Mortier: “La gente no está educada hoy para elegir”
CULTURA EL MUNDO 17 DE ABRIL DE 2011
EN PRIMERA FILA
GERAR MORTIER
Director artístico del Teatro Real
Es uno de los lobos feroces del mundo de la ópera. Inteligente, osado, personalísimo en sus propuestas. Lleva el timón del teatro real desde hace algo más de un año y ya ha desplegado su personalidad arrolladora. Ha preparado un repertorio muy siglo XX, que ha soliviantado a los puristas. Lo educaron los jesuitas y aún cree en las revoluciones
“La gente no está educada hoy para elegir”
ANTONIO LUCAS
Por el laberinto borgiano del Teatro Real, Gerard Mortier se mueve con modales de duende luciferino Enfila los corredores con paso rápido. en un silencioso frenesí de urgencia y cortinas. En los altos de esta bombonera con apliques de ocasión habita un belga de inteligencia inflamable que ejecuta risitas de ratón e ideas poderosas. flanqueado en su despacho par un bronce de Beethoven y una estampa de Mozart ya muy enfermo, con cara de fiambre. Mortier gasta arquitectura ósea de flauta travesera y una mansa gestua¬lidad de teólogo sin otra religión que el desafío de ascesis.
Con estas ingredientes aparente¬mente inofensivos ha provocado un ataque de nervios a ciertas momias del engolado ámbito de la ópera, tan deudor del cuello duro.
Pero Mortier llegó a Madrid muy baqueteado después de batirse en duelo con divos y empresarios de medio mundo, Revolucionó el Festival de Salzburgo, donde reinó durante 10 años, y aplicó unas descargas de modernidad a la Ópera de París, sorteando guillotinas intelectuales, zancadillas e incluso admiraciones desbordadas, tan preicolosas. Lleva por aquí unos meses, lo justo para que las teas de los ortodoxos hayan prendido sus puntas y exijan hoguera a los pies de Mortier por la programación con la que se ha descolgado. Un alarde de osadía, un correctivo contra el acantonamiento de los que viven la ópera con paladar muy siglo XIX.
– Uno los peligros actuales de este arte es que aún se ve como un espacio del que sólo disfruta un pequeño grupo de ciudadanos. Acabar con esa percepción me ha motivado desde el principio. Quiero que la ópera llegue a todo el mundo.
-Parece que hay quien no lo ve tan claro…
-Mis propuestas no van contra los que vienen, sino a favor de quienes aún no la conocen. Sé que algo así supone a veces una batalla, porque algunos creen que la ópera es suya. Y eso no. La ópera, si quiere llegar a todos, debe adaptarse al presente. Un buen ejemplo es el Król Roger, de Szymanowski,. Una pieza de los años 20 del siglo pasado, cuando los modelos de sensualidad estaban cambiando en Europa. La escribió un compositor homosexual marcado por el rechazo. Y nosotros la hemos trasladado en el Real a un tiempo más actual, la década de los 70, con su efervescencia. Los días de la Factory e Warbol, los hippies, las drogas psicodélicas.. Todo aquello que se recibió como una liberación pero que en verdad nos dirigió hacia un mundo de consumismo feroz.
-¿También en la ópera?
-Aquí hay actitudes que me parecen peligrosas
-¿Por ejemplo?
-Pues la falsa idea de que para vender haya que fabricar estrellas a la manera de los actores de Hollywood. No estoy en contra, pero… Pienso en cantantes que me gustan como Anna Netrebko, que aparecen en las revistas con un glamour de coches deportivos y cosas así… Deberíamos buscar otras alternativas.
Mortier, el hijo del panadero, nacido en Gante en la añada del 43 y educado por los jesuitas, quiere hacer del Real un espacio moderno, vivo, plural, colectivo. Se ha echado encima a los garantes de las esencias programando para la temporada 2011/2012 un repertorio del siglo XX >>¿Por qué eso se considera revolucionario y leer a Joyce o Beckett, que son puro siglo XX, no es raro?. En cualquier caso, estamos hablando ya de clásicos>>, dice con timbre de niño de escolanía. Ha invitado también a artistas presuntamente ajenos a la mecánica operística, entre ellos, a Anthony & The Johnsons, un músico de atractivos andróginos salido de los tugurios más sórdidos del luminoso East Village de Nueva York, donde le hacían coro travelos desatados.
