El montaje escénico desvirtúa el Rigoletto de la Ópera de Roma
El montaje escénico desvirtúa el Rigoletto de la Ópera de Roma
A una puesta en escena que desluce el argumento de la ópera de Verdi y la calidad del director y el reparto se suman los ruidos ambientales de la producción al aire libre
La Ópera de Roma quiso que la vuelta de la ópera a la capital llegase al máximo público posible, razón por la que se trasladó el escenario al Circo Máximo, con capacidad para 1.400 personas, mayor que el que podría habilitarse en el escenario habitual del Festival de la Ópera de Roma, las Termas de Carcalla; y se pusieron pantallas y se contrató a un equipo de cámaras de televisión para poder retransmitirlo en directo.
Sin embargo, como apunta el periodista Giancarlo Arnaboldi en Connessi all’Opera, este sistema jugó en contra de la producción, en la que ya de por sí faltó claridad. Según Arnaboldi, el montaje apenas contribuyó a entender el argumento, con los cantantes acumulados en un lado del escenario, una escenografía pobre y proyecciones no sincronizadas con lo que se escuchaba en directo. Además, el sistema de amplificación se quedó corto porque los músicos y cantantes tenían que superar el ruido ambiental que inundaba el teatro.
Por otro lado, al ser una producción grabada para la televisión, se mezclaron idiomas de ambos géneros: se crearon imágenes que mostraban lo que no se dice con palabras sino que se evoca musicalmente, mostrando la ausencia de Gilda, a su madre y el suicidio final de la protagonista en las olas.
Para el crítico, el equipo artístico fue impecable pero perdió presencia por una producción con fallos y los ruidos exteriores. Daniele Gatti en el foso creo imponentes escenas dotadas de gran intimidad y sus protagonistas Rosa Feola, Iván Ayón Rivas y Roberto Frontali recibieron fuertes aplausos.
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