Muerte y transfiguración por Jaume Santonja con la Sinfónica de Tenerife
El maestro sube al podio de la orquesta tinerfeña con un abanico de obras inspiradas en el deceso firmadas por Mahler, Liszt, Saint-Saëns, Ravel y Strauss
Lo funesto y lo macabro, el reposo y la despedida son los distintos retratos de la muerte que se reúnen en el tercer programa de abono de la Sinfónica de Tenerife, que recibirá como director musical a Jaume Santonja.
La primera obra que se escuchará es el poema sinfónico Todtenfeier de Mahler, la que fue la versión temporada del primer movimiento de su Segunda Sinfonía. Escrita en 1888, Mahler tomó como referencia el drama poético Dziady , del polaco Adam Mickiewicz, en la que resuena la pregunta “¿Qué significa la muerte? ¿Hay alguna continuación?”.
Los ritos fúnebres de Mahler serán respondidos por la obra Totentanz S. 126 de Liszt, una composición para piano y orquesta que, a partir de la melodía del Dies Irae gregoriano, retoma la macabra Danza de la muerte cultivada desde el Medievo, forma artística que alude a la inexorabilidad del fallecimiento. La virtuosa y percutiva parte del piano será interpretada por Andrei Korobeinikov. Este mismo tratamiento del deceso es el que inspiró la popular Danse Macabre, op. 40 de Saint-Saëns. La recreación sonora de los esqueletos danzando pone en primer plano a la sección de percusión de la orquesta, con especial protagonismo del xilófono.
Apartado de las supersticiones, las dos obras que cierran el programa se aferran a la esfera más íntima. La Pavane pour une infante dêfunte de Ravel evoca la muerte tan solo por la belleza sonora de su mención ya que, como Ravel mismo indicó, el significado del título de la obra no se aplica a la intención de la partitura, que “no es un lamento fúnebre por un niño muerto sino una mención de la pavana que podría haber bailado una infanta en la corte española”. Si bien las imágenes de la infancia y la muerte no quedan retratados por la música de Ravel, ambos conceptos sí se suceden en la obra que cierra el programa, el poema Muerte y transfiguración, TrV 158, op.24 de Strauss, que encarna los últimos momentos de una persona al borde del fallecimiento. El compositor divide y desarrolla la obra en cuatro movimiento: I. Largo – El enfermo, próximo a la muerte -; II. Allegro molto agitato – La batalla entre la vida y la muerte no da reposo al agonizante -; III. Meno mosso – El moribundo ve pasar su vida ante él -; y IV. Moderato – La transfiguración anhelada -.
El concierto tendrá lugar en el Auditorio de Tenerife Adán Martínez el viernes, 30 de septiembre.
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