MOZART : La Flauta Mágica
MOZART : La Flauta Mágica. Röschmann, Miklósa, Strehl, Müller-Bracjmann, Pape. Arnoold Schoenber Choir y Mahler Chamber Orchestra. C. Abbado. CD DG 4775789G
Popp, Gruberova, Araiza, Brendel, Möll. Coro y Orquesta de la Ópera del Estado de Baviera. W. Sawallisch, director. DVD DG 00440 073 4106.
Se publican casi simultáneamente dos lecturas de “La Flauta Mágica”, una nueva y otra reeditada. Abbado dirigió la obra en Italia hace aproximadamente un año, con su hijo en las responsabilidades escénicas. No recuerdo que lo hubiese hecho antes. Con instrumentos modernos y diálogos enfatizados planea una versión profunda, de texturas muy claras, bien articulada que llega con facilidad al oyente. Escogió un reparto compuesto principalmente por voces jóvenes, en el que la excepción es un René Pape en plenitud de facultades que canta estupendamente Sarastro. El resto plantea algunas dudas, ya que a unos y otras les falta consistencia. Los instrumentos suenan pequeños aún en grabación. A la Reina de la Noche Erika Miklósa le faltan graves, aunque ya sepamos lo difícil que es abarcar toda la extensión de su tesitura. El Tamino de Christoph Strehl, aunque bien cantado, resulta ligero…
Y todo ello se muestra muy evidente al comparar con la vieja producción, ahora reeditada en DVD, que realizaron August Everding y Jürgen Rose para la Ópera de Munich y que ha permanecido en cartel por décadas. No es raro, ya que estamos ante una puesta en escena inteligente y divertida. Sawallisch la dirige quizá con mayor soltura que Abbado, bien es verdad que la conocía mucho mejor o, cuanto menos, la abordó muchas más veces. Pero además de lo anterior es que el reparto difícilmente podía mejorarse. Pape está estupendo, pero Möll era insuperable y a partir de aquí la brecha es mucho mayor, pues Edita Gruberova y Lucia Popp fueron una referencia en los respectivos papeles de la Reina y Pamina. No es que Wolfgang Brendel fuese un artista sutil, pero su Papageno también brilla muy por encima del de Hanno Müller-Brachmann.
Creo que, aunque Abbado sea hoy un dios, mis preferencias quedan bastante claras. Gonzalo ALONSO
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