Las 50 arias verdianas de Reverter
50 Arias de Verdi
De vez en cuando llega alguna alegría en el paupérrimo panorama de las nuevas ediciones musicales. “Las mejores 50 arias de Verdi” de Alianza Editorial es una de ellas. Cincuenta arias incluidas en diecisiete óperas de las veintiocho que escribiera Verdi. Si no están todas las obras, sí las más relevantes. Tampoco están obviamente todas sus arias, pero todas y cada una de las cincuenta analizadas lo merecen. Otra cosa es que, como corresponde a toda cuestión de gustos, unos u otros prefiramos alguna de las excluidas sobre las incluidas. Sucedería así, por ejemplo, con el “Sento avampar” del tenor en “Simon Boccanegra”, página siempre en punta en el título y de mayor impacto que la perfumada “Come in quest’ora bruna” de la soprano. El mismo autor expone en el preámbulo los perfectamente válidos criterios generales seguidos para la selección. Esperemos que en una próxima edición se puedan ampliar las cincuenta a cien.
Las arias vienen naturalmente agrupadas por títulos y en cada uno de ellos se empieza por una valoración de carácter general para inmediatamente ir al grano de cada pieza. Se cuentan los valores musicales éstas y, lo que también es importante, sus circunstancias. Así no sólo se analiza el ambiente en que se inscriben, sino así mismo los intérpretes que estrenaron las obras. Ello ayuda a alumbrar aquello que el propio Verdi podía pensar sobre el tipo de voces que deseaba, bien es cierto que el compositor muchísimas veces estuvo en total desacuerdo con sus cantantes iniciales. A partir de aquí empieza el recorrido por aquellas figuras que han sobresalido interpretando cada una de las arias.
La firma de Arturo Reverter es sobradamente conocida en el mundo musical, así como sus filias y fobias, esas que tenemos todos los que opinamos sobre cualquier arte. Arturo es fiel a unas y otras –resulta evidente la justa admiración por Bergonzi- , por lo que no defraudará a sus muchos seguidores. Cierto es que, en algún caso, Reverter parece optar por templar gaitas pero, en seguida, tiene esas dos palabras finales que devuelven las cosas al sitio esperado. Así escribe sobre “Ah si ben mio” de “Il trovatore”: “Plácido Domingo, en sus comienzos –y la formidable grabación con Mehta de 1970 lo demuestra- fue un Manrico de valía”, pero apostilla “aunque aquejado –fue siempre su talón de Aquiles- de una evidente cortedad en el agudo”. De Leo Nucci opina que “aporta jugosos claroscuros y otorga temperatura, pero es cantante algo truquista” y resulta antológico el extenso análisis del “Esultate” del Otello de Mario del Monaco, el que tras inmensos elogios termina con “hacer una nota piano le costaba un congo”. Siempre encontrarán ese jugoso “pero” tan “reverteril”. No se lo pierdan, lo disfrutarán. Gonzalo Alonso
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