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Por Publicado el: 28/03/2013Categorías: Crítica

MADAMA BUTTERFLY (G. PUCCINI).Dos repartos. Gran Teatre del Liceu de Barcelona

MADAMA BUTTERFLY (G. PUCCINI). Segundo reparto. Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 26 Marzo 2013.

Madama Butterfly sigue siendo una de las óperas más populares de todo el repertorio, como lo de demuestra el hecho de que el Liceu ha conseguido poner el cartel de No hay Billetes en estas representaciones del mes de Marzo, en que ha ofrecido únicamente 5 funciones. Volverá el título al teatro en Julio y entonces serán 8 representaciones adicionales, para las que, en cambio, parece haber problemas de venta de localidades.

El espectáculo escénico ofrecido se representó ya en la temporada 2005/2006 y es una coproducción del Liceu y el Covent Garden, donde ese estrenó en el año 2003, habiéndose repuesto en Londres en otras 3 temporadas adicionales, la última de ellas en el año 2011, donde obtuvo un gran triunfo Kristine Opolais, quien, por cierto, lo está repitiendo en estas fechas con su Tosca  en el mismo teatro.

La producción lleva la firma de los franceses Moshe Leiser y Patrice Caurier, encargándose de la dirección en esta reposición Justin Way. El trabajo escénico es elegante y simple, con un escenario único, consistente en una habitación cerrada por paneles corredizos, que, al abrirse, ofrecen unas veces vistas de la bahía de Nagasaki y otras un cielo estrellado, o bien motivos florales. Esta simple escenografía se debe a Christian Fenouillat, contando con un adecuado vestuario de Agostino Cavalca y una correcta iluminación por parte de Christophe Forey.

La dirección escénica está muy centrada en los personajes y, particularmente, en el de la protagonista Cio Cio San. Si en primer acto la acción es muy expositiva, sin adquirir grandes dosis de emotividad en el glorioso dúo que cierra el acto, la cosa mejora notablemente en los dos actos siguientes, especialmente en el último, para lo que ayuda mucho las dotes escénicas de la protagonista, en esta ocasión la albanesa Ermonela Jaho.

Es una producción simple, elegante y atractiva, que narra muy bien la trama y se ve con agrado.

Debutaba en el foso del Liceu el joven (30) José Miguel Pérez Sierra, cuya lectura ha sido francamente convincente. Su actuación fue ganando en fuerza y emoción conforme transcurría la ópera y hay que considerar que su debut ha sido afortunado. En Julio tomará las riendas del foso Daniele Callegari y no me extrañaría que se eche en falta al madrileño. Buena la actuación de la Orquestra Simfònica del Liceu. El Coro del Liceu no tiene un papel relevante en esta ópera, pero resolvió brillantemente el famoso coro a bocca chiusa, que cierra el segundo acto.

En esta representación tuvimos al segundo reparto de los programados para este mes de Marzo y las cosas han funcionado de manera satisfactoria.

La protagonista Cio Cio San era la soprano albanesa Ermonela Jaho, cuya actuación hay que considerarla como convincente. No es este personaje el más adecuado para las características vocales de esta soprano, ya que resulta un tanto ligera, con unos graves más bien escasos para el personaje, mientras que resulta brillante en las notas altas. Es una intérprete sensible y entregada y consigue emocionar al público en el último acto, donde ofrece lo mejor de su interpretación, aunque quede corta para mi gusto en esa preciosa página que es Tu, tu, piccolo Iddio.

Jorge de León fue un adecuado Pinkerton, personaje que le va muy bien a su voz. Efectivamente, no falta metal en el instrumento del tenor canario y ofrece, además, un volumen más que suficiente. Se echó en falta más emoción tanto en el dúo de amor como en la muy conocida aria Addio, fiorito asil.

La mezzo catalana Gemma Coma-Alabert cumplió bien en Suzuki, corta por abajo y con una voz de no excesiva calidad. Ángel Ódena fue un irreprochable Sharpless. Hoy en día el barítono catalán es toda una garantía en escena.

En los personajes secundarios hay que señalar el buen hacer de Vicente Ombuena como Goro, la corrección de Roberto Accurso en el Príncipe Yamadori, y la muy deficiente proyección vocal de Evgueni Orlov en el Tío Bonzo. Completaban el reparto Joan Josep Ramos (Yakusidé), Theodore Rulfs (Comisario Imperial) y Xavier Comorera (Oficial del registro).

