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Por Publicado el: 21/04/2016Categorías: Entrevistas

Lana Kos: “El cantante necesita alguien en quien creer”

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La soprano croata que deslumbró a Rostropovich debuta en España como Luisa Miller

  • Siempre acepto los consejos
  • A Violeta la llevo en la sangre
  • Soy cantante las veinticuatro horas del día
  • Hoy no se puede ser más que cantante-actor

 

Nacida en Croacia en 1984, la carrera de la soprano Lana Kos se sustenta sobre una sólida estructura afianzada por su profesora y consolidada en los cuatro años en los que perteneció al cuerpo estable de la Ópera de Munich. Todo eso después de que Mstislav Rostropovich le brindase el escaparate del Bolshoï para mostrarse al mundo en una producción de Guerra y Paz. Este sábado se apunta el que considera un hito múltiple en su vida profesional, debutando en España con la Luisa Miller programada en el Teatro Real de Madrid, donde, a las órdenes de un especialista en Verdi como James Conlon, tendrá la oportunidad de cantar por primera vez junto a Leo Nucci, guardián de las esencias verdianas. El capítulo de emociones no para ahí, ya que, tras la experiencia madrileña, Kos podrá al fin encontrarse con Montserrat Caballé, la diosa que venera en sus altares.

P. ¿La invitación de Rostropovich marca el despegue de su carrera internacional?

R. Definitivamente si

P. El camino desde aquel début en Moscú hasta el repertorio en el que hoy se mueve ¿Le ha resultado natural?

R. Quiero aclarar que si bien aquella experiencia en el Bolshoï fue definitiva para mi futuro, el primer papel que interpreté en mi vida fue La reina de la noche de una Flauta mágica que se programó en Zagreb. Comencé a cantar a una edad muy precoz, impulsada por la fe que tenía en mí mi profesora de canto, con quien empecé a estudiar con 15 años: muy tarde, para alguien que parte de cero. Después de aquella ópera mozartiana tuve la gran fortuna de encontrar al bajo georgiano Paata Burchuladze que por entonces cantaba Boris Godounov en mi ciudad. Le pregunté por alguien que pudiese educar mi voz y me recomendó a su pianista desde hacía 25 años Ludmilla Ivanova, que no se la cedía a nadie, salvo a María Guleghina. Conmigo lo hizo como algo especial.

P. ¿Funcionó la recomendación?

R. Fue un auténtico milagro. Desde entonces hasta hoy, y ya han pasado 17 años, sigo trabajando con esta maestra. Es ella quien en cierto modo me abrió la puerta al repertorio ruso. Y en aquel momento entra en mi historia el maestro Rostropovich, que llevaba seis meses buscando a través de miles de audiciones –me mostró la lista para demostrarlo- la voz joven que deseaba para Natasha Rostova en una producción de Guerra y Paz en el Bolshoï.

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P. ¿Cómo desemboca en el repertorio italiano?

R. Con los consejos de mi maestra y con las posibilidades que fueron llegando. Poco a poco…

[en ese momento aparece su compañero Giancarlo del Monaco, con quien se casará a finales de este año. Es él quien acaba la frase … “paso a paso y con inteligencia. Soy un fiel consejero del paso a paso, porque conozco las consecuencias del rápido-rápido que termina en nada”. Y como diría el magistral regista que es, hace mutis por el foro y deja que Lana continúe]

Mi primer papel en Munich -cuando estaba en el ensemble de la Ópera de Baviera, donde firmé un contrato por dos temporadas que acabaron siendo cuatro- fue, con 20 años, el Oscar, de Ballo in Maschera que dirigía Marco Armiliato. Por aquellas fechas viví otra experiencia, la de la maternidad. Era fantástico, mientras atendía a Adam, que tenía dos meses, seguir trabajando en aquel Teatro en grandes títulos con directores y cantantes de primera categoría. El maestro Armiliato me dijo entonces que yo tenía una voz importante para afrontar un repertorio más grande, empezando tal vez por probar en teatros no de tanto fuste como aquel. Siguiendo sus consejos, cuando me lo permitía el compromiso en Munich, fui cantando Lucia de Lammermoor, Mimì, Julieta… Hasta que con 21 años me encontré con Violeta. Se buscaba una protagonista joven, porque así lo quería el director, Hugo de Ana. El mismo que, dando un salto hasta 2011, me llevaría a la Arena de Verona. Cuando una cantante se dio de baja, se acordó de mi y me llamó. Ese fue mi debut, con 26 años, muy joven aun para Violeta, en un marco tan especial, al que regresé en 2014 como Julieta. Así es como fui entrando en ese repertorio.

