“Mazepa”: Lo mejor fue el reparto vocal
MAZEPA (P. I. TCHAIKOVSKY)
Teatro Campoamor de Oviedo. 17 Septiembre 2016.
Inaugura la temporada de ópera Oviedo con esta auténtica rareza, que supone de hecho el estreno absoluto de Mazepa en España. Sigue, por tanto, Oviedo, con la política – digna de elogio – de incluir en su programación una ópera prácticamente desconocida. Si el año pasado tal honor correspondió al Duca d’Alba de Donizetti, este año ha tocado el turno a la Mazepa de Tachaikovsky. No cabe duda de que es una política atractiva para el aficionado, aunque tiene el inconveniente de que la taquilla sufre, como ha ocurrido en esta ocasión. Esperemos que el negativo impacto económico no obligue a volver al territorio más que trillado a Oviedo y podamos seguir asistiendo a algunas representaciones de óperas novedosas.
Evidentemente, no hay mucho donde elegir, cuando se trata de producciones de una ópera como Mazepa, ya que es un título que únicamente se representa con cierta frecuencia en Rusia, siendo, además, las producciones muy anticuadas. Nada tiene, pues, de extraño que Oviedo se haya decidido a ofrecer una de las pocas producciones que de esta ópera se han ofrecido en los últimos años en el Occidente Europeo. Me estoy refiriendo a la producción de la alemana Tatjana Gürbaca, que se estrenó en Amberes hace 7 años, y que se pudo ver al año siguiente en Bremen. Estamos ante una producción de corte absolutamente minimalista, lo que sin duda habrá tenido su positivo efecto al considerar el presupuesto de la producción. La acción se trae a tiempos modernos y esto no deja de ser un problema en una ópera como Mazepa.
Escena
Mazepa es un personaje histórico (1639-1709) y en principio el cambio de época no tendría mayor importancia, ya que estamos alrededor de un personaje ambicioso y luchando por la independencia de su país, Ucrania. El problema es que el conflicto personal de los protagonistas puede entenderse en la época histórica de la trama, pero
resulta totalmente alejada de cualquier realidad en tiempos modernos. Hoy que una hija decida casarse con un hombre que no es del agrado de su familia no lleva a consecuencias de odios y persecuciones.
La escenografía y la iluminación se deben a Klaus Grünberg, consistiendo la primera en la práctica ausencia de decorados más allá de algunas cortinas y un telón al fondo. Por lo demás, los elementos de atrezzo cumplen la función de ambientar las escenas, en un espacio abierto para las de la casa de la familia Kochubei, mientras que las del supuesto palacio de Mazepa se desarrollan simplemente en corbata, delante de una cortina. Lo más extraño resulta la escena de la ejecución de Kochubei (padre de María), que claramente exige un ambiente de exteriores, donde se mueve el pueblo, es decir el coro. En su lugar nos sitúa la producción en un restaurante con sus mesas, lo que podrá ser original, pero es muy poco adecuado. Algo parecido ocurre en la escena final, en la que Mazepa acuchilla a Andrei, al que damos por muerto y bien muerto, hasta que, al huir Mazepa, nos encontramos que Andrei vuelve a la vida (unos 15 minutos más tarde), para morir en brazos de su amada y ahora ya demente María. En resumen, es una producción moderna y con poco interés, aunque puede resultar eficaz en las circunstancias.
Escena
La dirección musical estuvo en manos del búlgaro Rossen Milanov al frente de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, de la que es el director titular. Su dirección me pareció bastante rutinaria durante la primera parte de la ópera, ganando en intensidad durante la segunda. Desde luego, esperaba bastante más de su labor con la orquesta de la que es director. No fue así, sino que el sonido que salía del foso dejó bastante que desear, por debajo del que yo recuerdo de esta orquesta no hace tanto tiempo. Me resultó particularmente pobre la interpretación del pasaje orquestal de la Batalla de Poltava. En cuanto al Coro de la Ópera de Oviedo, me resultó notablemente mejor la parte de mujeres que la de hombres.
El reparto vocal reunido ha sido lo mejor de la representación, especialmente en la parte masculina, aunque hubo algún lunar de cierta importancia.
Mazepa fue interpretado por el barítono bielorruso Vladimir Sulimsky, que es un fijo en el Teatro Mariinsky. Estamos ante una importante voz de barítono y bien adecuada para el personaje, aunque con una cierta tendencia a quedarse un poco atrás. Lo menos convincente de su canto es la escasez de colores que aplica al mismo, lo que le hace resultar un tanto impersonal.
Escena
La soprano de Azerbaiján Dinara Alieva fue María y su actuación no me resultó muy convincente. Como me ha ocurrido en otras ocasiones, la voz tiene cierto atractivo en el centro, aunque hay tiranteces por arriba, pero su línea de canto resulta impersonal y un tanto monótona.
El bajo ucraniano Vitalij Kowaljow lo hizo francamente bien en el personaje de Kochubei, el enemigo de Mazepa y padre de María. Su voz resulta adecuada al personaje, ofreciendo pastosidad y elegancia.
Una sorpresa positiva fue la actuación del tenor ruso Víktor Antipenko como Andrei. Había tenido la oportunidad de verle en este mismo teatro como Pinkerton y su actuación en Mazepa ha sido muy superior a la de entonces. Indudablemente, se encuentra mucho más cómodo en este tipo de óperas y ofreció una voz atractiva, de tenor spinto, bien manejada y con ciertas dosis de emoción.
Entre los personajes principales la parte peor vino de la mezzosoprano rusa Elena Bocharova, cuya voz y extensión son muy modestas para un personaje de importancia, como es el caso de Liubov.
Dinara Alieva y Víctor Antipenko
En los personajes secundarios hay que destacar la actuación de Francisco Vas en su escena del Cosaco Borracho. Lo hicieron adecuadamente Mikhail Timoshenko como Orlik y Vicent Romero como Iskra.
El teatro ofrecía una entrada de alrededor de 2/3 de su aforo, estando los huecos más evidentes en las entradas más baratas. El público aplaudió con fuerza a los artistas.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 3 horas y 25 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 53 minutos. Seis minutos de aplausos.
La entrada más cara costaba 158 euros, costando la más barata 49 euros. José M. Irurzun
Fotos: Ópera de Oviedo
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