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Por Publicado el: 15/11/2015Categorías: Crítica

Le Nozze en Berlín: un divertido Almaviva latin lover

LE NOZZE DI FIGARO (W. A. MOZART)

Teatro Schiller de Berlín. 13 Noviembre 2015

Se trata de una nueva producción, que lleva la firma de Jürgen Flimm, que es el actual director general de la Staatsoper de Berlín, cuya sede actual sigue estando en el Teatro Schiller. Aparte de ser el director general, Jürgen Flimm es un prestigioso director de escena, cuyos trabajos se han visto todavía recientemente en nuestro país, más concretamente en Barcelona (Fidelio) y en Madrid (Il Trionfo del Tempo). En estos mismos días su producción de Wozzeck en la Scala de Milán ha sido alabada de manera casi unánime.

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Escena

Jürgen Flimm traslada la acción a los años 20, en una especia de balneario, a donde durante la obertura llegan los Condes Almaviva y sus acompañantes. La producción va por caminos de comicidad, destacando poderosamente el tratamiento que hace del Conde como un latin lover infantiloide, que a mí me recordaba mucho las interpretaciones de Adriano Celentano. De hecho, el Conde Almaviva acaba convirtiéndose en el auténtico protagonista de la obra. El otro aspecto llamativo de la producción es la presencia casi constante en escena de Cherubino y Barbarina, ésta como una adolescente bastante salida dispuesta a juntarse con quien sea. La dirección de actores es francamente buena, entregándose todos a sus personajes y resultando una función divertida.

La escenografía de Magdalena Gut es prácticamente única paral los tres primeros actos, en un gran salón del balneario, abriéndose al fondo en el último acto, para presentar un paisaje campestre en cuesta. El vestuario de Ursula Kudrna es siempre atractivo y adecuado, destacando poderosamente el divertido vestuario del coro, que son otros huéspedes del balneario. Correcta la iluminación de Olaf Freese.

Uno de los atractivos de estas representaciones era la presencia en el podio del venezolano Gustavo Dudamel, que dirigía por primera vez en Berlín una nueva producción. La dirección de Dudamel ha estado muy cuidada, atenta a los detalles y sobre todo muy amigable con los cantantes, a los que nunca cubrió. Esta representación de Nozze di Figaro se ha caracterizado por el inmenso cuidado con que se han tratado los recitativos, que han sido un ejemplo para cualquier representación de esta ópera de Mozart. Supongo que en este tratamiento mucho ha tenido que ver Gustavo Dudamel. Buena la prestación de la Staatskapelle Berlín, así como del Staatsopernchor.

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Escena

Fígaro fue para mí lo menos convincente del reparto. Se trataba del barítono estonio Lauri Vasar, cuya voz me resultó más clara que lo que el personaje requiere. Su canto resulta monótono y tiene una clara tendencia a cantar forte, lo que priva de brillantez a su actuación. Creo que para una ocasión como ésta había mejores alternativas sin romperse la cabeza.

La soprano austriaca Anna Prohaska se ha convertido en una de las artistas favoritas del público de la Staatsoper de Berlín y ha vuelto a confirmar esta condición, que, por cierto, no es fácil de conseguir. Su Susanna fue muy adecuada tanto es escena como vocalmente, aunque para mí resulta más brillante en personajes más ligeros.

La soprano Dorothea Röschmann fue una muy adecuada Condesa. Sin duda que se trata de una de las más destacadas sopranos mozartianas de los últimos años y sigue ofreciendo un estilo impecable y una voz de mucha calidad en el centro. Sus nota altas ahora quedan apretadas y ella lo sabe, ya que recurre a alternativas en el segundo acto. Su interpretación de Porgi amor fue excelente, no estando al mismo nivel en Dove sono, en donde hubo de abrir sonidos en las notas altas. Sus recitativos y su interpretación escénica fueron intachables.

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Escena

Ildebrando D’Arcangelo fue un excepcional Conde Almaviva o mejor dicho un excepcional intérprete del Conde Almaviva en la visión de Jürgen Flimm. Como digo más arriba, hace una interpretación impresionante del latin lover a lo Adriano Celentano. Su dominio de los recitativos fue excepcional. Su voz es más oscura que la de su colega en Figaro y cantó francamente bien su gran aria.

La mezzo soprano francesa Marianne Crebassa fue Cherubino y se ganó el favor del público. Como he dicho antes, su presencia en escena es casi constante y ella hace una excelente interpretación. Vocalmente, me gustó mucho cómo cantó Non so più, dando un gran sentido a cada frase y matizando mucho su canto. A buen nivel, aunque por debajo de la anterior, quedó en Voi che sapete. Una muy prometedora cantante.

Katharina Kammerloher fue una Marcellina bastante más joven y fresca vocalmente que lo habitual en el personaje. Tuvo el inconveniente de que no fuera muy creíble que pudiera ser la madre de Fígaro y la ventaja de que se pudo abrir el corte habitual del aria Il capro è la capretta, cantado con mucha gracia y frescura. Otto Katzameier fue un más bien modesto Don Bartolo, sin relieve en el aria de la Vendetta. La joven soprano Sonia Grané lo hizo bien en el arioso de Barbarina y resultó una creíble intérprete en su muy exigente participación escénica.

En los personajes menos importantes Florian Hoffmann fue un no más que correcto Basilio, mientras que Peter Maus lo hizo bien en Don Curzio. El veterano Olaf Bär fue Antonio, que aquí es el mayordomo del balneario, y mostró que su voz se ha reducido notablemente.

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Anna Prohaska e Ildebrando DÁrcangelo

El Teatro Schiller ofrecía un lleno total. El público se mostró muy satisfecho con el resultado, dedicando sonoros bravos a los artistas y al maestro. Entre los primeros las mayores ovaciones fueron para Anna Prohaska, Idldebrando D’Arcangelo y Marianne Crebassa.

La representación comenzó con 4 minutos de retraso, debido a que se retransmitía en directo por canal Arte, teniendo una duración total de 3 horas y 31 minutos, incluyendo un descanso. Duración musical de 2 horas y 58 minutos. Siete minutos de aplausos.

El precio de la localidad más cara era de 107 euros, costando la más barata 37 euros. José M. Irurzun

 Fotos: HBC

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