P. ¿El ruso lo deja para otro momento o lo ha desechado?

R. Adoro el repertorio ruso, que incluyo con frecuencia en conciertos. Tanto Rachmaninov como Thaikovsky, que me gustan muchísimo… Pero nadie me propone una ópera, y me encantaría hacer La novia del zar.

P. ¿No tiene problemas con el idioma?

R. A propósito de esto, el maestro Rostropovich me dijo que era muy importante aprender el papel a fondo, concediendo la importancia debida a cada palabra ¡Y me lo estaba dando 18 días antes del estreno!. De modo que me tocó aprender a toda prisa la lengua, que he ido mejorando con el paso del tiempo. Hoy, después de los 17 años que llevo con mi maestra, que es rusa, la hablo perfectamente. Hasta el punto que, cuando estoy con ella, a veces sueño en ruso,y me despierto pensando en ruso, un idioma que me gusta muchísimo.

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P. De los papeles que ha cantado, Traviata se lleva la palma

R. Claro que si. La he interpretado muchas veces desde aquella primera con 21 años… y a los 31 sigo cantándola!.

P. ¿Le ilusiona más que le ofrezcan Violeta, por que la identifican con ella, o debutar un papel?

R. Me gustan las dos cosas. Claro está que a Violeta la llevo en la sangre, pero eso no quita que espere con impaciencia el día en que me propongan papeles como la Amelia, de Simon Boccanegra… O Il trovatore. Son muchos aun los que quiero incluir en mi repertorio. Como me ocurre con el Requiem de Verdi. Después de la Julieta de Verona me propusieron cantarlo con la Orquesta Giuseppe Verdi de Milán, pero al tener menos de un mes para prepararlo, les dije que mi respeto por esa obra es muy grande y aunque se puede aprender en ese tiempo, otra cosa es cantarlo bien. Ocurre como con la fruta. No puedes arrancar una manzana verde del árbol y comerla, porque no estará buena. Debe madurar. Lo mismo diría del Requiem y de determinados papeles operísticos.

https://youtu.be/MBERPYeLw-s

P. En el caso de Violeta ¿ha creado su propio personaje o está abierta al consejo de los directores, musical y escénico?

R. Siempre acepto los consejos. Me gusta trabajar y buscar con los maestros nuevas cosas; posibilidades distintas, otros colores. Creando esa especie de work in progress que tanto me atrae de esta profesión, que nunca denomino trabajo. Pero debo decir que desde el primer momento, con el maestro Hugo de Ana, aprendí muchísimo. Hasta el punto de que el primer día de los ensayos –jamás lo olvidaré- me entregó diez o doce páginas fotocopiadas de una enciclopedia diciendo: aquí se describe qué es la tuberculosis. Quiero que sepas en qué consiste la enfermedad, y por qué Violeta, consciente de que va a morir, tiene esos raptos alternativos de alegría. No porque puede irse con todos aquellos que le apetecen, sino porque tiene miedo a la muerte. Alternativamente derrocha energía o se hunde en una depresión. Desde la primera escena, cuando convoca la fiesta, es consciente de ello. En el libro de Dumas encuentras el porqué de su amor hacia Alfredo cuando dice Violeta que el único amigo que había tenido en su vida fue su perro y Alfredo la observaba con los mismos ojos. Con idéntica mirada de comprensión y amistad.

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P. ¿Para la elección de repertorio, se deja aconsejar o lo fía a su propio instinto?

