LAS CARTAS DE HALFFTER DE LA CRUZ
LAS CARTAS DE HALFFTER DE LA CRUZ
Obras de Webern, Vaughan Williams, Strauss, Stravinski y Halffter. Nicolas Hodges, piano. Asier Polo, chelo. Orquesta Nacional. Directores: Carlos Kalmar y Cristóbal Halffter Obras de Schedrin, Zulema de la Cruz y Elgar. Orquesta de la Comunidad. Clarinete: Justo Sanz. Director: José Ramón Encinar. Auditorio Nacional, Madrid. 6, 14 y 9-11-2009.
El estreno de Cristóbal Halffter, que se incluye en la serie Carta blanca de la ONE, se titula “De ecos y sombras” y evoca versos de Argensola sobre la muerte, el olvido y la memoria, conceptos tan afines al compositor, ya inmerso en ellos, como subraya Guibert, cuando hace 25 años creó su “Concierto para violonchelo”, que, en la misma sesión, interpretó magníficamente Asier Polo.
La nueva composiciones música penumbrosa, inquietante, poblada de claroscuros, de tensiones indecibles, de fulgores y misteriosos paisajes. Texturas polifónicas y densas, delicuescencias sonoras inscritas en un discurso envuelto en negros presagios. Recordamos un momento de indudable belleza: aquél en el que, después de un fortísimo, escuchamos un pedal de los arcos en divisi, pespunteados por delicadísimos comentarios de la celesta.
Adecuada interpretación, calificativo aplicable a la maratoniana sesión del 6 de noviembre, dirigida de manera solvente y briosa por Carlos Kalmar y en la que el pianista Hodges, limpio y certero de digitación, tocó el “Concierto para piano” del autor, de 1988. Las “Seis piezas op. 6b” de Webern, no tuvieron quizá el deseado refinamiento tímbrico y la pertinente intensidad expresiva. “Don Juan” de Strauss, la “Fantasía Thomas Tallis” de Vaughan Williams y el espectacular “Tiento y batalla imperial” de Halffter completaban la velada.
El “Concierto Ártico” de De la Cruz fue bien atendido por Encinar y sus huestes y el clarinetista Justo Sanz, que defendió una escritura verdaderamente virtuosa, con efectos de todo tipo. La compositora emplea temas rítmicos lapones de forma muy física, aplicando procedimientos de estructuras orgánicas y trabajando, como suele, sobre el número áureo. El tercer movimiento es un allegro danzable, de contagioso primitivismo. Arturo Reverter
Últimos comentarios