Michel Plasson. “Desde la política no se ha entendido el valor de la música”
- La música española y la francesa son auténticas hermanas.
- No he conocido otra cosa aparte de esto
- Las óperas francesas son muy difíciles de interpretar
Michel Plasson (París, 1933), el gran especialista del repertorio francés, tiene cariño especial por España. Lo demuestra desgranando a lo largo de la conversación una interminable serie de nombres que han dejado huella en él, entre los que caben, junto con el de Jesús Guridi, cuya música ha dirigido y grabado, voces como las de Alfredo Kraus, Teresa Berganza o Montserrat Caballé. Hasta llegar, sin olvidarse de sus históricos colegas Argenta y Toldrà, a las batutas más jóvenes. En especial la de Pedro Hallffter, que ha contado con él en estos años para dirigir en el Maestranza a la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla en el foso y en la escena, faceta en la que Plasson no se ha prodigado en nuestro país. Para subsanar la falta, en poco tiempo cumplirá con tres compromisos en forma de debut. Para empezar, en el Teatro Real de Madrid, donde, desde el martes 16, se enfrenta al Romeo y Julieta de Gounod en tres funciones concertísticas para las que se cuenta con un reparto estelar encabezado por Roberto Alagna y Sonia Yoncheva. Tras el paréntesis navideño, regresa a Bilbao para mostrarse por primera vez en la ABAO, para lo que ha elegido una producción de Werther en la que Alagna será de nuevo protagonista. La última cita prevista será en mayo en el Palau de la Música de Valencia, donde dirigirá Pescadores de Perlas, de Bizet.
P. ¿De dónde viene ese amor por nuestro país?
R. Podría decir que porque la primera gira que hice cuando me hicieron titular de la Orquesta del Capitole de Toulouse fue por España. Visitamos entonces muchas ciudades, cuando no existían tantos auditorios y tan estupendos como los que hay ahora. En aquel momento tocábamos por lo general en antiguos teatros de madera… Pero lo cierto es que siempre me ha interesado esta tierra tan próxima a Francia. Y no estoy hablando solamente de cercanía física. También existe esa proximidad en el terreno musical, porque la música española y la francesa son auténticas hermanas.
P. ¿Cómo es que gustándole tanto España y lo español, aun no ha debutado en el Real?
R. A mí que no me echen la culpa de eso (ríe con ganas). En Madrid he dirigido en bastantes ocasiones, pero hasta ahora no se me había brindado la oportunidad de hacerlo en el Real
P. ¿Tampoco había dirigido ópera antes en Madrid?
R. Tampoco, si pensamos en títulos convencionales, aparte de cosas aisladas como una Condenación de Fausto que dirigí hace tres años a la Orquesta de la Radiotelevisión. Pero todos sabemos cómo está la situación musical en Europa. En Francia, por hablar de lo que más conozco, es muy inestable. Las cosas no van bien, porque desde la política no se ha entendido el valor de la música, que es vital para todos como factor de cohesión. Más que el deporte, que también puede serlo. Pero en el caso de la música hablamos de un elemento esencial para la cohesión social. Puede que la situación en Europa mejore, pero no tengo claro de que se note en nuestro ámbito. Y eso me preocupa mucho, por el peso que la música tiene en la cultura
P. En términos parecidos se manifestaba Rafael Frübeck, un amigo suyo desaparecido hace pocos meses
R. Tristemente. Conocía bien a este director español, y lo quería mucho desde que lo vi dirigir en Madrid. Pasado el tiempo nos unió la circunstancia de que lo nombrasen director titular de la Filarmónica de Dresde, el mismo cargo que yo había ocupado tiempo atrás. Y puestos a citar, de mis recuerdos del pasado con músicos españoles me vienen a la cabeza Argenta, con quien mantuve una gran relación, o Toldrá, que era un músico magnífico.
P. Tal vez después de descubrir el Teatro Real, que tanto alaban sus colegas, se anime a regresar para una producción
R. ¿Por qué no?. He trabajado mucho en España, defendiendo el repertorio francés, que es el campo musical en el que tengo más experiencia, y en el que sigo insistiendo. Acabo de dirigir en París en un concierto benéfico retransmitido en directo por France Musique la Cléopâtre de Massenet. Y lo más gracioso de todo es que era la primera vez que se escuchaba en París esa ópera: la última escrita por este compositor francés. Ya puestos, la podría haber dirigido en el Teatro Real
P. Allí la interpretó en concierto hace diez años Caballé cuyo reciente homenaje ha calentado el teatro para usted estos días
R. Ya sé que la cantó, porque conozco muy bien a Montserrat…. Por ahora me hace mucha ilusión esta posibilidad de dirigir Romeo y Julieta en Madrid, porque me gusta la ciudad y porque me apetece dirigir en ella esta ópera de Gounod, una obra maestra absoluta por la que siento una gran afinidad.
