Misa con equilibrio y buenas maneras
Equilibrio y buenas maneras
Bach: “Misa en si menor BWV 232”. Nuria Rial, Rebecca Martin, Markus Schäfer, Thomas Laske. Windsbacher Knabenchor, Akademie Fürt Alte Musik Berlin. Director: Martin Lehmann. Temporada de La Filarmónica. Auditorio Nacional, 30 de marzo de 2017.
Un auténtico monumento musical como esta misa de Bach, en la que el contrapunto, el tejido polifónico, la expresividad poética, la originalidad de la forma se dan la mano, necesita de unos mimbres muy especiales para llevarla a buen puerto; y un cuidado muy específico del estilo. Por eso suelen ser los conjuntos alemanes, sumergidos en una rica y ancestral tradición, los que suelen servir con mayor autenticidad este tipo de literatura; lo que, por supuesto, no garantiza la perfección interpretativa, pero supone una importante base de actuación.
Desde estas bases rigurosas parten los conjuntos germanos que han intervenido en esta sesión de La Filarmónica –repetida en otros lugares de nuestro país- y que han mostrado total solvencia en la defensa de estos nada fáciles pentagramas. El coro francón, de unos ochenta componentes, está integrado en gran parte por niños de corta edad, de voces luminosas bien acopladas, pero cuenta también con mocitos de 15 o 16 años, de timbres más penumbrosos, a lo mejor en plena muda vocal, que otorgan la exigible base armónica y contribuyen a que el espectro tímbrico sea equilibrado y posea ricos claroscuros. Una formación que, aunque mucho más amplia, tendría algo que ver con las que podían estar al servicio del Cantor de Santo Tomás.
Lo importante es que estos niños afinan, cantan con gusto y expresión y muestran una redondez y una capacidad de matización singulares. A ello ha contribuido sin duda la labor durante tantos años de Hans Thamm, su fundador en 1946, y de su sucesor, Karl-Friedrich Beringer. El actual titular, Martin Lehmann, sigue tan provechosa tradición y nos ofrece una imagen directorial flexible, elegante, comunicativa, atenta y capacitada para captar los más recónditos matices, que nos ofreció una interpretación de suaves perfiles, de acentos limados, sin aristas, sin el deseable dramatismo de ciertos pasajes –el “Crucifixus”, por ejemplo-, sin esa chispa incendiaria que a veces pide Bach.
Pero hay que aplaudir cosas muy meritorias como la claridad de líneas del “Gloria”, los pianísimos del “Et incarnatus”, la sonoridad tan matizada del “Et resurrexit”, en el que se estableció un hermoso diálogo con la orquesta, el perfecto desarrollo del “Confiteor”, la exactitud del “Sanctus” y las estupendas imitaciones del “Osanna”. Todo ello muy bien ensamblado con ese magnífico conjunto que es la Akademie für Alte Musik berlinesa, compuesta por 32 espléndidos profesores que manejan instrumentos de época, incluido un órgano positivo, con unos oboes primorosos y unas trompetas muy seguras, aunque la mano rectora no las dejara destacar casi nunca. Un poco de agresividad no habría venido mal de vez en cuando.
El equipo solista tuvo un punto negativo, Laske, que no es bajo y por tanto fue inaudible en las notas graves de sus dos arias; aparte de que posee un timbre descolorido y escasamente atractivo. Sí lo es, y mucho, el de la española Nuria Rial, lírico-ligera bien provista de armónicos, de canto dulce, expresivo y matizado. Mejor que Rebecca Martin, que no es contralto y probablemente tampoco mezzo, de tinte desvaído y volumen muy discreto; aunque haya que reconocer que cantó con mucho sentido el “Agnus Dei”. Bien Schäfer, lírico-ligero de grato color, experto y refinado. Arturo Reverter
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