“Mitridate” en España, cuando Gregory Kunde tuvo que acudir al rescate
El Real tuvo que aclararse, ayer, mediante una nota rectificadora. El suyo no será el primer Mitridate que se verá escenificado en España, como se había asegurado. Al menos ya hubo dos anteriores producciones, ambas vinculadas con la memoria del extinto Festival Mozart. La primera, algo modesta, se ofreció en 1997, en el Real Coliseo de Carlos III del Escorial. ¡Qué tiempos! La segunda, más enjundiosa, fruto de la aclamada producción de Graham Vick para el Covent Garden (una colorista sucesión de imágenes pictóricas, con elementos de teatro kabuki y suntuosos decorados), se representó, en el Festival Mozart de La Coruña, en 2009. Esta últimas funciones gallegas constituyeron un señalado triunfo para el tenor norteamericano Gregory Kunde, que encarnó vocalmente al protagonista, de manera accidental.

La producción de Mitridate de Graham Vick se pudo ver en el Festival Mozart
Corría el año 2009 cuando el Festival Mozart de La Coruña se propuso saldar una de sus históricas deudas pendientes, hasta esa fecha. Pese a haber representado ya en la ciudad atlántica varias producciones distintas, de títulos bien conocidos como Don Giovanni o La Flauta mágica, solo se había logrado ofrecer una de las óperas más complejas, e interesantes, del primer Mozart, Mitridate, re di Ponto, en una olvidada representación de la anterior etapa del certamen, la madrileña, en 1997.
Entonces, se decidió, en el marco de un certamen dedicado a exaltar la figura del fallecido director de escena, Graham Vick, importar del Covent Garden londinense la fastuosa producción de este título que aquel célebre hombre de teatro había propuesto ya en ese teatro, en los 90, posteriormente objeto de una reposición, en 2005.
De ese modo, la cita mozartiana coruñesa pudo ofrecer la segunda representación de Mitridate en un teatro español. El veterano maestro italiano Gabriele Ferro fue el encargado de dirigir musicalmente aquellas funciones, al frente de la Sinfónica de Galicia, que contaron con un reparto muy destacado.
Debutaban prácticamente, en España (al menos en una producción de postín), dos jóvenes sopranos que luego han alcanzado un recorrido internacional muy relevante, en ambos casos: la polaca Aleksandra Kurzak y la uruguaya María José Siri. Esta última llegó a última hora para sustituir a una indispuesta Laura Aikin. Y ya dio muestras de poseer el instrumento robusto (pero algo impreciso en la coloratura) que luego le ha granjeado importantes triunfos en óperas de Verdi y del repertorio verista.
Pero la joya de aquellas representaciones fue, sin duda, la presencia inesperada de un tenor con el que nadie contaba. El protagonista de las representaciones de Mitridate debía ser Bruce Ford, el mismo cantante que, en Covent Garden, asumió este rol casi imposible, que demanda un tenor heroico pero con capacidad para sortear con habilidad la a ratos inclemente coloratura. O se cuenta con un cantante de este tipo para el protagonista o mejor sería, de lo contrario, renunciar a programar una ópera que se titula, precisamente, Mitridate.
En La Coruña se vivió una situación muy delicada. La colorista producción de Graham Vick, con halcones auténticos en escena, elementos de teatro kabuki, elaboradas coreografías y el tipo de brillantes decorados y vestuario que se asocia con el imaginario de una ópera barroca que, sin cortes, debe durar no menos de seis horas (el resultado, aún no superado, puede verse en DVD), entraña gran dificultad desde el punto de vista actoral. Los movimientos hasta componer sutiles cuadros (en alguna crítica se mencionó Las Meninas) son muy precisos.
Para poder hacerle justicia al personaje protagonista se pensó en contratar a Bruce Ford, el notable tenor estadounidense, experto en este tipo de roles, que ya había protagonizado la producción en Covent Garden. Así se hizo, con resultados no demasiado buenos en Galicia. En los ensayos se pudo comprobar que Ford ya no podía abordar la inclemente tesitura de Mitridate. Estaba superado por las demandas reales de un papel que muy pocos se han atrevido a incorporar con éxito: el recordado Rockwell Blake, el mejor entre los modernos.
La organización apuró hasta el límite, porque resultaba muy complicado que otro tenor pudiera hacerse cargo del personaje con pocos ensayos. Y finalmente se recurrió a una solución, cuando menos, sorprendente, pero que luego ha calado en algunos casos.
Bruce Ford permanecería en escena, incorporando actoralmente a Mitridate e, incluso, cantando los recitativos de sus arias. Pero estas últimas, serían abordadas desde uno de los hombros laterales del escenario por otro intérprete mucho más solvente, en este caso, Gregory Kunde. El colega y compatriota de Ford no solo salvó aquellas funciones: su incontestable prestación, plena de heroísmo, con agudos restallantes, resultó, en el aspecto vocal, lo más ponderado musicalmente junto al desempeño de la orquesta. Por fin se contaba con un Mitridate verdaderamente heroico, tal como reclamaba Mozart.

Gregory Kunde
La producción de Vick fue un éxito, sobre todo, por la belleza de las imágenes que alcanzó a construir para dotar de cierto sentido a una historia endeble, basada en los rígidos códigos de la ópera barroca: una larga sucesión de arias y recitativos que solo se mantiene en pie con intérpretes capaces de insuflarles emoción y brío a partes casi iguales.
El público, que no llenó aquellas funciones, disfrutó por momentos de algunos de los momentos mágicos que Vick acertó a trasladarle, de cultivadora plasticidad. Pero se quedó sobre todo con el nombre de aquel tenor de tintes heroicos, Gregory Kunde.
Antes de estas representaciones coruñesas, el Teatro Real ya había ofrecido Mitridate, en 2005, con dirección de Mark Mikovski. pero aquella fue una versión de concierto. A partir de la próxima semana, en el mismo Real habrá una segunda oportunidad de degustar este infrecuente Mozart adolescente, con escena.
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