R. El cantante es como un deportista; como un atleta. Precisa de alguien que le siga, como es el caso de mi maestra. Necesita tener cerca desde el primer momento a alguien en quien creer. Que conoce tu voz y tiene la autoridad suficiente para decir qué es bueno para ti y qué no. Solo es muy difícil controlarlo. Mi maestra, y ahora mi futuro marido, que es hijo de un grandísimo cantante y sabe tanto de voces, me ayudan con sus consejos, reflexionamos juntos, He recibido propuestas para Norma, Tosca.. ¡ tantas cosas que me apetecen!. Y he dicho que por ahora no. Porque aunque resulte difícil, sobre todo para un cantante joven, también es importante saber decir no.

P. Mejor eso que recurrir al método Prueba-Error

R. Nunca me ha sucedido, porque antes de aceptar he reflexionado mucho acerca de las garantías de sacarlo adelante, No se ha dado el caso hasta ahora de tener que decir ¡Dios mío, no debía haberlo hecho!. Incluso en una ocasión hice Manon Lescaut en el pequeño teatro de Atenas donde María Callas empezó su carrera. Todos decían que me iba a cargar la voz y que no volviera a hacer algo así, pero hablando con el director artístico le dije que sólo cantaría el papel si era con mi voz, nunca por encima de mi registro. Porque cuando lo haces corres el riesgo de dañar tus cuerdas.

P. ¿Cómo funcionó la aventura?

R. Al final no sólo no me hizo daño sino que me vino muy bien la experiencia, porque me sirvió para afianzar la primera octava, que no estaba suficientemente fijada como suele ocurrir su empiezas con personajes coloratura. Después de ese paso, me pude permitir papeles como Desdémona, y otros verdianos como Luisa Miller.

P. Esa Miller que memorizó a la carrera para debutarla en Lausana hace dos años.

R. Si. La tuve que aprender muy deprisa. Debía cantarla una soprano griega, pero tres semanas antes del estreno dijo que no se encontraba bien y canceló. Giancarlo, que era el regista. me llamó para ver si la quería hacer yo ¿en dieciocho días?, le dije. Me acuerdo que en aquel momento estaba cantando Desdémona de Verdi en el Massimo de Palermo con Renato Palumbo. Cuando telefoneó el maestro Eric Vigié, director general de la ópera de Lausana, dije que aunque quería cantarla algún día, no estaba segura de si sería posible prepararla en tan poco tiempo. Tendría que empezar por estudiármela doce horas al día… Dos semanas más tarde estaba ensayando con el libreto aun en las manos… Debo agradecer al maestro Vigié la fe que depositó en mi, animándome a afrontar ese gran riesgo. Fue uno de mis debuts más difíciles y comprometidos.

P. Ha vuelto a interpretar el papel desde entonces

R. Lo he cantado sólo las cinco o seis veces de Lausana. Luego me la ofrecieron en Génova con Leo Nucci, pero no estaba libre, porque cantaba en Florida. Hasta que llegó esta propuesta.

P. ¿Lo fijó bien entonces o la ha reelaborado?. A Madrid ¿Llega otra Luisa?

R. Definitivamente si. Una Luisa planteada mucho más a fondo a lo largo de este tiempo. Trabajándola con mi pianista, y dejándola reposar un tiempo para volver a la carga… Con tiempo, te puedes permitir cuidar hasta el último y más delicado detalle. Poniéndolo en relación con lo que has leído que el compositor pretendía.

P. ¿Cuál sería la diferencia respecto a la de 2014?

R. A decir verdad, aquella primera apenas la recuerdo después del stress tan grande que me causó (risas). Cuando la retomé para Madrid, lo primero que dije fue que no me parecía que yo hubiese cantado aquello. No me lo podía creer. Cuando haces algo con esa rapidez, descargas la adrenalina y luego te olvidas. Lo que sí me quedó es una buena base para recomponerla.

P. En Madrid tendrá que cerrar los ojos para imaginarse aquel montaje de Giancarlo para Lausana.

R. Si. Me da pena que aquí la hagamos en forma de concierto. Porque me gusta mucho el aspecto teatral de la ópera. Se va a la ópera a ver y a escuchar. Por eso hoy, con la televisión, el cine y los otros medios, no se puede ser más que cantante-actor. De otro modo, no se puede emocionar al público en estos momentos en los que entre el trabajo, los hijos y demás, nadie tiene tiempo para nada, y viene al teatro dispuesto a regalarte tres horas preciosas. A cambio tu debes hacerle soñar, emocionarse. Y eso solo se consigue cuando sientes lo que estás haciendo. Cuando lo vives. No puedes falsear las situaciones que describe el libreto. No funciona., y no es justo.

