Miguel Muñiz

Reverencia y mutis

Conocí a Miguel Muñiz cuando se casó con Rosa Torres Pardo en 1989 y escribo estas líneas porque hasta ayer día 10 de Enero de 2022 tuve el honor de disfrutar de su amistad, de su lealtad y de su sabiduría. La muerte tras una enfermedad cruel vino a cortar el largo camino recorrido por una cabeza brillante y una persona de aquellas que nuestros padres daban en llamar “íntegras” y nuestros abuelos “un hombre de una vez”.

Ayer muchos amigos, conocidos, compañeros y familiares se acercaron al calor de su recuerdo. Pero quisiera contar aquí una escena entrañable que nos deparaba el luto a primera hora, apenas instalado el féretro cerrado que contenía su cuerpo.

Cuatro hombres de edad perfectamente vestidos con traje y corbata, tocadas las cabezas con gorras abrigadas, llegaban juntos formando lo que podría ser un grupo escultórico dedicado a esa virtud moral llamada Respeto. Diríase cuatro venerables académicos del XIX. Al entrar en la sala me adelanté, curioso porque nadie parecía conocerlos. Descubriéndose la cabeza dos de ellos explicaron…

• Fuimos compañeros de Miguel Muñiz en nuestros primeros años en telefónica, hace cuarenta años que no nos habíamos visto, aunque si hablado por teléfono en ocasiones. Y al enterarnos de su muerte esta mañana estuvimos de acuerdo en que hoy teníamos que estar aquí….

El que parecía mas tímido terció.

• Somos economistas y Miguel fue el primer jefe economista que hubo en Telefónica, todos los jefes eran ingenieros hasta que alguien se dio cuenta de que era importante tener una cuenta de resultados. De él aprendimos en pocos años lo que hemos puesto en práctica toda la vida.

De aquella pintura de los cuatro ante el féretro, Rembrandt hubiera hecho un homenaje a la amistad, a la lealtad, a la bonhomía.

Miguel, gallego de pro, socialista convencido, hombre de palabra, de humor socarrón, de fuerte carácter, incapaz de una injusticia y sin probar jamás el rencor, amigo de sus amigos y enemigo de lo injusto, de palabra prudente y sabia, nunca dio un rodeo para decir la verdad y supo escapar indemne de lo siniestro que en la vida a veces nos envuelve.

Muñiz hizo una gran carrera política y fue respetado por cuantos compañeros y opositores le trataron, ocupó en varios gobiernos puestos de enorme responsabilidad y su gestión económica se acercó al arte siempre que pudo. Fue Presidente del ICO y fundó su museo en la calle Zorrilla, comprando la “suite Vollard” de Picasso al completo para su inauguración.

Sus méritos como gestor y su matrimonio con una pianista de renombre le hicieron aceptar la dirección general del Teatro Real, allí sólo dejó buenos recuerdos y grandes logros, así lo confirmaron sus colaboradores ayer al acercarse a darle su adiós. Un cambio en el gobierno le forzó a dejar su cargo en el teatro Real, nunca se quejó, nunca señaló, nunca confesó su dolor. Pero los que estábamos cerca sabíamos de la elocuencia de su silencio.

Gran Reverencia, cae el telón …descanse en paz. Enrique Viana