Las supuestas «mafias» de los agentes de ópera, en los tribunales
A las denuncias por malas prácticas en varios teatros italianos de directores de escena se une la realizada ya por el bajo barítono Nicolás Testé contra Ariosi Management. Su esposa, la soprano internacional Diana Damrau, barajaba unirse también.
Con apenas veinticuatro horas se convocaba a los medios alemanes para informarles del futuro de la Staatskapelle de Berlín y la Staatsoper Unter den Linden. La pregunta en la cabeza de los presentes era si Daniel Barenboim, máxima autoridad en la Ópera berlinesa, iba a seguir ostentando el poder o si por el contrario su periodo de mandato se extinguía. Su futuro se ha decidido en la Ópera Estatal de Berlín, casa en la que ejerce como director musical y artístico. El guión se cumplió, y a pesar de quienes vaticinaban que se le estaba abriendo la puerta al maestro de una manera no demasiado delicada los responsables berlineses le dieron una prórroga de cinco años. Así que habrá todopoderoso Barenboim hasta 2027, cinco años para quien lleva al frente de la Ópera Estatal desde 1992. Es decir, que la tormenta que se anunciaba se resolvió en un vaso de agua.
Una situación bastante diferente a la que se está viviendo en alguno de los más importantes coliseos de Italia y recogida en LA RAZÓN tras las informaciones publicadas en la Prensa italiana. Tanto es así que «Corriere della Sera» se hizo eco del artículo de opinión del sábado 1 de junio en LA RAZÓN con el título de «¿Mafias artísticas?» y lo destacó en su portada. Alessandro Ariosi, agente artístico que está en el punto de mira, ha hecho llegar una carta aclaratoria a este diario en la que niega cualquier acusación de prácticas irregulares: «No hay nada más simple que pintarme como un bandido que consigue lo que tiene, no porque trabaja, sino porque es un delincuente (…) Afortunadamente mis interlocutores, tanto entre los artistas como en los teatros, son de cierto nivel y ahora sonríen leyendo estas calumnias esparcidas como estiércol en el campo, teniendo en cuenta de dónde vienen y, sobre todo, viendo la manera en la que trabajo». Y prosigue: «Dadas las conclusiones a las que llega en su artículo le recuerdo que en Italia, al igual que en España, los teatros envían el contrato al agente, tras discutir primero los términos con el coliseo; después es el agente quien entrega el contrato al artista, que si, una vez leído, lo considera satisfactorio, estampa su firma (…) Los artistas no son menores de edad o incapaces de comprender, y el agente no es un tutor legal que va a firmar por ellos». (…) Que el agente deba pagar un soborno en el teatro para colocar a un artista que trabaje en mi agencia es pura ciencia ficción… Mire a quienes represento y dígame después si los considera tan malos como para tener que pagarles para que canten (…)».
La palabra miedo
Las espadas están en alto en el Teatro Regio de Turín debido a los testimonios que han salido a la luz de supuestas estafas a los artistas por parte de ciertos agentes artísticos y que han destapado una caótica y enmarañada situación. El director de escena Henning Brockhaus denunciaba días atrás estas malas prácticas. Otro compañero de profesión, Giancarlo del Monaco, declaraba en un diario italiano, «Cronaca di Torino», conocer dichas prácticas. El hijo de Mario del Monaco estrena en la Ópera de Ginebra «Un ballo in maschera» y nos atiende por teléfono. «Tengo una mentalidad muy clásica, honesta, de trabajo, no me gustan ni la mala fe ni las intrigas», dice nada más descolgar el teléfono. Comenta que el tema de las denominadas «malas prácticas» entre los agentes de ópera está extendido a un buen número de teatros de Italia y que no es exclusivo del Regio di Torino, aunque puntualiza que no se puede ni debe generalizar «pues hay muy buenos agentes que se desviven por sus representados, pero lo peor son esos deshonestos, y no quiero dar nombres, que además de explotar a sus artistas, tratan de ir contra quienes desarrollan su trabajo como debe de ser», asegura, y añade: «El agente más importante de Alemania me ha dicho que conoce a quienes trabajan con métodos de bandidos y piratas sin el menor de los escrúpulos. Es gente a la que no le importa nada el mundo del arte. Él me dice que son como ”piratas” en Somalia».
