Música para peces. ABC Cultural oct 2004
Música para peces
El musicólogo e investigador Robert Jourdain afirma que, si tocamos un vals ante los peces de un acuario, serian perfectamente capaces de escuchar las notas. Lo que no pueden es relacionarlas entre sí como una unidad y descubrir que se trata de una pieza de música. Y es que la música es un producto del hombre y para el hombre que depende de las relaciones entre tiempo y memoria.
La falta de memoria de los peces fue tratada musicalmente por Mahler en un precioso lied, luego usado en la Segunda sinfonía. San Antonio, harto de predicar sin éxito a los hombres, se pone a hacerlo ante los peces. Éstos acuden y escuchan, luego siguen su camino sin aprovechar nada de la plática. La música requiere un esfuerzo activo; escuchar, relacionar, establecer conexiones y no otra cosa es el fin de la forma musical que asegura la identidad de la obra.
Sin embargo, se diría que la mayoría de los humanos van poco más allá de las capacidades de los peces de colores, ya que se niegan a escuchar casi nada que suponga un cierto esfuerzo o de desplegar la capacidad de percepción. Por eso quizá despiertan recelo las nuevas composiciones. Y tal vez por ello, en la música industrial -que es la única que oye casi todo el mundo- encontramos esa repetición absoluta de formas estructurales, tan elementales como las que podrían percibir los peces de – colores y, para mayor abundamiento, sobre una base armónica que no sólo es siempre igual sino además perfectamente conservadora y reaccionaria por muy modernos que se nos quieran presentar esos productos. Como casi siempre, reconocer es valorar.
Ante una invasión omnipresente de la música de acuario, los compositores que milagrosamente todavía se empeñan en crear obras nuevas tienen la impresión de que las gentes que les oyen pocas veces entienden el diseño de sus piezas, sean éstas como sean. Tienen la sensación de estar haciendo música que, no estando concebida para las entendederas de los peces de colores sino de los seres humanos, acaba por no encontrar hombres sino peces. Claro que también puede consolarse pensando que hacen sermones como los de San Antonio. Él también predicó a los peces. Tampoco le hicieron caso. TOMAS MARCO
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