La expectación era grande entre los organizadores de conciertos. Era la hora pero el director general del INAEM no llegaba. Los convocados se entretuvieron comentando la columna de Gonzalo Alonso en El Cultural. “Después de esto, ya veremos qué nos dice” era el comentario general. Apareció, media hora tarde, pero apareció. “Vengo de luchar con los del circo, que también son fieros”, vino a justificarse.
“No pasa nada”, afirmó. Yo soy profesor de periodismo y os digo que la prensa no tiene razón. “¡Pero si no nos dais fechas!” le contraatacaron. “Pues desde ya os la darán” respondió. Vamos, como un corderito.
A partir de ahí los promotores empezaron a “informar” al director general y el dialogo resultó más o menos así:
“Nos alegramos de tu cambio de actitud”
“En Madrid hace falta otro auditorio”
“Al ministro se le ha ocurrido que hay que construir otro con tres salas”
“La OCNE no puede copar todas las mañanas para ensayar. ¿Por qué no hacer una sala de ensayos en ese aparcamiento que no se utiliza?”
“Dejad que los niños jueguen en él a la pelota”
“Yo fui el primero en traer otras músicas. Así a Shankar y resulta que el público le aplaudió lo que era su afinación. Estas músicas requieren otro tipo de atmósfera que el Auditorio”. “El flamenco nunca ha funcionado en el Auditorio. La experiencia es amplia”
“Pero si no habrá más de tres o cuatro actuaciones de flamenco al año”
“Nos alegra que ya no sea todo música contemporánea. Hay que tocar música española de ayer y de hoy y es una vergüenza que la OCNE no programe nada”.
“El director del Auditorio va a tener un millón de euros para programar y Pons me ha dicho que la ONE tocará música española en sus giras fuera de España””
“Lo que hay que hacer es subvencionar a quienes programen música española dentro de sus ciclos habituales”. “Madrid tiene dos problemas: la falta de otro auditorio y la Orquesta de la RTVE que, al contrario de las de la radio en el resto de Europa, no toca música española”
Y él tomaba apuntes como estudiante aplicado. Antes de ser profesor hay que pasar por la fase de estudiante. Buena cosa es escuchar y mejor rectificar a tiempo, tal y como ha hecho el señor Marset. Esperemos que ahora medite cuanto se le ha dicho y deje de construir castillos en el aire.