Las incongruencias de Catalá al descubierto
Las incongruencias de Catalá al descubierto
Teníamos guardado el asunto para más adelante, pero una rueda de prensa ha sacado a la luz todos los despropósitos de María José Catalá, consejera de cultura de la Generalitat, en el tema del Palau de les Arts. Ella es la gran responsable del actual descrédito de la institución. El asunto que relatamos a continuación salió a la luz tras una pregunta de un redactor de la SER, que acertó de lleno, poniendo a Catalá casi fuera de sus casillas.
Catalá no dudó en deshacerse de Helga Schmidt en cuanto encontró una excusa -¡qué mal le sentaron los silbidos en el teatro en el “Turandot” en la despedida de Mehta-, porque su auténtica obsesión es mandar en el Palau. Ahora ya lo hace a través de la secretaría general y un director administrativo, los actualmente capacitados para firmar. Había declarado que el sucesor de Schmidt, Davide Livermore, ganaría 55.000€, para luego desdecirse y afirmar que finalmente ingresaría lo mismo que Schmidt, 68.000€, por ser también intendente y director artístico. Pero es tal la ignorancia de Catalá que no se percató que los estatutos del centro expresan que el intendente ha de tener dedicación exclusiva y no otros ingresos ni actividades. Esto no era un problema para Schmidt cuando ganaba 185.000€ y no lo fue luego al pasar a 68.000 porque amaba “su” proyecto y estaba dispuesta a sacrificarse por él. Pero Livermore es otra cosa.
Livermore es director de escena y puede ganar con una regía entre 30 y 60.000€. Naturalmente no iba a renunciar a su carrera y siempre pensó, con la mayor naturalidad del mundo, que intendencia y dirección de escena serían compatibles hasta en el propio Palau, cobrando cada trabajo por su lado. Vamos, que pensaba ganar en el Palau los 68.000€ como intendente y director artístico y al menos otros 60 o 70.000€ por un par de direcciones de escena, amén lo que le llegase de otros teatros. Porque además, como hacen todos los registas que también son directores artísticos, había calculado que el cargo le permitiría invitar a amigos a realizar puestas en escena y que éstos le devolverían el favor en sus teatros, ampliando sus posibilidades laborales. Pero he aquí que no se enteró de lo que supone el cargo de intendente en el Palau hasta que le pasaron a la firma su contrato de exclusividad. Obviamente se negó a firmarlo. Catalá no sabía donde meterse y sigue sin saber hacerlo.
Livermore juega con ventaja y lo sabe. Catalá tendrá que encontrar una solución porque no se puede permitir otro escándalo que dejaría aún más al descubierto su incompetencia. Se rumorea que le va a proponer a Livermore un contrato tan breve como de un mes, para intentar en ese lapso cambiar los estatutos y permitirle la compatibilidad, pero esto va a resultar dificil con las elecciones por delante si la oposición lo maneja convenientemente y después de las elecciones ya se verá. De lograrlo nos encontraríamos con el nuevo intendente ganando el doble que su antecesora frente a lo argumentado por la consejera.
Así que de momento Livermore se ha permitido nombrar tres directores musicales sin tener él mismo cargo alguno en el teatro. Así se hacen las cosas con Catalá. ¿En qué piensa el presidente Fabra? Y mientras tanto Schmidt, que es una auténtica bendita y no quiere ver el bajón de calidad en su proyecto, se dedica a asesorar a Livermore para que no meta la pata como ya la ha podido meterla. ¿Acaso los nombramientos musicales no son más que discutibles? Biondi, amigo estrecho del intendente, sólo puede dirigir barroco pero el barroco no vende en Valencia. Roberto Abbado no pasa de ser un discreto segundón, pero Livermore le necesita para que alguien se ocupe del gran repertorio, pero ¿quién va a dirigir el alemán?. La orquesta le ha recibido bien porque el “Don Pasquale” que dirigió hace poco venía tras “Manon Lescaut” con Plácido Domingo y, claro, la comparación entre la veteranía rutinaria y la afición sin consolidar era tremenda. Al menos Abbado mantenía junta la orquesta.
Por mucho que unos y otros quieran engañar hay varias cosas que están en las hemerotecas. Schmidt dejó aprobadas las nuevas audiciones de la orquesta. Serán a final de primavera, pero ¿se presentarán a ella, con Biondi y Abbado, los mismos solistas de calidad que se hubieran presentado con Mehta? Livermore declara que va a potenciar la obra de Martín y Soler, pero no olvidemos que Schmidt ya programó “El árbol de Diana” y “Una cosa rara” e incluso puso su nombre a una sala. ¿Acaso los dedicits del teatro no fueron nunca artísticos, sino que obedecían a un mero juego contable entre los gastos en concepto de alquiler del teatro a la Ciudad de las Artes y los ingresos como subvención de la Generalitat, aprobados en patronatos, que luego no llegaban?
En fin, que no nos cuenten cuentos, que no cuelan. Y menos colarán cuando salga a relucir el documento en el que Catalá exculpa a Schmidt de todo aquello de lo que se la acusaba en el pobre, ridículo y mal redactado informe “Diógenes”. ¿Qué hará entonces la consejera? ¡Felices Fallas! Beckmesser.com
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