Munich: dos tenores mejicanos en Hoffmann
LES CONTES D’HOFFMANN (J. OFFENBACH)
Nationaltheater de Munich. 28 Marzo 2015.
En cualquier producción de esta ópera no hay más remedio que hacer referencia a la versión ofrecida, ya que es bien sabido que Offenbach la dejó inacabada, llegando a desaparecer posteriormente partes de la orquestación en el incendio de la Salle Favart a fines del siglo XIX. En Munich se ha ofrecido la edición de Michael Kaye y JeanChristophe Keck, que es justamente la que ofreció el Liceu de Barcelona hace dos años. Las novedades, como siempre, están en el acto de Venecia, donde se elimina el llamado Septeto, se incluye un aria de Giulietta, que está concebida para una soprano lírico-ligera, volviéndose al final original en el que Giulietta muere envenenada accidentalmente, al beber el veneno preparado para Nicklausse. Hay también algunas novedades en el Epílogo, especialmente el hecho de que salgan a escena todos los personajes, acompañando a Nicklausse en su aria final.
Escena
La producción escénica se debe a Richard Jones y es una coproducción de la ENO londinense y la Bayerische Staatsoper. La producción se estrenó en Munich en Octubre de 2011 y contó con la presencia d Diana Damrau en las 4 heroínas de la ópera. La producción cuenta con una escenografía simple (Giles Cadle) y única para todos los actos, consistente en una gran habitación, que en el prólogo es la de Hoffmann, que se transforma en la taberna de Luther. La habitación sigue siendo la misma en los otros actos, consiguiéndose los distintos ambientes en una cuidada labor de iluminación (Mimi Jordan Sherin), que resulta fundamental en la producción. El vestuario (Buki Shiff) es adecuado, divertido en el acto de Olympia y elegante para Giulietta.
La dirección escénica de Richard Jones funciona francamente bien, ofreciéndonos a Nicklausse como un doble de Hoffmann, puesto que ambos van vestidos exactamente igual, incluyendo pelucas. El acto de Olympia se concibe como una fiesta para niños, ya que de tal van disfrazados los miembros del coro, siendo de destacar el juego que saca a la muñeca. En el acto de Antonia hay que destacar la aparición del Doctor Miracle en la partitura que canta Antonia, en un auténtico golpe teatral. Quizá el acto menos conseguido sea el de Venecia, con un espejo giratorio para jugar con el robo de los reflejos humanos.
Escena final
La dirección musical estuvo encomendada a Constantin Trinks, quien sin cumplir todavía los 40 años, se ha convertido en uno de los directores alemanes más demandados. Hay buenas razones para ello. Se trata de un director muy solvente y seguro, un auténtico kappelmeister, al que siempre he encontrado con tendencia a abusar de volumen sonoro, lo que también ha ocurrido en este caso. No me parece que la ópera francesa sea su mejor campo de actuación, ya que le falta delicadeza y emoción en muchos momentos. A sus órdenes ofrecieron relevantes actuaciones la Orquesta y el Coro de la Bayerische Staatoper.
El mejicano Rolando Villazón fue el intérprete de Hoffmann en el Prólogo y en el acto de Olympia. Todos los aficionados conocen los problemas por los que ha tenido que pasar este estupendo artista, que cuenta con la simpatía y admiración de los públicos y muy particularmente en Alemania. Vocalmente, está lejos de ser el gran tenor que fue, con un tercio agudo reducido y comprometido. Él conoce perfectamente sus limitaciones y tiene una gran habilidad para tapar sus defectos, escapándose de las dificultades siempre que puede. Me resultó un gran actor y un decepcionante cantante. De hecho, al empezar el acto de Antonia se anunció que no se encontraba bien y que sería sustituido para el resto de la ópera por otro mejicano, Arturo Chacón-Cruz, quien ya había sido anteriormente Hoffmann en esta misma producción.
Teniendo en cuenta las circunstancias, hay que decir que el nuevo mejicano fue un lujo. Conoce bien la producción, se movió con soltura en escena y mostró una voz adecuada a las exigencias del personaje. Sus mayores problemas radican en un canto un tanto monótono, basado casi siempre en sonidos abiertos y con una parte superior comprometida, en la que el mejicano empuja de manera notable.
Rolando Villazón
El bajo americano Christian van Horn dio vida a los 4 Diablos (Lindorf, Coppelius, Dr. Miracle y Dapertutto) con poco relieve y de manera más bien modesta. La voz tiene amplitud, pero no es atractiva y su canto resulta muy impersonal.
La mezzo soprano americana Angela Brower lo hizo bien como Nicklausse, cantando con gusto y emoción sus arias, aunque la encontré un poco justita en graves. Me ha gustado más en otras ocasiones y, particularmente, interpretando a Mozart.
Esta vez no teníamos una única intérprete de las heroínas, sino tres distintas o, si quieren, cuatro, incluyendo a Stella.
Olympia fue interpretada por la soprano ligera canadiense Jane Archibald, que tuvo una actuación impecable en la muñeca, brillando en las notas estratosféricas y desenvolviéndose muy bien en escena.
La italiana Serena Farnocchia lo hizo bien como Antonia, aunque la encuentro un tanto impersonal en su canto y en su timbre.. Es de esas sopranos de las que uno se olvida pronto.
Finalmente, Giulietta era una sorprendente Brenda Rae. Digo lo de sorprendente, porque la voz de esta soprano americana es la de una lírico-ligera, lo que no parece muy adecuado a las exigencias tradicionales del personaje de la cortesana veneciana. Es verdad que en la versión que nos han ofrecido Giulietta no es la casi mezzosoprano de tradición. La americana lo hizo bien en su aria, quedando desapercibida en la barcarola Me habría gustado mucho más verla en Antonia.
Escena
Los cameos los interpretó Kevin Conners, resolviendo bien los cuplés de Frantz y haciendo de Cochenille una divertida doncella. Ulrich Ress fue un adecuado Spalanzani. La voz de la Madre de Antonia corrió a cargo de Qiulin Zhang, sin mucho brillo. Peter Lobert prestó su sonora voz a los personajes de Crespel y Luther. Christian Rieger lo hizo bien como Schlemil. Adecuados Dean Power (Nathanael), Andrea Borghini (Hermann) y Petr Nekorance (Wilhelm), los tres siempre en escena como testigos mudos de las andanzas de Hoffmann.
El Nationaltheater ofrecía una vez más un lleno total. El público dedicó una cálida acogida a los artistas, sin exceso de entusiasmo. Los mayores aplausos fueron para Ángela Brower, Jane Archibald y Arturo Chacón-Cruz.
La representación comenzó con 6 minutos de retraso y tuvo una duración total de 3 horas y 37 minutos, incluyendo dos intermedios. Duración musical de 2 horas y 26 minutos. Casi 7 minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 163 euros, habiendo butacas de platea por 92 euros. La entrada más barata sentado era de 40 euros. Jose M. Irurzun
Saludamos a los dos tenores mexicanos amigos: Rolando Villazón y Arturo Chacón Cruz.