doblete presentaba el riesgo de tener que ofrecer de forma diferente un mismo tema. Las diferencias no estuvieron en la comedida y acertada escenografía –una cama, un sofá y un gran armario- sino en el enfoque interpretativo de sendas damas abandonadas y ahí radicó el problema.
No es nada fácil mantener la atención del espectador durante cuarenta minutos a base de un dialogo entre dos personas del que sólo se escucha la parte de una de ellas y Cecilia Roth lo logró. Sin embargo no llegó a emocionar. La desesperación en la conversación telefónica ha de planificarse, ir de menos a más y Roth empezó a llorar desde el principio, lo que unido a una gama dinámica vocal no bien resuelta impidió que el espectador entrase de verdad en la pieza. En la memoria queda aún cómo lo logró Amaparo Rivelles hace más de veinte años. La traducción tuvo crasos errores gramaticales, imputables bien a Villena o bien a libertades de Roth.
Felicity Lott contó con la ventaja de que la música de Poulenc planifica el desgarro emocional. Esta gran artista y cantante, con los movimientos justos y una buena administración vocal, supo transmitir el drama. La música venció a la palabra. El público le dedicó sus máximas ovaciones.
Gerardo Vera no se metió en berenjenales, respetó ambas obrar e hizo bien, mientras que José Ramón Encinar logró una participación sobresaliente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid.
Los espectadores, entre los que hubo muchas caras conocidas -las ministras Calvo y Salgado, el alcalde de Madrid, Javier Solana, Ruggero Raimondi, etc- sin duda disfrutaron de esta original apuesta. Gonzalo ALONSO

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