Las críticas al homenaje a Caballé en el Real
LA RAZON, 10/12/2014
Homenaje a Montserrat Caballé
Ni un triste ramo de flores
Obras de Donizetti, Verdi, Charpentier, Strauss, Wagner, Puccini y Bellini. M.Devia, J.Nuccio, I.Churilova, M.Martí, A.Blancas, A.Petersen. Orquesta Titular del Teatro Real. A.Albiach y J.M.Pérez-Sierra, directores. E.Sagi, presentador. Teatro Real. Madrid, 9 de diciembre.
En el Teatro Real no se han dado bien los homenajes. Aún muchos recordamos lo sucedido el 7 de enero de 2000 en el dedicado a Alfredo Kraus, cuando los anunciados Pavarotti, Vargas o Bayo nunca llegaron a pisar el escenario y de ello se informó en plena gala. La reacción del público y la de su entonces director general propició un escándalo mayúsculo que acabó costando el cargo a éste último. Posiblemente para evitar algo parecido, el Real no anunció los participantes hasta los últimos días y entonces para mover una taquilla remolona. En otros sitios sí han funcionado, muy especialmente en el Met, y este mismo año Cecilia Bartoli tuvo éxito en Salzburgo con su gala dedicada a Rossini y muchos también recordamos aquella inmensa de 1972 para celebrar los 125 años del Liceo, donde Lauri Volpi coronó a los 80 años el “Nessun dorma” con un impactante si bemol que casi le hizo perder el equilibrio.
Se precisan varias cosas para que un homenaje funcione: la importancia del homenajeado, el peso en el circuito de quien lo promueve, los precios de las entradas, la promoción y tiempo. ¡Qué duda cabe que Montserrat Caballé es una de las grandes sopranos de la historia, una leyenda! El Real también ha tenido tiempo para prepararlo desde que se pensó en él a primeros de año y la promoción no ha faltado al final. Sin embargo el peso del teatro no es lamentablemente el que se nos quiere transmitir constantemente y los precios de las localidades – 190€ la butaca- resultan desproporcionados. Los artistas que participan en estas ocasiones han de estar muy ligados a la figura homenajeada, pues no suelen cobrar por acudir. Montserrat Caballé sigue cantando, pero pocos colegas de su época permanecen en activo. En estos casos existe una forma de arropar al homenajeado, rodeándole de personas queridas. Artistas que no tendrían por qué cantar e incluso personas ajenas al canto, pues la ópera incluye muchas profesiones con las que los cantantes trabajan, empezando por esos apuntadores que tanto les ayudan y Caballé bien lo sabe. Joan Dornemann sería un claro ejemplo.
Joan Matabosch es ferviente admirador de la soprano y ya en enero de 2012 le organizó una gala en el Liceo. Él glosa su figura en las notas al programa de mano –alicorto, sin biografías de los participantes, sin obras y fechas de la carrera de la soprano en Madrid- y sin duda ha preparado el acto con cariño. Pero la Superba merecía mucho más boato y enjundia a su alrededor, por más que Emilio Sagi echase una mano como presentador, empezando por el palco real y no aquél lateral desde el que recibió casi dos minutos de aplausos de un público en pié tras un vídeo de 1979 en el Real con una vivaldiana “Sposa son disprezzata”, de imborrable recuerdo.
Seis cantantes rememoraron algunas de las páginas que Caballé bordó: Jessica Nuccio puso entusiasmo en dos arias de “Traviata”, Irina Churilova mostró temperamento en “Forza del destino” y delicadeza en “Butterly”, Ann Peterson supo resolver el final de Isolda, Ángeles Blancas exhibió carácter en “Salomé”, Montserrat Martí, con voz crecida y habiendo aprendido mucho de las medias voces maternas en “Louise” y, finalmente, Mariella Devia. Cito a ésta la última porque es ella quien marcó la diferencia, quien realmente salvó la noche, quien nos hizo recordar con su arte el que tuvo Caballé. Abrió Devía con “Piangete voi” de “Anna Bolena”, una obra que nunca trajo suerte a nuestra soprano. Tuvo que posponerla en el Liceo por embarazo cuando estaba en su mejor momento y los ya tardíos recuerdos de la Scala no son gratos. Devia abordó este aria y la escena final de “Il Pirata”, casi como Caballé hizo en la Sala Pleyel parisina en 1966. Esos dos momentos y la “Casta diva” proyectada de la propia Montserrat cantando “Norma” en concierto, en el escenario del Teatro Real en 1971, nos trajeron lo mejor del bel canto y la enorme talla de dos de sus más grandes defensoras en las últimas décadas.
