Las críticas al estreno escénico de “Juan José”
Una vez más, les traemos las críticas en la prensa escrita de difusión nacional para que comprueben que todo es del color con el que se mira, aunque hay casi unanimidad en que “Juan José” no es el mejor Sorozábal.
El País, 6/02/2016
La herida restañada
En un acto de justicia larguísimamente demorado y décadas después de que su autor la finalizara, ‘Juan José’ se ha representado por fin sobre un escenario
En un acto de justicia larguísimamente demorado –justicia póstuma, de hecho– y décadas después de que su autor la finalizara, Juan José se ha representado por fin sobre un escenario. Pablo Sorozábal la concluyó en 1968, pero nadie iba a ponérselo fácil entonces para que consiguiera estrenarla, habiéndose alineado como había hecho siempre con los perdedores de la Guerra Civil. Diez años después, en una democracia aún en mantillas, parecía llegado ya el momento oportuno para lavar la afrenta, pero de nuevo arte y política trastabillaron y el proyectado estreno quedó en agua de borrajas en medio de un amargo cruce de resentimientos mutuos.
Juan José se oyó finalmente en versión de concierto en el Kursaal de San Sebastián, la ciudad natal del compositor, el 21 de febrero de 2009, pero esto tampoco habría dejado satisfecho a Sorozábal, compositor teatral por antonomasia. Han sido necesarios varios años más para que suba a las mismas tablas en que habría debido representarse en 1978, apagados ya todos los rescoldos y muertos ya todos los protagonistas de aquel desencuentro. Y la primera conclusión que puede sacarse es que Sorozábal no tenía razón cuando afirmaba que Juan José era la mejor de sus obras, un privilegio que quizás haya que reservar para Adiós a la bohemia. Es una obra que, aun en silencio, ha envejecido mal y que ahora escuchamos sin duda con oídos muy diferentes que en 1978.
El que él mismo bautizara como “drama lírico popular” (y “popular” tiene al menos dos acepciones, como sabemos) parte de un libreto dramática y literariamente demasiado endeble, escrito por el propio compositor a partir de la obra teatral homónima de Joaquín Dicenta, que conoció un éxito colosal en su momento. Retrata a personajes perdedores, atrapados en una espiral de miseria y desesperanza, con un fondo de crítica social que hoy se revela demasiado ingenuo. Con muy buen criterio, el Teatro de la Zarzuela ha decidido ofrecer sus tres actos seguidos, sin intermedios, comprimiendo en algo menos de dos horas el desarrollo del drama.
Apenas hay en la música destellos melódicos del gran Sorozábal, que quiso componer una obra sombría, dramáticamente concentrada, sin coro, pero que no logra ahondar, ni con el libreto ni con la música, en la psicología de sus protagonistas. José Carlos Plaza, rodeado de su grupo de leales habituales (Paco Leal, Pedro Moreno, Denise Perdikidis), ha reducido también al mínimo escenografía y movimiento escénico, lo que es un acierto. Predomina el negro, salpicado de brochazos blancos que emulan la nieve y el hielo, con el rojo apagado del vestido de Rosa como casi único apunte de calor y optimismo.
Del reparto destacaron los dos protagonistas, José Ángel Ódena y Carmen Solís, arropados con suficiencia por el resto del corto reparto. Pero la representación flaquea seriamente por la falta de pulso teatral en la orquesta, comandada con su característica rigidez por Miguel Ángel Gómez Martínez, más pendiente de sobreindicar con su mano izquierda las entradas a los cantantes que de hacer sonar bien a sus instrumentistas. En una música tan directa como la de Sorozábal, sin grandes complicaciones rítmicas ni armónicas, lo que procede es arropar con libertad a los cantantes, cuidar los timbres y graduar las tensiones. El granadino miraba más, en cambio, hacia arriba que a su alrededor, descuidando el foso, el mismo que tantísimas veces ocupara Miguel Roa, fallecido el pasado jueves, y a cuya memoria se dedicó el estreno, con otro recuerdo emocionado para el gran crítico Carlos Gómez Amat, que también acaba de dejarnos: un nuevo acto de justicia. Ahora que ya han dejado de supurar las viejas heridas, es momento de que Juan José eche a andar y se defienda por sí sola. Luis Gago
El Mundo, 7/02/2016
Sorozábal y el drama social
En 1895, Joaquín Dicenta lograba un gran triunfo teatral con su Juan José que se acercaba al drama social aunque su apariencia era más de tragedia de celos populares que reivindicativa. Y aunque es un teatro cuya línea pronto se vio sustituida por obras más duras y políticas, incluso por la Aurora del propio Dicenta, su impresión pervivió largo tiempo y bastantes años después interesó lo bastante como para ponerle música a Pablo Sorozábal, que la terminó en 1968 pero sin haberla podido estrenar representada.