La mala praxis, confiesa, está extendida. Y el miedo existe porque quien levante la voz se puede atener a las consecuencias: «Existe verdadero pavor entre el personal artístico a levantar la voz y denunciar a estos agentes, que amenzan con todo tipo de prácticas para callar la voz de quien desea hablar», remarca. ¿De qué tipo de prácticas habla Del Monaco? «Amenazas, sobre todo con no volver a trabajar, con hundir una carrera consolidada. En mi caso fue a mi esposa a quien la dijeron que acabarían con su trabajo si ponía una denuncia. Conmigo también lo han hecho. ¿Por qué crees que la gente guarda silencio? Se llama miedo, es la palabra. Si lo cuentas, te señalan y te hacen la vida imposible», explica y vuelve a repetir de nuevo que «se trata de una conducta que está cada vez más extendida en los coliseos italianos».
El regista, Ezzio Frigerio, el cantante Carlo Colombara y el citado Henning Brockhaus han dicho basta. Y lo han proclamado en alto. Tienen la vista puesta en los tribunales para que estas prácticas que han denunciado como abusivas –«y que conoce todo el mundo en la ópera y que viene de agentes que tiene muchísimo poder y que llevan a artistas de primerísimo nivel», en palabras de Del Monaco– no queden impunes. Saben que la batalla puede ser muy dura. No obstante, el regista adelanta una bomba. Hay ya importantes artistas que están pensando en ir a los tribunales «porque nos estamos cansando. No podemos vivir amedrentados», dice.
Habla entonces de «dos grandes de primera fila que han puesto en marcha a sus abogados. Ellos van a denunciar. Estoy hablando, por ejemplo, de Diana Damrau», una de las sopranos con mayor proyección hoy, habitual de los teatros de ópera más importantes del mundo. «Y lo va a hacer por estafa», añade.
Cobrar de más
Al habla con el agente de la cantante, Germinal Hilbert, no pone el menor reparo en opinar sobre esta cuestión: «Es probable que la señora Damrau se una a la denuncia, aunque por el momento no está decidido. Sé que no estaba contenta porque hubo ciertos contratos fallidos que dañaron su reputación. No he podido hablar con ella, y como esta noche tiene un compromiso, prefiero no molestarla», comenta a través del teléfono. Y cita las conversaciones que ha mantenido con Del Monaco sobre el tema de las denominadas «mafias» operísticas. «Me han llamado algunos artistas para decirme que piensan emprender algún tipo de acción legal contra el señor Ariosi. En todo caso, el esposo de la señora Damrau sí ha contratado un abogado para poner en marcha una demanda contra el citado Ariosi que estaría está cobrando comisiones que no ha hecho nada para ganarse. También le prometió a Nicolás Testé ciertas actuaciones que en realidad no tenía cerradas y, sobre todo, compromisos que (el agente) Ariosi ha impulsado pero que nunca derivaron en contratos formales y por los que ahora pretende cobrar una comisión. Sin embargo, Testé no está dispuesto a pagarlas dado que Ariosi no ha hecho nada para ganárselas».
Un «annuns horribilis» para Daniel Barenboim
Daniel Barenboim respiró el martes aliviado al ser confirmado en su puesto como director artístico hasta 2027. Pero no está siendo un año especialmente bueno para él. Meses atrás arreciaron las denuncias hacia el maestro, a quien algunos de sus músicos acusaban de hostigamiento y humillaciones e incluso ataques físicos, comportamiento que el director de orquesta y pianista negó rotundamente argumentando que se debía a una campaña que estaba relacionada con la negociación de su contrato y su permanencia en Berlín. «Si tengo mal carácter es desde hace mucho tiempo. Voy a cumplir 77 años, no es una cosa nueva», declaraba.
