Lohengrin en Salamanca
“Lohengrin” en Salamanca
Soberbio trabajo
“Lohengrin” de Wagner. J. Botha, E. Sunnergardh, P.Lang, A. Walker, J. Till, A. Odena, etc. Orquesta de Castilla y León y Coro Nacional Checo. S. Bychkov, director.
Podría haber calificado de milagroso el resultado del presente “Lohengrin”, pero eso habría sido tanto como insinuar que no había mimbres en la Orquesta de Castilla León y evidentemente los hay. De otra forma no hubiese sido posible el gran nivel alcanzado bajo la batuta de Bychkov, por mucho ensayo y dedicación que haya mediado. Nuestras orquestas necesitan más a menudo inyecciones de vitalidad, entusiasmo, entrega y trabajo, guiadas por directores competentes dispuestos a echar horas. Es lo que Enrique Rojas ha logrado con Bychkov y la Orquesta de Castilla y León.
También estuvo bien el Coro Nacional Checo, aunque se viese perjudicado por la fuga de sonido hacia arriba del propio escenario, hecho típico de palacios de congresos en funciones de auditorios.
Se consiguió además un reparto de magnífico nivel medio, capaces de dejarse oír sin problemas a pesar de compartir escenario con la orquesta. Posiblemente no exista hoy mejor Lohengrin que Johan Botha. Canta la parte con lirismo, poder y una facilidad apabullante. En la Ortrud de Petra Lang, muy aplaudida Brangäne este verano en Bayreuth, corren paralelas expresión vocal, facial y corporal. Vive, transmite el personaje y, no sólo Telramund, sino cualquiera se dejaría convencer por sus malvados deseos. Formidable, muy en la escuela Bjöner. Resulta inimaginable que la soprano Erika Sunnegardh aborde, como se especificaba en el programa de mano, los papeles de Turandot y Abigaille, pues en realidad no pasa de ser una ligera, sin graves y corto de cuerpo el centro. Sin embargo, gracias a una envidiable proyección del tercio agudo, saca Elsa adelante bastante satisfactoriamente. Alfred Walker, pasada la angustia de desconocer el paradero de sus padres en Nueva Orleans, crea un Telramund humano, de timbre interesante en centro y graves. Un punto corto, por demasiado lírico, el rey de Johann Till. Angel Odena es nuevamente un irreprochable Heraldo. Tiene mucha y buena carrera por delante.
Todos ellos guiados por Bychkov, maestro que suda -en el doble sentido- sus versiones, siempre brillantes y llenas de vida. Reconforta saber que aún se puede escuchar un buen Wagner. Vocal y musicalmente para sí lo quisiera cualquier temporada de opera. Se disfrutó y vitoreo en La Coruña y Salamanca. Lástima que al público de Castilla y León le cueste acudir a los acontecimientos culturales que con tanto esmero prepara la correspondiente consejería.
Gonzalo Alonso.
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