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Por Publicado el: 22/06/2014Categorías: Crítica

Michael Thomas: la vitalidad de la orquesta decana

La vitalidad de la orquesta decana 

Último concierto de la temporada 2013-2014. Programa: Obertura ‘Las Hébridas (La gruta de Fingal)’, de Felix Mendelssohn; Concierto de Aranjuez’, de Joaquín Rodrigo; Sinfonía en Do mayor, de Georges Bizet. Guitarra: María Esther Guzmán. Director: Michael Thomas. Lugar: Cajasol (Sala Joaquín Turina). Fecha: Sábado, 21 de junio. Aforo: Cien personas.
Mucho se está hablando en estos últimos días, en ámbitos deportivos, del relevo generacional y de la atención a la cantera. Pues bien, en lo meramente musical y sin salir de Sevilla podemos estar tranquilos a este respecto, porque la cantera de intérpretes y de orquestas está más que asegurada y permite sostener las más firmes expectativas. Ayer lo decía Pablo Vayón respecto a la Joven Orquesta Barroca y hoy lo podemos reiterar a colación la renacida Orquesta Bética de Cámara. A sus noventa años muestra una lozanía envidiable y una frescura toalmente ilusionante gracias en buena medida a la eficaz tarea formativa de Michael Thomas, especialista en moldear jóvenes conjuntos orquestales desde hace años.
De la mano de Thomas cerrarron ayer con gran brillantez su temporada de conciertos. A pesar de la saturación sonora inevitable en la sala de Cajasol, se puedo apreciar un notable empaste y una magnífica conjunción en los ataques. Cabe subrayar la ductilidad y la flexibilidad de las cuerdas a la hora de seguir las indicaciones dinámicas y de fraseo del director, así como la calidez del sonido de esta sección. Tras una irregular obertura, con caídas puntuales de tensión, se pudo disfrutar de una espléndida versión de la inmortal pieza de Rodrigo, en la que Guzmán desplegó toda la precisión, limpieza, delicadeza y poesía de su manera de tocar la guitarra, sin caer en excesos expresivos en el Adagio. Se vio arropada de estupendos solos a cargo del chelo y del corno inglés y de una dirección ágil, transparente y llena de vivacidad, las mismas cualidades que llevaron a una chispeante versión de la sinfonía de Bizet, en un perfecto encaje de ataques y de ductilidad de todas las secciones. Andrés Moreno Mengíbar

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