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Por Publicado el: 16/06/2015Categorías: Crítica

Bellos sonidos de Montiel en homenaje a Gómez Amat

LOS BELLOS SONIDOS DE UN HOMENAJE

Homenaje a Carlos Gómez Amat. Canciones de Montsalvatge, Parera Fons, Gómez, Villa-Lobos, Ovalle, Halffter, Hahn, Debussy y Massenet. María José Montiel, mezzo. Josep María Colom, piano. Teatro de la Zarzuela, Madrid. 15-6-2015.

María José Montiel©Fernando Vázquez Morago - Fidelio Artist (2)

 

gomez amat1

 

            Por fin pudo llevarse a término este recital del XXI ciclo de Lied del Teatro de la Zarzuela, dos veces aplazado. Se desarrolló, de acuerdo con lo inicialmente previsto, como homenaje al insigne crítico, ensayista e historiador de la música Carlos Gómez Amat (Madrid, 1926), hijo de Julio Gómez, que fuera importante compositor y docente, maestro de tantos creadores posteriores. El festejado, presente en la sala, recibió los cálidos aplausos del respetable y las cariñosas salutaciones de los intérpretes y del director del CNDM.

            Pocas celebraciones más indicadas y lógicas para una carrera artística e intelectual tan ejemplar como la de Gómez Amat, hombre de múltiples saberes, cordial y exquisito estilista, autor de escritos llenos de verbo y de gracejo, cuya personalidad era adecuadamente ensalzada en el programa de mano por Gonzalo Alonso y José Luis García del Busto. En el recital figuraban tres canciones del hermoso ciclo Seis poemas líricos de Juana Ibarbourou de 1934, firmado por su padre, que fue emocionadamente cantado por la mezzosoprano madrileña, que puso en juego, como en todo el recital, todo su rico arsenal fraseológico, su variedad acentual, sus delicados reguladores y su presencia vocal, que toma cuerpo en un timbre espejeante y lustroso, carnoso y pleno, pletórico de armónicos.

            La redondez de la emisión, sólo pasajeramente engolada en algunos graves, la química pureza de su centro, la robustez de los agudos, ocasionalmente empañados por una cierta y casi inapreciable destemplanza, fueron armas imbatibles de la cantante, hábil en la matización y coloración, experta en la media voz y en la proyección de canónicos y audibles filados, refinada y sutil, aunque otorgando a veces un talante quizá en exceso melodramático a lo interpretado y con algunas leves motas de ininteligibilidad textual. Limitaciones a no tener en cuenta por la altura expresiva, la adecuada pronunciación de los cuatro idiomas y la belleza del sonido.

            También por la valentía, coronada por el positivo resultado, de afrontar el pequeño ciclo de cuatro canciones de Antoni Parera Fons (Manacor, 1943) Empfänger Umbekannt (Destinatario desconocido), sobre extraños y surrealistas poemas en prosa de la alemana Ruth Schweikert (1965), que conocía su estreno mundial. Poemas en forma de cartas, que el compositor traslada a un lenguaje musical que combina lo hablado con lo recitado y con discretos y estratégicos segmentos melódicos. Música inquietante no exenta de ironía, que juega con la disonancia, que es rico en vocalizaciones y que se apoya en un piano extremadamente sugerente. Atractivo el aire danzable del teclado en la tercera pieza, Brief (Carta) y curiosa la aplicación de un ritmo vecino al de la habanera en la cuarta, Alice, que contrasta con el toque dramático del final y la escritura de algunas notas muy graves, solventadas sin problemas por Montiel, que siempre, incluso en sus tiempos de soprano lírica, tuvo perfectamente impostadas.

            Demostró aquí la cantante sus dotes de magnífica actriz, que extendió a las demás páginas del variado repertorio elegido, en el que dio muestras de gran acoplamiento a textos y músicas, y el mejor ejemplo fue el juego de delicados portamentos, la alternancia de forte y piano, las medias voces y el delineado ondulante y cadencioso de algunas de las Cinco Canciones negras de Montsalvatge. Las dinámicas exquisitas en la Melodía sentimental de Villa-Lobos, gracia, las bien trazadas elevaciones al agudo en Azulao de Ovalle, la emoción lírica en Ai que linda moça de Ernesto Halffter y el rotundo repujado en Ouvre tes deux bleus de Massenet fueron otros tantos logros del concierto, en el que colaboró, en calidad de refinado, variado, exacto y musical protagonista el piano de Colom. La Habanera de Carmen y El día que me quieras de Gardel pusieron fin a una sesión recibida entre clamores por el público.  Arturo Reverter

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