Galoppini, un director a la fuga
Entre el drama y la ópera bufa, lo que está sucediendo en la lírica italiana bien valdría un libreto. Las denuncias en los medios de comunicación se suceden, siempre con el Teatro Regio de Turín en el punto de mira. La situación es tan extrema, según los medios de aquel país, que el director artístico del coliseo está pensando muy seriamente dejar la dirección artística porque no considera que la labor del sobreintendente, William Graziosi, vaya por el camino que debería. Es más, Henning Brockhaus ha denunciado en «La Stampa» haber sido amenazado por el citado Graziosi, quien le habría impuesto un contrato con Ariosi Management. De no firmarlo se le inhabilitaría para trabajar. Y es que el coso turinés ya ha visto empañada su reputación no hace mucho tiempo, pues Giancarlo del Monaco ha declarado que se le ofreció la dirección artística, que, sin explicación de por medio, fue a parar a manos finalmente… de Graziosi.
Aclaración recibida del Dr. Germinal Hilbert:
“Diana Damrau y Nicolas Testé han resuelto todos sus desacuerdos con el Sr. Ariosi y en el futuro no quieren verse involucrados en ningún tipo de declaraciones. Las dos afirmaciones de que algunos artistas me habían llamado a mí para decirme que pensaban emprender acciones legales contra el Sr. Ariosi y de que el “agente alemán más importante” le habría dicho a Giancarlo del Monaco que algunos agentes trabajaban como piratas somalíes, se basan probablemente en un malentendido.”
Artículo publicado en LA RAZÓN el 5 de junio, reproducido aquí por su interés.
Tras las informaciones publicadas en Italia y España, el manager Gilbert ha expresado que Damrau y Testé han llegado a un acuerdo extrajudicial para solventar sus diferencias.
Misma situación 50 años antes
Las denuncias aquí recogidas no son una novedad. Los medios italianos ya se hacían eco de situaciones similares hace 50 años.
A finales de los 70, Giorgio Mistretta escribía para el periódico Oggi un artículo en el que afirmaba que “existe la Mafia”. El periodista resaltaba la relación entre las entidades líricas y los cantantes, siempre filtrada por las agencias teatrales y “sujetas al pago de sobornos y porcentajes más o menos lícitos”.
El barítono Giuseppe Zecchillo denunció el poder abrumador de las agencias teatrales y sus vínculos con las direcciones artísticas de las compañías de ópera, una acusación que llevó a la incautación de “material comprometedor” de las oficinas de La Scala de Milán y de su director, Antonio Ghiringhelli. Este escándalo llegó a los tribunales y tuvo como consecuencia la formación de una Unión Nacional de Artistas Líricos y la aprobación de una ley presentada por el entonces Ministro de Turismo y Cultura, Achille Corona, que prohibió las agencias teatrales y las reemplazó con una oficina estatal de inserción laboral.
El remedio fue peor que la enfermedad”, continuaba Mistretta. La oficina nunca llegó a constituirse y las temporadas líricas se construyeron en el caos, una situación de la que se aprovecharon estas agencias. Diez años más tarde de las denuncias de Zecchillo, el abogado Umberto Sebastiani se posicionó frente a estos abusos, personalmente, como esposo de la soprano Silvia Sebastiani, y profesionalmente, en defensa de numerosos artistas que se sintieron víctimas de las prácticas de los agentes: “en muchos casos se vieron obligados a cantar para pagar sobornos ilícitos a agentes u oficinas teatrales”.
Nino Fico, juez responsable de este caso, llegó a exclamar: “No habría podido creer tan corrupto el mundo de la lírica”.
Look at La Scala season, all artists of Ariosi agency…anyone that works here knows…