MARTHA ARGERICH, DE IMPACTO

Centro Nacional de Difusión Musical (Liceo de Cámara XXI) / La Filarmónica

Obras de BACH, BRAHMS y SCHUMANN. Martha Argerich (piano), Cuarteto Quiroga. Auditorio Nacional, 6 de octubre de 2016.

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Sin duda: uno de los grandes conciertos, de esta y de muchas temporadas. Lleno absoluto y máxima expectación en el Auditorio Nacional para escuchar a Martha Argerich (Buenos Aires, 1941), una de las más grandes pianistas de nuestro tiempo, para cuya actuación aunaron esfuerzos dos ciclos de abono, el Centro Nacional de Difusión Musical con el Liceo de Cámara -sabiamente retomado por su ‘Creator Spiritus’, Antonio Moral- y la Filarmónica, Sociedad de Conciertos, con Marcos Amat a su frente. No es fácil ver a la pianista argentina en concierto, en general, y en España en particular. Por ende, con una rara especialidad, la “Partita nº 2 en Do menor, BWV 826” de Bach, en versión piano, que es una de sus páginas fetiche. El concierto tenía el atractivo adicional de contar con la presencia del Cuarteto Quiroga, conjunto gestado en España con creciente proyección internacional, que sigue con pulso seguro los pasos del Casals, nuestro máximo estandarte entre los cuartetos de cuerda.

La pianista salió a escena y con gesto desdeñoso retiró atril y tapa del piano, dejando todo el cordaje del instrumento a la vista. Así, de memoria, tocó un Bach que se fue haciendo cada vez más grande según pasaban los minutos y las notas brillaban ante un público que apenas respiraba, un Bach que a ratos bailaba, y en donde la solista se dejaba llevar por las notas del compositor, que sonaban firmes, alegres y fulgentes, sin ningún amaneramiento y llenas de fuerza. Bach vuela en las manos de la Argerich, que toca de corazón una partitura que ama. La cerrada ovación con el público en pie hizo que saliera a saludar cuatro veces, y eso como inicio de la sesión,

La interpretación del “Cuarteto nº 1 en Do menor, Op. 51/1” de Brahms por el Quiroga fue tan clásica y elegante como la propia obra: el conjunto conoce bien esta música que ya ha llevado al disco, disfrutan tocando juntos y se nota la compenetración desde el primer ataque. La sutileza del final del tercer movimiento provocó el espontáneo aplauso del público.

No es sencillo saber cuál es la impresión real de Marta Argerich tras tocar con ellos el “Quinteto con piano en Mi bemol mayor, Op. 44” de Schumann, pero pronto se vio que era ella quien marcaba las pautas. Esta vez con la partitura en el atril, el piano brilló junto -y sobre- la cuerda mientras la argentina hacía gestos correctores desde su banqueta. Fue un Schumann, claro es, romántico, quizá no muy apasionado, pero hondísimo en el increíble segundo tiempo -destacado en las anónimas notas-, aunque se notó al Cuarteto más tenso que en el Brahms. Cuando, como propina, se repitió el Finale de la obra, la pieza sonó con mayor fluidez. El público volvió a ponerse de pie, y entre bravos y largos aplausos salió de la sala con la impresión de haber escuchado un concierto difícil de olvidar. José Luis Pérez de Arteaga