Recomendación: Los días grandes de Cuenca
Los días grandes de Cuenca
Es decir, viernes y sábado santo. No se ha andado con remilgos Cristóbal Soler programando. Dando un protagonismo casi absoluto a su Orquesta y Coro llamados del Festival SMR, lo que quiere decir nada más y nada menos que conjuntos estables para la Semana de Música Religiosa de Cuenca, consolida su propuesta de dar a Dios lo que le corresponde y a César… lo que le toque. Esta vez, y en un alarde de hiperpopularidad, al menos comparando con lo que sucedía en la ciudad manchega años atrás, no busca y rebusca, sino que apunta a lo más grande: por ejemplo, en dos días, el Requiem de Mozart y la Misa en Si menor de Bach. Probablemente una especie de puñetazo en la mesa que cambia radicalmente la idea de festival para los de siempre, en busca de los que no van nunca. Parece dirigirse a estos cuando con medios alejados del oropel (las dos obras requieren un coro, una orquesta y unos solistas de primera, clase A) se atreve a dirigirse a un público para el que la Semana siempre fue ´otra cosa´. Ahora no se especula. No se juega con relaciones entre repertorio e intérpretes, al apuntar directamente a la misma cumbre. Seguramente es el camino más corto: programar la mejor música religiosa posible, aunque el peligro de sentar en las butacas del auditorio a expertos que ´se las saben´ de memoria, tocadas, cantadas, y lo que es más importante, interpretadas por los señores que protagonizan el top discográfico, es más que evidente. Es, seguramente, la nueva democracia musical, la que se pregona de abajo a arriba y no al revés. Supongo que habrá opiniones para todos los gustos.
La mía no puede pasar de que todos deberíamos darnos un baño de realidad. Tanto la una como la otra (sobre todo la Misa) no son músicas que se escuchen todos los días en nuestro país. Y un baño de realidad en el que quisiera sumergirme para hablar a los que, efectivamente, no se las saben de memoria, que a lo mejor son más de lo que se puede pensar, para recordarles un par de cosas muy sencillas. Si deciden dejarse caer por la descarnada y hermosa ciudad de Cuenca este fin de semana para escuchar estas dos obras, olviden la idea de que escucharán versiones de altura excelsa; es casi seguro que no, porque son partituras para artistas muy escogidos. Sin embargo, harán muy bien en ir hasta allí pensando únicamente en la música que van a escuchar, en ambos casos una especie de declaración de principios acerca de los sentimientos más hondos que nuestra alma/inteligencia puedan gestionar; en Bach, la más increíble proclamación de fe y belleza, sin que la una entorpezca a la otra, y edificada a través de una inmensa conversación entre la colectividad del más acá y la divinidad del más allá; en Mozart, algo parecido, pero poniendo a la individualidad en el primer plano de esa conversación. En ambos casos, un canto a la compasión humana y a la gloria de lo desconocido como fuerza y potencia del universo. Como verán, mucha tela que cortar para que, a lo mejor, nos deba de preocupar si sus intérpretes son más o menos divos. Digo yo. Pedro González Mira
Mozart: Réquiem K 626. Joanna Parisi, Lorena Valero, Ramón Vargas, Deyan Vatchlov. Orquesta y Coro del Festival. Dir.: Cristóbal Soler. Teatro Auditorio. Viernes 30, 19.30. 30 y 35 €.
BACH: Misa en Si menor BWV 232. Ensemble Conductus. Dir.: Andoni Sierra. Teatro Auditorio. Sábado, 19.30. 35 y 40 €.
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