LOHENGRIN (R. WAGNER) Segundo reparto. Teatro Real de Madrid
LOHENGRIN (R. WAGNER)
Teatro Real de Madrid. 11 Abril 2014.
Estas representaciones de Lohengrin se han programado con dos repartos vocales, que pocas veces pueden considerarse tan alternativos como en esta ocasión. Ya el precio de las localidades, que es el mismo para los dos repartos, deja claro que no puede hablarse estrictamente de primeros y segundos repartos. No es un argumento definitivo, por supuesto, ya que muchas veces ocurre lo mismo. En esta ocasión, además, se puede decir que no hay sobre el papel diferencia de calidad apreciable entre los dos repartos e incluso más de un aficionado puede preferir el segundo al primero.
La producción sigue siendo la de Lukas Hemleb y nada nuevo hay que reseñar sobre la misma. En cambio, ha habido novedades en el foso, ya que en esta ocasión el director ha sido el alemán Walter Althammer, que estaba previsto desde el principio para dos de lasrepresentaciones, siendo ésta la primera de ellas. Al parecer, Walter Althammer ha actuado durante todos los ensayos como asistente de Hartmut Haenchen y, por tanto, es perfecto conocedor de toda la preparación de las fuerzas musicales realizada por eldirector titular. No puede, por tanto, haber grandes diferencias de calidad musical entre las dos representaciones. La Orquesta y el Coro del Teatro Real han repetido sus sobresalientes actuaciones del día anterior. En cuanto a la dirección de Althammer, las cosas han rodado francamente bien, pudiendo señalar unos tiempos algo más erráticos que en la versión de Haenchen, tendiendo a un mayor dramatismo y ralentización en los dos últimos actos. Habría que verle en otras circunstancias para poder valorarle debidamente, aunque la impresión es buena.
El reparto vocal ha tenido un nivel conjunto equiparable al del primer reparto, mejor en unos casos y algo por debajo en otros. Mezclando los dos repartos se podía hacer subir la calidad de la representación. El nuevo Caballero del Cisne era el tenor alemán Michael König, que había visitado Madrid en varias ocasiones durante el mandato artístico de Gerard Mortier. En las numerosas ocasiones que le había visto en el pasado siempre me había parecido un tenor sin mucho interés, con un centro de cierta calidad y graves problemas en la zona alta. En esta ocasión su actuación me ha sorprendido poderosamente, ya que su Lohengrin ha sido bastante mejor de lo que podía esperarse. No es el Lohengrin de mis sueños, pero sí un intérprete muy solvente, que ha resuelto sin problemas todas las dificultades de la partitura. La voz me resulta más atractiva que de Christopher Ventris en el primer reparto, aunque corre peor que la del británico. Sus habituales problemas en la zona alta no se han notado en esta ocasión.
La soprano alemana Anne Schwanewilms puede cantar Elsa en reparto titular en cualquier teatro y era una sorpresa verla aquí fuera del mismo. Estamos ante unasoprano de voz muy atractiva y muy bien manejada. Yo diría que en el primer acto y hasta el dúo con Ortrud en el segundo, su actuación resultó ejemplar, difícil de mejoraren términos vocales. A partir del mencionado dúo, la parte de Elsa se hace más dramática y necesita una evolución clara en la intérprete, lo que no ocurrió en la concepción que Anne Schwanewilms hace en su interpretación. Elsa sigue siendo una mujer soñadora y melancólica, a la que le falta carácter, especialmente en la gran escena de los esponsales con Lohengrin. Siguió cantando con gran gusto, pero con excesiva frialdad y el personaje de Elsa quedó corto en su evolución dramática. Habría que añadir para afear su actuación el hecho de que cascara de forma espectacular en el agudo que corona la fatídica pregunta que lanza a Lohengrin. Indudablemente, este fallo clamoroso influyó en el público y en ella misma, que acabó la representación con evidentes precauciones en su intervención final.
La diferencia de edad entre Dolora Zajick y Deborah Polaski, las dos intérpretes de Ortrud, no llega a los 3 años. Las dos han sido cantantes de referencia en los años 90. Sin embargo, el estado vocal de una y otra no tiene nada que ver. Como escribía ayer, Deborah Polaski es una sombra de lo que fue y bien haría en no emborronar su pasado. Dolora Zajick, en cambio, fue la triunfadora de la noche, ofreciendo una gran intensidad en su canto, demostrando que el tiempo no le ha hecho perder un ápice de su portentoso volumen vocal en la zona alta y seguir ofreciendo unos agudos que son auténticos latigazos llenos de fuerza, volumen y afinación. El centro ha perdido algo de proyección, pero es a su edad (62) un auténtico milagro vocal. Lo que se nota que ha perdido es movilidad.
Thomas Jesatko fue un Telramund un tanto basto, unidimensional y monótono en su canto. La voz está, pero hace falta más que eso para convencer cantando. El bajo croata Goran Juric fue un aceptable Rey Heinrich, con voz más adecuada que la de Franz Hawlata. Al menos, tiene mayor volumen y homogeneidad de registros. No es un cantante excepcional ni mucho menos, pero debería haber estado en el primer reparto. Volvió a naufragar Anders Larsson en el Heraldo.
El Teatro Real volvía a ofrecer una ocupación de alrededor del 90% del aforo. El publico dedicó una cálida recepción a los artistas, menos entusiasta que la noche anterior. El triunfo incontestable fue para Dolora Zajick, orquesta y coro. La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 4 horas y 14 minutos, incluyendo dos intermedios. Duración puramente musical de 3 horas y 19 minutos, 4 minutos superior a la del día anterior, estando la diferencia en los dos último actos. El precio de la localidad más cara era de 213 euros, habiendo butacas de platea por 203 euros. En los pisos superiores los precios oscilaban entre 179 y 90 euros. La entradamás barata costaba 34 euros. José M. Irurzun
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