José Antonio Campos, presente en el acto, organizó en la Zarzuela en 1988 otro homenaje con la intervenciónn, entre otros, de Fedora Barbieri, Viorica Cortez, Ileana Cotrubjas, Giuseppe di Stefano, Dalmazio González, Enedina Lloris, Chris Merritt, Antonio Ordóñez, Joan Pons, Claire Powell, Freddie Mercury… y la Reina Doña Sofía. Esta vez los seis citados, felicitaciones en video de Domingo, Fleming y Carreras y un secretario de Estado como máximo representante oficial. No se vió ni un triste ramo de flores. Decididamente otros tiempos fueron mejores y tuvimos más poder en el mundo musical. ¡Qué pena! Menos mal que estuvo Devia y que Montserrat Caballé volvió a conquistarnos al final con sus palabras llanas. Gonzalo Alonso
Siempre ‹‹ Casta diva››
El momento más esperado era la subida al escenario de Montserrat Caballé. Se hizo esperar, pero llegó. Del brazo de Emilio Sagi, a quien adora, la soprano tuvo palabras muy cariñosas para Joan Matabosch, actual director del coliseo, y José Antonio Campos, otra de sus debilidades y que tanto hizo por ella en la capital. Jamás le olvida. También lanzó un piropo a la Orquesta Sinfónica de Madrid. Bromeó con su movilidad y prometió que cuando pueda volver a caminar estará en el escenario del Real. A ella también la recordaron Plácido, con quien tanto ha querido, y que hoy inauguraba temporada en Valencia con ‹‹Manon Lescaut››, René Fleming, que lanzó un inflamado ‹‹bravísima diva›› y José Carreras. Y fue, por ella misma, una vez más, ‹‹ Casta diva›› Gonzalo Alonso
EL MUNDO, 10/12/2014
ÓPERA EL TRIBUTO DE SEIS GRANDES SOPRANOS
«Y VOLVERÉ… A CANTAR»
El Teatro Real abruma a Caballé con un homenaje de altura
No descendió el telón. Lo hizo una pantalla gigante en que aparecía proyectada la Casta diva (Bellini) que Montserrat Caballé interpretó en el Teatro Real en 1971. Había supervivientes de entonces entre los espectadores. Se identificaban con el orgullo y los lagrimones, aunque la ovación a la estrella del vídeo fue unánime. Y más contundente aún cuando la propia diva apareció sobre el escenario, en carne y hueso, renqueante, abrumada por el homenaje que se le había tributado.
Cantar no cantó, pero obtuvimos el placebo de sus grabaciones. Y le arrancamos una promesa: «Volveré a cantar, volveré a Madrid, regresaré con un recital», prometía la Caballé antes de abandonar el escenario, valiéndose de muleta y de la ayuda incondicional de Emilio Sagi.
El director de escena presentó el homenaje, aunque las protagonistas fueron seis sopranos, o seis vestales, pues unas y otras cantantes comparecieron en el Real para custodiar el fuego sagrado de Montserrat Caballé. Y para demostrar la versatilidad de la diosa, asumiendo esa variedad camaleónica que hizo de la soprano barcelonesa una heroína belcantista, una sacerdotisa verdiana, una mediadora de Strauss, una gigante wagneriana, una misionera de Puccini, un mito universal que echó raíces en Madrid en la temporada de 1967 con el asombro de La Traviata.
Por eso se programó anoche el aria del desenlace. La interpretó la joven soprano Jessica Nuccio haciendo valer sus cuerdas vocales y sus piernas, aunque los hitos de la velada, más allá del valor sentimental que representó la figura de su hija, Monteserrat Martí, correspondieron a la personalidad dramática de Ángeles Blancas (Salomé), al peso de la increíble cantera rusa -fabulosa la soprano Erina Churilova- y a la aristocracia belcantista de Mariella Devia, cuya versión de Il Pirata estuvo a punto de sepultar el homenaje a la propia Caballé en su palco de platea.
