SURREAL ANTES QUE FANTÁSTICA

Offenbach: Les contes de Hoffmann. Eric Cutler, Anne SofievonOtter, Vito Priante, Christoph Homberger, Ana Durlovski, MeashaBrueggergosman, Altea Garrido. Dirección Musical: Sylvain Cambreling. Dirección de escena: Christoph Marthaler. Teatro Real Madrid. 17-5-2014.

Esta ópera siempre se da definido como fantástica. Ese aspecto ha estado ausente en esta representación del Real. Cambreling ha sido, como es costumbre, un director atento, firme, excelente concertador, preciso, que ha hecho sonar la orquesta del Teatro, hoy ampliada, lo mismo que el foso, a buen nivel, con empaste y rotundidad antes que con finura. Sus tempi han sido por lo común morosos. Pero los conjuntos corales, los concertantes han estado en su sitio. Ha empleado, como suele hacer, la edición del alemán Fritz Oeser, que rearmonizay reorquestamuchos momentos de una partitura que nunca ha tenido una edición absolutamente fiable. Todo ha sonado en exceso robusto.

Eric Cutler ha apechugado con la difícil parte de Hoffmann, aquí, por mor de la dirección escénica, convertido en un pelele. La voz, no grande, de lírico, se apoya con frecuencia en la gola y los agudos suelen ser estrechos y faltos de esmalte. MeashaBrueggergosman ha cantadolas partes de Antonia y de Giulietta, dándole a una candidez y a otra sensualidad. La voz, de soprano lírica, oscura, con un vibrato acusado, no alcanza con total desahogo la zona superior, donde pierde timbre. La que ha perdido caudal y color es la de Anne SofievonOtter, Musa y Nicklause, a la que a veces no se la escucha, bien que mantenga su clase y su estilo. Espléndida Anna Durlovski como Olympia: timbre de lírico-ligera robusta con mucho metal y estupendas agilidades. Insuficiente Vito Priante, más barítono que bajo, en su cuádruple papel diabólico. Desigual Homberger en otro cuádruple cometido y muy cansado Lafont como el Maestro Luther y Crespel.

Se dice que Marthaler y la escenógrafa Anna Viebrock parten de una idea de Mortier al situar la acción, las distintas acciones, en una reproducción de parte del bar y de algunas salas de dibujo del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Tal punto de partida podía tener su interés porque ese espacio, dice el regista, “reune inspiración espacial y de contenido para nuestra puesta en escena. En ese lugar reina una absoluta simultaneidad entre la productividad intelectual y artística: formación, invención, bosquejo, proyecto, desarrollo… todo ello en el mismo momento y en todas las plantas”.Lo cierto es que esa base de actuación no ha dado en lo escénico ningún buen resultado, ya que en esta visión la acción queda congelada. Se inventan acciones paralelas que no tienen significado aparente, lo que redunda en un enmarañamiento argumental que complica, densifica y dota de una psicología añadida a la narración.

Todo se desarrolla en el mismo escenario, que adopta el aspecto de una sala de hospital, con despiece de órganos, múltiples idas y venidas,actitudes inverosímiles del coro, atuendos estrafalarios –mujeres barbudas-, continuos desfiles de figurantes. Los dúos de amor se cantan a distancia. En los actos IV y V la escena se puebla de mesas de billar, sobre las que se retuercen y dentro de las que salen personas. Escenas y aspectos sin duda surrealistas –como el de hacer que Nicklause sea siempre una mujer y no un hombre (la Musa transformada)-, que pueblan de curiosos fantasmas a la historia, pero que, a la que, curiosamente, no se le concede la necesaria dimensión sobrenatural. Demasiadas ocurrencias. Muchos aplausos para cantantes y foso y abucheos para la escena. Arturo Reverter