Que una obra se estrene casi medio siglo después de escrita no es bueno, pues todo arte está configurado en su tiempo. La obra se hizo en versión de concierto en San Sebastián en 2009 pero nunca había subido a escena. Hay que alabar alTeatro de la Zarzuela por hacerlo puesto que es una obra de madurez de un compositor de importancia.
Sorozábal no la llamó ni ópera ni zarzuela sino “drama lírico popular”, aclarando que lo popular no significa folklórico sino proletario, pero la obra mantiene el lastre de drama de celos y de lenguaje casticista de la pieza teatral y además hoy resulta muy machista. Sorozábal conocía muy bien las voces y orquestaba con certeza y la música de la obra tiene interés aunque no posea las características tan cercanas de otras piezas famosas suyas. Poner en pie esta obra no era fácil, pero la Zarzuela lo ha encomendado a valores seguros y así José Carlos Plaza consigue una puesta en escena veraz y rotunda, prácticamente lumpen, apoyada en la excelente escenografía e iluminación de Paco Leal y vestuario de Pedro Moreno.
Musicalmente, la solvencia en el foso de un maestro como Miguel Ángel Gómez Martínez garantizaba el orden, la seguridad y el que la música luciera al máximo, bien desgranada por la Orquesta de la Comunidad de Madrid. Vocalmente, todos los papeles están muy bien servidos destacando los protagonistas, Carmen Solís,Ángel Ódena y Antonio Gandía, y también todos los demás con profesionales incontestables como Milagros Martín.
Juan José nos da una visión de Sorozábal más cercana a su Adiós a la bohemia, aunque ésa sea más redonda, que a su Katiuska. Sin embargo es una obra que merecía estrenarse y cuya memoria también valdrá la pena conservar. El Teatro de la Zarzuela está cumpliendo con una misión ineludible y esta obra enriquece sin duda nuestro panorama lírico.
Previamente, el director del teatro, Daniel Bianco, ofreció la función en homenaje al desaparecido Maestro Miguel Roa y tuvo también un cariñoso recuerdo paraCarlos Gómez Amat. Tomás Marco
ABC, 6/02/2016
Una ópera imposible
Había que estrenar «Juan José». Era inevitable hacerlo porque era una tarea inconclusa. La última obra del último compositor de zarzuelas, que las escribía ya en una época en que el género era anacrónico. La obra mayor del gran Sorozábal, una obra «seria» con un tema social, nada menos, sin chocarrerías ni folclorismo. Y una ópera, además, aunque a Sorozábal no le gustaba ese término y definía su obra como «drama lírico popular», con música continua y sin partes habladas. El viejo sueño de la ópera española. Hay que decir que la obra de Daniel Dicenta, estrenada en 1895, había sido uno de los éxitos más sonados del teatro español, y que en agosto de 1936, en plena Guerra Civil, había alcanzado las 100.000 representaciones. A Sorozábal le encantaba esta obra, en la que veía autenticidad y personajes reales y creíbles, y a mediados de los años cincuenta comenzó a pensar en ponerle música. Tardó once años en completar la partitura. La terminó en 1969. En 1978 comienzan los preparativos para su estreno, que no llega a producirse. En 2009 se estrena en San Sebastián en versión de concierto. Y esta tibia noche de febrero de 2016, se estrena por fin en el Teatro de la Zarzuela.