Como decía más arriba, el Liceu ofrecía un lleno total y el público dedicó una calurosa acogida a los artistas, siendo la triunfadora Ermonela Jaho, recibiendo bravos también Jorge de León y José Miguel Pérez Sierra. La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración total de 2 horas y 51 minutos, incluyendo un intermedio. La duración estrictamente musical fue de 2 horas y 18 minutos. Los aplausos finales ser prolongaron durante 7 minutos. El precio de la localidad más cara era de 238 euros, siendo el precio de la butaca de platea de 177 euros. En los pisos superiores los precios oscilaban entre 141 y 33 euros. Había localidades sin visibilidad por 12 euros. José M. Irurzun

MADAMA BUTTERFLY (G. PUCCINI). Primer reparto.Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 27 Marzo 2013.

Esta representación de Madama Butterfly ofrecía el primer reparto, aunque hay que matizar que lo de primero y segundo no constituyen sino un mero orden cronológico, puesto que el precio de las entradas era el mismo en ambos casos.  Al final, la dirección del Liceu ha tenido razón, ya que el resultado artístico no ha sido muy distinto en un caso y en otro.

Nada hay que añadir o matizar a lo escrito el día anterior en relación a la producción. El trabajo de Moshe Leiser  y Patrice Caurier resulta atractivo y elegante.

Tampoco hay nada de nuevo respecto de la dirección musical de José Miguel Pérez Sierra. Únicamente,  añadiré que durante el primer acto daba la impresión en algunos momentos que Roberto Alagna y el maestro no se ponían siempre de acuerdo y en algunos pasajes el divo se iba por delante.

 

                                                                                                                         Roberto Alagna y Hui He

El resultado del reparto vocal ha sido muy parejo con el del día anterior. Si tuviera que decantarme por uno de ellos, lo haría por el otro. Pero con una diferencia pequeña.

La nueva Cio Cio San era la soprano china Hui He, cuya voz resulta más adecuada a las exigencias de la partitura, aunque el timbre no sea especialmente atractivo. En cambio, su interpretación resulta menos convincente que la de Ermonela Jaho. A ambas hay que reconocer que no eludieron el temible sobreagudo de su entrada en escena. A la china le falta mayor capacidad para emocionar  y ser una intérprete de excepción. Por otro lado, me daba la impresión de que faltaba química entre Alagna y ella en el primer acto, quedando corto de pasión el maravilloso dúo de amor que escribiera Puccini.

Roberto Alagna puede considerarse como un lujo en el personaje de Pinkerton. No cabe duda de que su voz ofrece belleza y redondez, con un timbre más lírico que el de Jorge de León la noche anterior. En lo que el francés supera al español es en el manejo del instrumento, cantando con muchos más matices Alagna, lo que resultó evidente en Addio, fiorito asil. Tampoco Alagna se escapó de ninguna de las notas altas de su partitura.

Giovanni Meoni fue un Sharpless adecuado y correcto, cuyo resultado me resulta inferior al ofrecido por Ángel Ódena en la noche anterior. Tanto vocal como interpretativamente, me quedo con el barítono catalán.

Jossie Pérez  fue una Suzuki entregada a su personaje en escena, ofreciendo una voz que ha perdido calidad respecto de ocasiones anteriores.

Repitieron los intérpretes de los personajes secundarios, entre los que hay que añadir a Claudia Schneider como Kate Pinkerton, a quien no mencioné ayer inadvertidamente. Resultó apenas audible, lo mismo que Evgeni Orlov como Tió Bonzo. Correcto, Roberto Accurso en el rico Yamadori y adecuado y desenvuelto Vicente Ombuena como Goro.

El Liceu volvía a ofrecer un lleno absoluto y el público parecía más cálido que el da la noche anterior, ovacionando a escena abierta a Hui He tras su aria Un bel di vedremo. Al final hubo bravos sonoros para los dos protagonistas y el maestro. La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración total de 2 horas y 52 minutos, incluyendo un intermedio. La duración estrictamente musical fue de 2 horas y 19 minutos. Los aplausos finales se prolongaron durante 8 minutos. El precio de la localidad más cara era de 238 euros, siendo el precio de la butaca de platea de 177 euros. En los pisos superiores los precios oscilaban entre 141 y 33 euros. Había localidades sin visibilidad por 12 euros. Jose M. Irurzun

Fotografías. Cortesía del Liceu. Copyright: A. Bofill

 

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