LUCIA DI LAMMERMOOR (G. DONIZETTI)
Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 5 Diciembre 2015.

Estos comentarios se refieren a la primera representación del segundo reparto, cuyo resultado ha sido más convincente que el del reparto de las grandes estrellas. Unos protagonistas más convincentes y adecuados en sus respectivos personajes y una dirección musical más briosa han sido la causa principal de este mejor resultado.

Escena

Poco tengo que añadir a lo dicho el día anterior sobre la producción de Damiano Michieletto, que me sigue resultando igual de anodina y aburrida. Únicamente añadiré lo sorprendente que resulta ver a Lucía cantar la escena de la locura con su vestido blanco e inmaculado, en el que no hay ni una gota de sangre, aunque momentos antes Raimondo cante aquello de que Arturo yace en el suelo muto, freddo, insanguinato.

Me refería antes a la mejor dirección musical en esta ocasión de Marco Armniliato. No diré que ha sido mucho mejor, pero sí que pareció controlar más el volumen orquestal en la primera parte de la opera y que sus tiempos fueron más vivos que el día anterior, lo que no es la primera a vez que ocurre, cuando un director se pone al servicio del divo. Ocurrió hace unos días en Madrid en el Rigoletto de Nucci y ha vuelto a ocurrir en Barcelona con la Lucía de Juan Diego Flórez.

En el primer reparto tuvimos en el rol protagonista a Elena Mosuc, cuya actuación fue buena, pero un tanto monótona y aburrida. La nueva Lucia era la granadina María José Moreno, cuya actuación ha sido más convincente que la de Elena Mosuc. María José Moreno tuvo una actuación vocal intachable, como suelen ser todas las suyas, y además de brillantez aporto emoción al personaje. Hoy María José Moreno es una auténtica garantía de calidad en cualquier personaje que aborda, como lo demuestra continuamente, y su Lucia puede pasearse por los más importantes teatros de ópera en el mundo, sin tener que ceder al paso sino ante Diana Damrau. Su carrera no tiene nada que ver con las de otras colegas suyas. Ella ha preferido poner por delante su vida personal y familiar y no puedo decir sino que con ello hemos salido ganando los aficionados españoles, ya que sus apariciones en el extranjero son más bien muy escasas.

María José Moreno

Sorpresa agradable de esta representación ha sido la actuación del tenor jerezano Ismael Jordi en el personaje de Edgardo. Su voz se ha ensanchado sin perder nada de flexibilidad y hoy es perfectamente adecuado para los tenores líricos belcantistas. Ya en octubre pudimos comprobar su excelente canto y adecuación a Donizetti en el Roberto Devereux de Madrid. Ahora se ha vuelto a confirmar. Se encuentra en un momento óptimo y en el puro belcanto está como pez en el agua. Las comparaciones son odiosas y algunos fans de Juan Diego Flórez no lo aceptarán, pero quiero decir que su Edgardo fue bastante más convincente que el del astro peruano.
El nuevo Enrico Ashton era el barítono italiano Giorgio Caoduro, que resultó un tanto ligero para el personaje, cuya maldad es de sobra conocida. Me parece mejor cantante que Marco Caria en el primer reparto, aunque la voz de éste sea más importante.

El bajo croata Marco Mimica hizo un buen Raimondo. Le había visto cantar el Fígaro de Mozart hace algo más de un mes y recuerdo haber escrito que podría funcionar mejoren otro repertorio. Efectivamente, así es. Aquí resulta mucho más adecuado, con una voz ancha y bien timbrada de auténtico bajo.

Repetían los comprimarios, que volvieron a cumplir sin brillo especial en ningún caso.

Ismael Jordi

El Liceu ofrecía una entrada algo por debajo del 80 % de su aforo. El público disfrutó con la representación, dedicando ovaciones largas y merecidas a los dos protagonistas. La ovación más larga de los dos repartos ha sido para la escena de la locura de María José Moreno. En los saludos finales hubo sonoros bravos para María José Moreno e Ismael Jordi.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración total de 2 horas y 51 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 12 minutos, es decir 4 minutos menos que el día anterior. Siete minutos de aplausos, sensiblemente igual que en el primer reparto.

El Precio de la localidad más cara era de 242 euros. Las butacas de platea costaban entre 128 y 158 euros., La entrada más barata con visibilidad tenía un precio de 30 euros. José M. Irurzun

Fotos: A. Bofill