Anthony hará pareja con la performer serbia Marina Abramovic. Y después vendrá Israel Galván, un bailaor flamenco que limita a un lado con Vicente escudero y otro con Duchamp. Y el cantaor Arcángel. <
-Es muy importante que en la ópera la gente se abra al canto,. Los cantantes de nuestro tiempo han tenido un papel esencial en la conformación de las sensibilidades. Pienso en Bob Dylan, que a mi parecer es un comunicador más importante que Pavarotti.
-No sé si esto se va a entender…
-Me explico: Pavarotti es un gran cantante, pero no cambió la reflexión sobre el canto como sí lo hizo María Callas. O como lo han hecho Plácido domingo y Teresa Berganza… No digo esto contra Pavarotti, sino que reconozco en otras voces (la de Sarah Waljker. Ella Fitzgerald o Billie Holiday) una capacidad de comunicación más desbordante.
-También le acusan de no dar sitio a los cantantes de ópera españoles…
-¡Pero si soy el director artístico que más he hecho por ellos en Europa! Kraus se presentó en 1978 en Hamburgo porque yo lo invité. Igual sucedió en Salzburgo con María Bayo y Carlos Álvarez. Y a la Fura dels Baus la llevé yo a Alemania hace 15 años… En España he descubierto voces muy bonitas. Me gusta mucho la materia prima. Pero falta más trabajo. Muchos interpretan igual a Verdi que a Puccini… Y no es un ataque. Es la verdad. Faltan profesores… La situación es algo convulsa.
-Lo es en todo.
-Sin duda. Pero el arte se ha frivolizado en exceso. Hannan Arendt decía que esto no es un producto de construcción de masas. La democracia del arte no es que todos lean poesía, sino que tengan la posibilidad de leerla. No olvidemos que todo arte es siempre político… Más aún cuando vivimos en un tiempo de enormes cambios donde hay un miedo generalizado a lo que sucederá.
-¿Cuál es su miedo?
-Ninguno. Creo que es un momento extraordinario para la Cultura. Para explorar posibilidades. El arte, si no frivolizamos, puede ser una gran herramienta de progreso. Este oficio es una vocación, una misión. Por eso decidí seguir mi propio camino, escuchando a los otros, asumiendo errores, pero viviendo sin miedo a la soledad.
-¿Lo aprendió de los jesuitas?
-Los jesuitas de Flandes, con los que me eduqué, son muy distintos de los españoles. Nos inculcaron el sentido de la revolución. El afán de intentar cambiar el mundo. Pero cambiarlo no es destruirlo. Un a guerra nunca es la mejor vía para construir nada. En mi caso, creo más en un estado de cambio permanente. Baudelaire ya apuntó que la modernidad es cuestionar. Eso es lo que me interesa. De ahí la importancia de acabar con los dogmas.
-Hay quien sostiene que la aparición de las nuevas herramientas de comunicación tiene ese propósito…
-Facebook y Twiter buscan jugar ese papel, pero solo responden a mecanismos empresariales de gran rentabilidad y eficacia en el control de los ciudadanos. Su dictadura es imparable. Cada vez hay más información y menos comunicación. Los mensajes no se basan en el pensamiento ni en el discurso, sino en el juego de frases. Aunque reconozco su interés por la posibilidad de crear un nuevo modelo de colectividad,
-Es el maná de los jóvenes…
-Si y no. Uno de los problemas de la juventud de hoy no es comunicarse, sino elegir. La valentía de optar. La gente no está educada hoy para escoger.
Y echa una risita de hámster con un rumor irónico y malvado,. Mortier no se arruga. Se pone en pie de un brinco y con los dedos, como un hisopo, da una leve bendición laica, de nuevo a todo gas por los pasillos.
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