Critica: Mongibello Island, un viaje hacia la ruptura de un jazz poco convencional con Andre JahJah trío.
Mongibello Island: Un viaje hacia la ruptura de un jazz poco convencional
Andre JahJah trío. 0052 Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes de la Música de la Universidad Autónoma de Madrid. Sala de Cámara del Auditorio Nacional – 26 de octubre de 2024.
Había una alta expectación para la inauguración del Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes de la Música, organizado por el Centro de Investigación y Promoción de la Música de la Universidad Autónoma de Madrid (CSIPM-UAM). Y no era para menos. La maestría que demostró este trío en su concierto despertó los vítores de un público exigente.
La apertura, por medio del piano, comenzó por el tema Train to Napoli, integrado en el disco y transformado por medio de solos e improvisaciones, que invitaba al espectador a realizar un viaje hacia la introspección. La musicalidad de Andre llenó la Sala de Cámara, cargándola de belleza en base a armonías complejas. Al piano, no sólo desnuda sus pies, se abre en canal, y traslada el lenguaje del jazz por medio de una técnica pianística única. Lejos de ser un mero acompañamiento, la presencia del bajo eléctrico y la batería, brillan con luz propia y suponen una parte imprescindible para una agrupación cargada de sentimiento.
Por su lado, la gran capacidad de escucha y observación de Jorge Santana a la batería, hizo que en ocasiones tomara las riendas de un caballo que parecía desbocarse, pero que Jorge dominó a la perfección. Sus solos estuvieron plagados de fuerza y versatilidad, jugando con las dinámicas y combinando ritmos llenos de complejidad, demostrando así ser un maestro de la polirritmia. Los solos de Pablo Carretero con el bajo eléctrico rocían de sutilidad unas líneas melódicas llenas de personalidad. Es dueño de una técnica muy pulida con la que se permite fluir con la música, y su Groove es precioso, incatalogable.
La influencia flamenca estuvo marcada por la entrada del primer artista invitado: el guitarrista José Almarcha. Fue el encargado de abrir el tercer tema del concierto con una introducción aflamencada seguida de un solo de bajo. Cuando el resto de los instrumentos se sumaron, la sonoridad se tornó poco común, alejada de convencionalismos. En ocasiones el empaste se vio un poco forzado, yendo hacia la artificialidad, pero tornándose al mismo tiempo como una combinación explosiva.
La segunda parte del concierto contó con la aparición del segundo artista invitado, el violinista Víctor Guadiana. La poca cotidianidad del jazz tradicional que quedaba, quedó completamente rota con la presencia de una interpretación colmada de notas, consiguiendo una sonoridad muy alejada del violín y acercándose al de una guitarra eléctrica del guitarrista de rock más entregado. La mezcla encajaba a la perfección en una agrupación ya de por sí ecléctica y alejada de la convencionalidad.
Las influencias clásicas en el piano estuvieron presentes constantemente. A su vez, hicieron acto de presencia las influencias brasileñas en Mangueira, que quedaron remarcadas por el virtuosismo instrumental del trío. Magistralmente, diferentes estilos se fueron fusionando mediante la sutilidad que ofrece el jazz. El frenetismo musical también estuvo presente y llenó el auditorio en los momentos culmen, con algunos pasajes disonantes en los que se quebró la armonía.
Los fallos en microfonía se hicieron presentes una vez más en la Sala de Cámara. La dificultad de sonorización de esta sala se hizo evidente en los momentos en que Andre intentaba presentar a los músicos o explicaba algunos de los temas. Del mismo modo, hubo algunas pérdidas armónicas en el violín de Guadiana, y no pasó desapercibida la caída de uno de los micrófonos cercanos a la batería, que Jorge supo franquear sin interrupciones, afortunadamente.
Los presentes en el concierto tuvimos la suerte de contemplar no sólo a músicos, sino más bien a maestros que sacaron los mejor de sí mismos, jugando en ocasiones con algunas líneas melódicas juguetonas de videojuegos ampliamente reconocidos por la cultura pop, a modo de pequeños detalles que pasarían desapercibidos a un espectador distraído. Gracias a ello, vivimos un concierto único y extraordinario, en el que la compenetración entre los instrumentos se dio desde el inicio y fue la clave del éxito. A cambio, el trío se llevó una generosa ovación de un público que estuvo entregado. Diego Peláez Mateos.
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