¿Es «Juan José» lo mejor de Sorozábal, como él mismo afirmaba? La respuesta, y creo que será unánime, es que no, y que nos seguimos quedando con el encanto de sus zarzuelas «Katiuska», «Adiós a la bohemia», «La del manojo de rosas» … «Juan José» es una obra imposible sobre todo por el deseo de Sorozábal de escribir una obra «moderna». La música, en efecto, está llena de disonancias y de escalas de tonos enteros, y es ruidosa y sarcástica. Pero sus disonancias son elementales e ingenuas, y remiten, al igual que su sarcasmo deformante, a la estética de principios de siglo. ¿Qué decir del libreto, ese espantoso mazacote sin humor ninguno, esa apelmazada condensación de las obsesiones más castizas como lo son el insoportable trinomio Pena + Celos + Venganza? ¿Y todo esto en 1969? Hay también, sin duda, una parte «social», continuas referencias al mundo laboral, al paro, a la pobreza. De haberse estrenado la ópera en 1969 habría sido un éxito a causa de ese contenido «político». Pero lo que no tiene solución es el horrible machismo de la obra. Una obsesión cavernícola, difícil de comprender en 1969, en 1895 o, realmente en cualquier época. Uno siente vergüenza ajena.
La producción, musicalmente brillante, se ve oscurecida por una puesta en escena francamente deprimente. Andrés Ibáñez (Por error adjudicada antes a Alberto González Lapuente)
La Razón
“Juan José”, trasnochada reparación histórica
“Juan José” de Sorozabal. Carmen Solís, Silvia Vázquez, Milagros Martín, Antonio Gandía, José Ángel Ódena, Rubén Amoretti, Ivo Stanchez, Néstor Losán, Lorenzo Moncloa, Ricardo Muñiz, Elena Rey, Roxana Herrera, Manuel Rodríguez y Ramón Farto. Orquesta de la Comunidad de Madrid. José Carlos Plaza, director escénico. Miguél Ángel Gómez Martínez, director musical. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 5 de febrero de 2016.
Escuché a un espectador afirmar tras el primer acto “No me sorprende que no se haya estrenado hasta ahora” y el comentario bien merece una reflexión. ¿Por qué esta tardanza en su estreno? Se contaron en 1979 historias de lo más variopinto cuando, ya ensayándose para su estreno en el Teatro de la Zarzuela, hubo desavenencias entre la Dirección General de Música –con Jesús Aguirre a su frente- y Sorozábal respecto al contrato y sus clausulas. Parecía como si el contrato definitivo que el maestro recibió fuera diferente a lo acordado en un borrador. El caso es que Sorozábal llegó a escribir sobre la citada dirección general, tras cancelar las representaciones, “Esa fue para mí una gran satisfacción, como lo es no volver a verles el pelo”. Hay testigos que cuentan que el compositor, en pleno ensayo, cerró la partitura y afirmó “esto no se va a estrenar”, dejando a Tomás Álvarez, Ángeles Chamorro y Enrique del Portal con la palabra en la boca. En 1989 hubo otro intento de estreno por parte del entonces director del teatro, pero Sorozábal exigió que la cantaran Plácido Domingo, Montserrat Caballé y Teresa Berganza. La cosa era inviable, a pesar de que nuestro tenor anduvo mareando la perdiz, ya que las partes de tenor, soprano y mezzo estaban lejos de ser las idóneas para estos tres artistas. Y, no es una interpretación baldía del asunto, pensar que el maestro tenía grandes miedos al fracaso, por mucho que hacia fuera expresase que era su mejor obra junto a “Adiós a la bohemia”, pieza que por otro lado nunca llegó a alcanzar la popularidad de “Katiuska”, “La del manojo de rosas”, “La tabernera del puerto” o incluso ese “Don Manolito” al que se rinde homenaje en “Juan José”.
