Más dura será la caída
Pues sucedió lo que muchos nos temíamos. Llegó con retraso, pero llegó. Alberto Vilar, el gran mecenas de la música, el que se suponía había repartido más de 220 millones de dólares entre las más famosas instituciones, ha ingresado en prisión acusado de estafar a un inversor. Esa era la noticia, yo les traigo algunas reflexiones.
Al parecer, de aquellas donaciones tan cacareadas, ni siquiera de la misa la mitad. Vilar habría prometido las mismas, pero en la mayoría de los casos sólo habría entregado modestos anticipos. Muchos se dejaron cautivar con la esperanza de ver crecer sus menguadas arcas. Así Wolfgang Wagner, que recurrió a él como un medio para mantenerse en la poltrona de Bayreuth tras el rechazo del gobierno bávaro y la decisión de reducir su aportación presupuestaria. ¿Qué pasará ahora, cuando no lleguen los más de 3 millones de euros prometidos? En cambio, a quien no le habría encandilado podría ser Alexander Pereira, responsable de la Ópera de Zurich. Suiza es mucho Suiza para los dineros. De los primeros en darse cuenta del asunto fueron Maazel y Domingo, que tuvieron que apañárselas en sus respectivos concursos de directores y cantantes, incluso poniendo dinero de su bolsillo en el caso de Maazel. Claro que Maazel lo pone hasta para estrenar sus óperas.
Conocí a Vilar. Demasiado orgulloso, demasiado distante. Algo no acababa de encajar. De los 950 millones de dólares que Forbes le estimaba, apenas parece que le quedaban diez mil en su cuenta corriente. ¿Habría cobrado por la conferencia que acababa de dar cuando le detuvieron? Y la casa de Maniatan hipotecada. ¡Figurar entre los 400 más ricos del mundo según Forbes y tener que estar en la cárcel por unos míseros 500 millones de pesetas de fianza que no pudo depositar! Y qué tristeza que sólo respondieran por él un excuñado, un antiguo instructor de ski, un viejo profesor del colegio y el padre de un ahijado. ¿Dónde estuvieron aquellos a los que donó algo, por poco que fuera? Queda claro que o la naturaleza humana es mísera o que ya había sido juzgado por quienes le conocieron.
Florestan está en prisión, ¿tendrá su Leonora? ¿Estaremos ante un drama personal, como el de muchos que confiaron demasiado en internet, donde invertía su “Gescartera”- o con alguien que pasará unos días a la sombra y cuando salga disfrutará de su dinero en Bahamas o cualquier otro paraíso fiscal? BECKMESSER.COM
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