Macbeth: lo más destacable es la producción
Lo más destacable es la producción
MACBETH (G. VERDI)
Teatro del Liceu de Barcelona. 10 Octubre 2016.
Inaugura su temporada de ópera el Liceu con Macbeth, una de las 3 óperas que Verdi compuso sobre obras de Shakespeare, de quien se celebra este año el 400 aniversario de su muerte. Es curioso que en un mes se han representados en España las 3 óperas del compositor de Busseto basadas en el dramaturgo inglés. Abrió el camino A Coruña con Falstaff, siguió el Teatro Real con Otello y ahora llega el turno al Liceu con Macbeth. La representación ha funcionado bien, con altibajos, basada en una producción interesante, una dirección simplemente eficaz y un reparto vocal irregular.
La producción escénica se debe al regista alemán Christof Loy, que se estrenara en Ginebra en Junio de 2012. La producción resulta espectacular en su arranque, rememorando la mansión de Manderley en la famosa película Rebeca de Alfred Hitchcock. Es una gran sala con una enorme y atractiva escalera al fondo, siendo la citada escenografía obra de Jonas Dahlberg. Prácticamente es un escenario único para los cuatro actos de la ópera, funcionando muy bien en las escenas de interior, mientras que las de las brujas y el asesinato de Banco dejan que desear. Tanto la citada escenografía como el vestuario (Ursula Renzenbrink) resultan muy adecuados y atractivos, siempre en blanco y negro, como si fuera un homenaje a la mencionada película de Hitchcock. Hasta la sangre es aquí negra. Finalmente, hay una buena labor de iluminación por parte de Bernd Purkrabek.
Como siempre ocurre con las producciones de Christof Loy, la dirección de escena está muy cuidada, no tanto la dirección de actores. Hay aportaciones interesantes, como la presencia de la familia de Macduff en el banquete de los Macbeth en el Acto II. La reposición de la producción en Barcelona la ha dirigido Jean-François Kessler.
La versión que nos han ofrecido ha sido la revisada de París de 1865, eliminando el ballet y modificando el final, suprimiendo el coro Dov’é l’usurpator, poniendo en su lugar el aria final del Macbeth de la versión original de 1847, aunque aquí se canta con un solo verso. No descarto que este final se haya debido al interés personal de Ludovic Tezier.
La dirección musical ha corrido a cargo del milanés Giampaolo Bisanti, que debutaba en el Liceu. Su lectura ha tenido algún momento bueno, pero, en general, su dirección no ha ido más allá de la eficacia, faltando tensión en muchos momentos. Creo que la ocasión requería una batuta de mayor interés. La Orquesta Sinfónica del Liceu tampoco tuvo una actuación muy brillante a sus órdenes. Mucho mejor el Coro del Liceu, en una notable actuación, bastante mejor que las que nos venia ofreciendo la temporada pasada
Macbeth fue el barítono francés Ludovic Tezier, que debutaba en el personaje. De hecho, su debut iba a haber tenido lugar la primavera pasada en Viena, pero finalmente canceló. Vocalmente, las cosas han funcionado bien, especialmente en el aria Pietà, rispetto amore, donde estuvo muy brillante. Se nota que no está familiarizado con el personaje y su interpretación global quedó corta, especialmente en los recitativos, en los que faltó intención en muchas ocasiones. Estoy convencido de que acabará por ser un muy buen Macbeth, pero por el momento es un personaje todavía en construcción.
Lady Macbeth era la soprano austriaca Martina Serafín, quien parece que también debutaba en el personaje, aunque había estado anunciada en varias ocasiones anteriormente tanto en el Covent Garden de Londres como en la Semperoper de Dresde. En más de una ocasión me he referido al poco interés que despiertan en mí las incursiones de esta soprano en el repertorio italiano y esta vez se ha repetido la historia. El centro tiene calidad y amplitud, pero su ascensiones a la zona alta son siempre destempladas, calantes y gritadas. Cada uno es muy libre de dar a esto la importancia que quiera. Confieso que yo sí se la doy, porque entiendo que un cantante tiene que poder cantar todas las notas de la partitura, escritas o de tradición. Desde Vieni, t’afretta del primer acto hasta la escena del sonambulismo me hizo sufrir con sus agudos. El final de esta última escena (RE bemol) fue un auténtico grito, como no puede ser de otra manera.
