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Por Publicado el: 21/05/2011Categorías: Crítica

Música y Poesía

Temporada del Teatro Español
Música y Poesía
Obras de Cernuda, San Juan de la Cruz, Alberti, Lorca, García Montero, Gil de Biedma, José Hierro, Mozart, Mompou, Guastavino, Beethoven, Chopin, Stravinsky, etc. Ana Belén y Rosa Torres-Pardo. José Carlos Plaza, director. Teatro Español. Madrid, 19 de mayo.
Rosa Torres-Pardo no sólo es admirable como pianista sino también por su tesón e inteligente ambición. Ha sabido encontrar su hueco en nuestro mundo artístico y pocas personas lo logran. La mayoría de las veces lo inteligente resulta no pretender ser el Pavarottti de turno y quedarse a medo camino sino un Piero di Palma, siempre primero en su liga. Ella, al margen de su sólida carrera como solista, inició ya hace años un camino de “arte y música a dúo” que ha rendido frutos importantes con parejas como José Luis Gómez, María Bayo, Lola Greco o ahora Ana Belén. Sabe acompañarse y sabe, no ya compartir, sino ceder el protagonismo. La generosidad es valor que no abunda.
Jose Carlos Plaza dirige un espectáculo bautizado como “Música callada. La vida rima” que recorre España en el que se combinan poesía y música, enlazadas a través del trabajo literario de Luis García Montero y el musical de la propia Rosa. El espacio desnudo, las ropas de trabajo negras, las palabras, los sonidos externos, las notas del corazón y los silencios, junto a las músicas de compositores de ayer y hoy se fusionan a modo de crossover en una propuesta de noventa minutos de buen ritmo, pero con ese punto de pretenciosidad innecesaria que hace perder naturalidad a un espectáculo admirable en muchos sentidos.
Ana Belén deslumbra en un trabajo sin pausa escénica, con mucho texto y algo menos canto, aunque deje su personal entonación y musicalidad en números como “La paloma” o “Las hojas muertas”. Rosa Torres-Pardo luce su temperamento y poderío en el teclado en piezas muy variadas, que alcanzan su culminación entre “El sur” y “Lavapiés” en un clímax bien diseñado y ejecutado por ambas protagonistas.
De dos magníficas artistas, con un experto director, con bellos textos y músicas no podía nacer más que un espectáculo sensible. Gonzalo Alonso

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