No sucedió. La gran pantalla de vídeo devolvió a la gloria a la Caballé. Hizo recordar su grandeza. Demostró que urgía reivindicarla lejos de los detalles que la han desdibujado o frivolizado en la memoria, incluidos el anuncio de la Lotería, la multa de Hacienda o sus devaneos con Freddy Mercury.
Que apareció anoche. Lo hizo en un desglose del álbum fotográfico que la pantalla, otra vez la pantalla, proyectaba recorriendo medio siglo de carrera y de milagros, muchos de ellos verificados en Madrid. Y agradecidos por la Caballé anoche entre escalofríos y risa nerviosa: «No se me ha conmovido el corazón, sino el alma» RUBÉN AMÓN
ABC, 10/12/2014
La casa de Caballé
HOMENAJE A MONTSERRAT CABALLÉ * * * *
Intérpretes: Mariella Devia, Jessica Nuccio, Ángeles Blancas, Irina Churilova, Montserrat Martí, Ann Petersen, Orquesta Titular del Teatro Real. Presentador: Emilio Sagi. Dir. musicales: Alvaro Albiach, José Miguel Pérez-Sierra. Lugar: Teatro Real. Fecha: 9-XII
4Es lógico esperar momentos emocionantes en un homenaje como el que anoche recibió Montserrat Caballé en el Teatro Real de Madrid. Y algunos hubo, desde el mismo arranque en el que tras imágenes del recital ofrecido en ese mismo escenario en 1979, y a la sombra de la música de Vivaldi, los espectadores se pusieron en pie para aplaudir a quien era espectadora de su propia celebración desde un palco proscenio. Pero estas tensiones también re-quieren del nervio de un espectáculo con dirección, sorpresa y agitación, que sepa dosificar y dominar los puntos culminantes. Quizá fue este el punto más débil de una gala de estructura convencional, poco imaginativa y ambiciosa, lo contrario a algo que prometía ser importante y proporcionado.
Sólo hay que repasar el programa de ayer con fragmentos de algunas obras de Donizetti, Verdi, Richard Strauss, Wagner, Puccini y Bellini: uN recorrido transversal a través de una pequeña parte del repertorio de Caballé. Músicas muy diversas, que un día fueron patrimonio de una intérprete cuya ductilidad y grandeza se refleje anoche en voces muy distintas. Entre todas ellas estuvo Mariella Devia, quien puso un estupendo fin al concierto con las complicaciones estratosféricas de «I1 pirata»; Irina Churilova, que con voz voluminosa y muy expresiva cantó a Verdi y Puccini, y, sobre todo, Ángeles Blancas capaz de una brutal escena final de «Salomé». que acumuló verdadera tensión en la sala.
Contó con la ayuda del director Alvaro Albiach, capaz de poner a la Orquesta Titular del Teatro Real en una dimensión musical de mucho peso. El mismo acompañó también a Ann Petersen ante «Tristan und Isolde» y a su mano se debe gran parte del éxito cosechado por la soprano danesa. Del otro lado. José Miguel Pérez-Sierra dirigió con limpieza y oficio a Jessica Nuccio, una Traviata de grandes condiciones, y a Montserrat Martí, hija de Caballé, quien dejó detalles que son marca de la casa. A estos y a otras virtudes más personales se refirieron Emilio Sagi, presentador del homenaje, Plácido Domingo, Renée Fleming y José Carreras, quienes saludaron a través de una grabación.
De manera que a falta de la presencia en el Real de nombres con historia, o de un programa que ofreciera algo más que varias fotos. Caballé estuvo anoche rodeada de gente de aquí, a los que muy emocionada agradeció su presencia. Por ejemplo, José Antonio Campos responsable último desde el Teatro de la Zarzuela de muchos días de Caballé en Madrid. Como el de ayer uno más, tras casi medio siglo de relación profesional con una ciudad que siempre le fue cercana. ALBERTO GONZÁLEZ LAPUENTE
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