P. Hasta el punto de haberla grabado en dos ocasiones. La primera con Alfredo Kraus, otro español muy querido por usted
R. ¡Oh! Alfredo. Era un ser adorable. Guardo recuerdos extraordinarios de él, como el gran cantante que fue, y como el amigo con quien trabajé en muchas ocasiones. Igual que tengo muy buenos recuerdos también de Montserrat, a quien mencionábamos. Y de otros, como Plácido Domingo, José Carreras…
P. … Teresa Berganza
R. …Teresa. ¡la maravilla!. Y qué divertida. Espero verla estos días cuando esté en Madrid.
P. En la segunda grabación cambió a su Kraus por Alagna, con quien ahora vuelve a reunirse ¿Lo hizo por corregir algo, porque prefería otro tipo de voz…?
R. No, no. Por nada de eso. Todo es tan sencillo como que la discográfica quiso hacer una nueva grabación de Romeo y que fuera yo quien volviera a dirigirla. Acepté, porque el reparto me parecía interesante ya que, además de Roberto Alagna se contó con Angela Gheorghiu, del mismo modo que la pareja de Alfredo había sido Caherine Malfitano.
P. Y en los dos casos con José van Dam.
R. Porque José es un buen amigo. En mi casa del sur de Francia he montado una academia de música francesa, contando entre el profesorado con él, además de con Natalie Dessay y muchos otros cantantes que van a venir para enseñar el repertorio operístico francés a partir de sus experiencias, que resultan tan útiles.
P. ¿Sigue haciendo encargos a compositores franceses?
R. Piezas sinfónicas no. Y el problema si pienso en obras líricas es que desgraciadamente en estos días hay muy pocos compositores en mi país interesados en escribirlas. El último de los grandes fue Henry Dutilleux, ya fallecido tristemente, que escribió mucha y maravillosa obra sinfónica e instrumental, pero hasta el final de su vida no dedicó más que una parte muy pequeña de su actividad para la voz.
P. Ha dirigido música de Guridi
R. Hice un disco con música vasca, Agur Jaunak, en el que se incluían sus Diez melodías vascas y otras piezas espléndidas suyas, de Sorózobal y de otros compositores.
P. ¿Romeo y Julieta es la ópera que más ha dirigido, o gana Werther?
R. Las dos las he dirigido en muchas ocasiones. Muchos Romeo, muchos Werther… pero me he puesto al frente de muchos más títulos en tantos años como llevo en la lucha. Se diría que no he conocido otra cosa aparte de esto.
P. En el caso de Werther también recurrió a la regrabación. En este caso cambiando a Kraus por Kaufmann ¿qué piensa de la nueva cantera de voces?
R. Efectivamente, esta obra también la grabé dos veces. Y respecto a la nueva generación de cantantes puedo decir que, aunque hay muy buenas voces, tal vez sea más difícil encontrar hoy personalidades excepcionales como Teresa, Alfredo… de esa generación pasada. Y en lo que concierne a la ópera francesa, nos encontramos con muchas dificultades porque ahora los cantantes no cuentan con tiempo suficiente para prepararse a fondo durante mucho tiempo. Aparte de que el repertorio francés se representa más bien poco en el mundo. Hoy por hoy, a lo que más se acude es a los repertorios alemán e italiano. Al margen de esto, las óperas francesas son muy difíciles de interpretar: mucho más que las alemanas o italianas que mencionaba. La música francesa, igual que ocurre con la lengua, es muy especial, por ese refinamiento tan particular, que complica aun más las cosas. Los españoles han tenido la sabiduría de proteger su repertorio y en particular ese género tan personal que es la zarzuela, en el que se enmarcan obras magníficas para las que cuentan incluso con teatros especializados en los que se continúan programando. En alguna medida tiene que ver con lo que nosotros conocemos como opereta en Francia donde, desgraciadamente, no hay tanta curiosidad por ella.
P. Lo dice con dolor por todo lo que ha trabajado en ese campo.
R. Pero sobre todo, porque hay títulos absolutamente magistrales.
P. Esa sería otra posible visita a Madrid, para dirigir una en el teatro de la Zarzuela, donde esta temporada se verá la versión en castellano de La gran duquesa de Gerolstein
R. Ah, claro que conozco esa obra. Lo que ignoraba es que se hubiese traducido al castellano. Y claro que me encantaría que me invitasen a hacer una opereta en Madrid, pero a mi edad es fácil comprender que estudio minuciosamente cada oferta que me hacen.
P. ¿Cómo organiza su tiempo entre el podio y el foso?
R. Me gusta muchísimo la ópera, y en este momento tengo la impresión de que algunas de las óperas francesas necesitan grandes dosis de la experiencia que he ido acumulando. Pero al tiempo soy director de la Orquesta Sinfónica Nacional de China y eso me lleva mucho tiempo. Diría que divido mi actividad a partes iguales entre ópera y repertorio sinfónico. También es verdad que quiero ir haciendo cada vez menos cosas, porque no me apetece trabajar demasiado.
Juan Antonio Llorente
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