Saimir Pirgu nos volvió a deleitar con su preciosa voz en la parte de Macduff, aunque yo lo encuentro todavía demasiado ligero para el personaje. Le prefiero de largo en roles más líricos y, particularmente, en Mozart.
Adecuado el bajo ucraniano Vitalij Kowaljow como Banco, cantando con empaque y gusto el aria que precede a su asesinato, que aquí tiene lugar fuera del escenario.
En los personajes secundarios Albert Casals mostró una voz sonora en Malcolm. Cumplieron bien con su cometido Anna Puche como Dama de Lady Mactbeth, David Sánchez como Médico y Marc Canturri en sus diversos personajes episódicos.
El Liceu ofrecía una ocupación algo superior al 80 % de su aforo. El público se mostró poco entusiasmado durante la representación, pareciendo calentarse a partir del aria de Macbeth en el último acto. Hubo una buena recepción a los artistas, especialmente a Ludovic Tezier.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 3 horas y 17 minutos, incluyendo dos intermedios. Duración musical de 2 horas y 24 minutos. Siete minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 270 euros, habiendo butacas de platea desde 145 euros. La localidad más barata con visibilidad plena costaba 51 euros. José M. Irurzun
Fotos: A. Bofill
Teatro del Liceu de Barcelona. 11 Octubre 2016.
Estas notas corresponden al segundo de los repartos programados, que en conjunto ha funcionado mejor que el primero.
Nada hay que añadir a lo dicho el día anterior sobre la producción de Christof Loy.
La dirección de Giampaolo Bisanti tampoco fue muy distinta a la del día anterior, aunque sus tiempos fueron más vivos en esta ocasión, lo que siempre ayuda a que las cosas vayan mejor, a no ser que haya un director excepcional en el foso.
Tatiana Serjan y Luca Salsi
El nuevo Macbeth era Luca Salsi, cuya actuación fue buena en su conjunto. La voz tiene anchura y color adecuados para las óperas de Verdi y, sobre todo, se nota que ha frecuentado el personaje, ya que tiene un dominio del mismo superior al que exhibió la noche anterior Ludovic Tezier. A Luca Salsi le falta la elegancia y la nobleza del barítono francés, especialmente en las arias, pero la composición del personaje está más acabada y convincente que la de su colega.
La soprano rusa Tatiana Serjan fue una convincente Lady Macbeth, tanto vocal como escénicamente. La voz tiene calidad, resultando muy adecuada en todo momento. Su interpretación fue más convincente que la de Martina Serafín el día anterior y tiene la ventaja de que no hay gritos en las nota altas, que se adelgazan respecto del sonido del registro central. En conjunto, fue una notable Lady Macbeth, que fue capaz de resolver la escena del Sonambulismo con el RE bemol en piano y sin gritos.
El tenor rumano Teodor Ilincai ofreció una voz adecuada para Macduff, aunque su fraseo deja que desear. Tiene un buen instrumento, pero le falta elegancia. Como cantante queda claramente por debajo de Saimir Pirgu.
Escena
Alessaandro Guerzoni fue un deficiente Banco, como era de suponer. Es ni más ni menos que un comprimario metido a roles importantes, con una voz sin ningún atractivo. Incomprensible que se haya aceptado su presencia en el reparto
Repitieron actuación los intérpretes de los roles secundarios.
El Liceu ofrecía una ocupación de alrededor del 80% de su aforo. El público se mostró más cálido que el día anterior, siendo las mayores ovaciones para Tatiana Serjan y Luca Salsi, pero no faltaron aplausos para todos los artitas, incluso para Alessandro Guerzoni.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 3 horas y 13 minutos, incluyendo dos intermedios. Duración musical de 2 horas y 17 minutos, es decir 7 minuto menos que en el primer reparto. Siete minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 220 euros, habiendo butacas de platea desde 118 euros. La entrada más barata con visibilidad costaba 42 euros. José M. Irurzun
Fotos: A. Bofill
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