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P. Este será su début en España.

R. En España, y además en este teatro, que es uno de los más importantes ¿Qué más se puede pedir?.

P. ¿Le impresiona tanto el lugar como esas otras dos novedades que se encuentra: el maestro Conlon y  Leo Nucci?

R. Me impresiona todo. Estoy muy agradecida y feliz por haberme brindado esta gran oportunidad. Empezando por la apuesta del maestro Matabosch por creer en mi hasta el punto de encomendarme un papel tan importante. Trabajando con el maestro Conlon estos días he aprendido –y creo que he mejorado- muchísimo.

P. ¿Y Nucci?

R. Me ha acogido con muchísimo cariño, y yo le he pedido algunos consejos que él con su generosidad me ha resuelto. Incluso me ha descubierto un par de cosas muy interesantes que ahora voy a incorporar.

P. ¿Verdi y Rossini, de quien ha cantado la Rossina de El barbero, son compatibles?

R. Totalmemte. ¿por qué no?. Lo que no haría es cantar hoy Luisa Miller, mañana Rosina y al día siguiente la Desdémona. Porque no hablamos de tres personajes fáciles para una voz.

P. Después de haber sido Desdémona en el Otello verdiano, ¿Le gustaría cantar la de Rossini?

R. Claro que me gustaría, pero del repertorio digamos coloratura, lo que de verdad me apetecería alguna vez es cantar son las reinas, especialmente Anna Bolena. Y también Lucrecia Borgia.

P. ¿Cómo es que no ha cantado aun en el Festival de Pesaro?

R. Me invitaron para una Armida en unas fechas que no tenía libres, porque había firmado ya con Verona una Traviata muy especial, de nuevo junto a Hugo de Ana, y con Francesco Meli como Alfredo. Fue muy emotiva. La llamaron la Traviata del Centenario, ya que, además de que en esa edición se cumplían los cien años desde la puesta en marcha del Festival, se celebraban los dos siglos del nacimiento de Verdi.

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P. ¿Le gustan los espacios grandes como Verona o Avenches, donde fue Rosina?

R. Muchísimo. Me encantan esos lugares. Si no tienes la mala suerte de un temporal, se canta muy bien y surge una sensación mágica, bellísima.

P. Después de esta invitación de Madrid ¿le quedan más compromisos con España?

R. Por ahora, ninguno.

P. Hablemos de Montserrat Caballé, a quien tanto elogia

R. Ahhhhhhhhhh! (dice transportada)

P. ¿Apuesta usted también por largas carreras?

R. Decididamente. Me gusta tanto la suya que me merece un enorme respeto. La maestra Caballé es una grande absoluta. Soñaba con conocerla y ese sueño se verá cumplido después de esta Luisa Miller, cuando nos veremos en Barcelona y hasta tendré la posibilidad de cantar algo para ella. Espero el momento con mucha ilusión, porque es una cantante que ha hecho historia. La única con una técnica perfecta, que le ha permitido cantar todo: de Mozart a Wagner. Me resulta alucinante. No alcanzo a comprender como ha sido capaz de hacer tantos papeles, desde aprenderlos a cantarlos tan bien, porque su repertorio es enorme. Siempre con calidad y una técnica admirable. La escucho todos los días.

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P. Se la describe como una mujer moderna ¿Le interesa algo al margen de la música?

R. La música es mi vida. Soy cantante las 24 horas del día: desde que me despierto hasta que me voy a dormir. Pero en líneas generales, me gusta vivir bien; la buena comida, y cuando me lo permite la agenda, intento encontrar tiempo libre para ver a mis amigos. Incluso una vez cada dos o tres meses me permito ir a una discoteca para divertirme…

 

Juan Antonio Llorente

 

 

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