Hoy “Juan José” se escucha como una reliquia, como un intento de buscar una salida a un género que el compositor veía caducado. Si el ambiente nos lleva hacia “Adiós a la bohemia” en su marginalidad, la música se acerca más a la de “La eterna canción”. El fugato, los breves motivos conductores, los momentos de expansión lírica que se estrangulan antes de alcanzar el vuelo –así la obligada salida de Rosa de la taberna “Sola va” o cuando Juan José lee la carta de Andrés en la prisión-, los temas folklóricos apenas insinuados y en situaciones antagónicas, caracterizan una escritura a la moda verista, con una música muy suya pero también muy ecléctica. Suenan muchos ecos en ella, empezando por la “Vida breve” de Falla en uno de sus momentos más inspirados. Suena, también hay que decirlo, bastante fuera de su época y bastante fuera de la época en que se estrena, pero está bien escrita. Son curiosos los cambios de ritmo y melodías, que parecen indicar que de un momento a otro el autor se va a lanzar por el camino más popular de la zarzuela grande, sin que nunca llegue a ello. Al final la ópera se queda en una peculiar versión de “Carmen”, machista, con algunas frases que chocan como “No hay ná como tener una buena mata de pelo pa presumir”, en la que sólo falta un “La maté porque era mía” en su final precipitado, una escena en la que Sorozábal trabajó mucho sin acertar.
En éste su estreno escénico se contó con un gran trabajo de Miguel Ángel Gómez Martínez en el foso, como pocas veces se ha escuchado en ese teatro, mimando la partitura y cuidando que la inmensa orquesta no ahogase a los cantantes. José Carlos Plaza acierta en la recreación del ambiente marginal de pesimismo vital empleando el negro y muy pocos elementos.
Magnífico en su entrega el trabajo de Ángel Ódena, difícil pensar en un mejor Juan. Carmen Solís compone una Rosa capaz de sortear los peligros de una tesitura a veces inclemente. Otro tanto cabe apuntar de Antonio Gandía en el papel de Paco con sus traidoras notas agudas. Silvia Vázquez, Ruben Amoretti completan el reparto principal junto a esa Milagros Martín que hace honor a su nombre y que es una garantía para el género. Se podrá discrepar de los valores de la obra, pero no de los medios puestos para su estreno. ¿Qué habría pensado el maestro al ver éste su “Juan José”? Gonzalo Alonso
Que pena me da lo mal tratada que esta la ópera Juan José, que puede que no sea la mejor obra compuesta por Sorozábal?, probablemente, que en aquella época puede que se hubiera entendido mejor?, pero esto me lleva a pensar que entonces cualquier opera o zarzuela, escrita hace años ahora no se entendería, será por eso que hagan esas tremendamente horrorosas puestas en escena que no tienen nada que ver con lo que el compositor quería expresar…..claro no estamos en aquella época.
Antes de continuar quiero aclarar, que simplemente soy una aficionada a la lírica y por supuesto mis opiniones se basan en lo que a mi me hizo sentir Juan José
Es que a nadie se le ha ocurrido ponerse en la situación de estos personajes atormentados en general, hambre, falta de trabajo, celos y un largo etc. Lo que si puedo asegurar que la vi dos veces y la segunda entendí todo mejor.
Es tan sencillo como que la representen mas veces y no la dejen en el olvido, todos nos iremos acostumbrando y puede que guste mas.
Mucho, muchísimo esfuerzo por las papeles principales, es una obra difícil de interpretar, pero cada uno cumplió su misión mucho mas que dignamente, creo que no la puede cantar cualquiera hay que reunir un elenco muy especial y en este caso así fue.
En cuanto al final, ahí si que vi una cierta prisa por resolverlo, falto algo mas, ¿el que? no sabría decir.
En fin he dado mi humilde opinión de aficionada sin entender absolutamente nada de música, pero si muchas horas, días y años de escuchar música lírica, supongo que algo habré aprendido en ello.
Mis felicitaciones a todos los interpretes, para mi creo que el papel de Paco (tenor en este caso Antonio Gandía) debería haber tenido algo mas de protagonismo.
Me temo que probablemente ya no se vuelva a programar y desaparezca en el olvido definitivo, algo que no entiendo ya que salvando los años transcurridos, en la actualidad se esta viviendo una situación muy semejante, falta de trabajo, existe y mucho, celos esos nunca han dejado de existir y con ellos el machismo que por mucho que nos quieran vender lo contrario sigue existiendo y en esta crónica mas o menos lo dice creo que así “la mate porqué era mía”, no intencionadamente, pero si por un acto de violencia