Muti, Milán-Roma-Madrid
Muti, Milán-Roma-Madrid
Riccardo Muti acaba de dar en Roma toda una lección de cómo hay que dirigir Verdi. Es actualidad por otras razones, de las que quizá la más sustanciosa sea el Premio Birgit Nilsson –segunda edición tras la ganada por Plácido Domingo- y el millón de dólares de su dotación.
Muti ejerció una férrea dirección en la Scala de Milán durante un amplísimo periodo de tiempo (1987-2005) hasta que la orquesta votó en su contra tras serios enfrentamientos con el intendente del teatro. Durante su era se llegó a pedir identificaciónn a quienes hacían cola para entrar al “loggione” y eran sospechoso de abuchear espectáculos. La Scala no levanta cabeza desde entonces y Roma ha intentado tomar el relevo ofreciendo a Muti su teatro, pero al napolitano le va mejor con simplemente dirigir un par de óperas por temporada. Así lo ha hecho con “Nabucco”, sobreponiéndose de una pequeña intervención de corazón y una más grande de su mandíbula, fracturada al desvanecerse y caerse del podio en Chicago en pleno ensayo.
Antonio Moral intentó llevar a Muti al Real para dirigir la orquesta del teatro pero las negociaciones, difíciles de por sí para una agrupación que el maestro desconocía, se frustraron cuando Moral contrató a Abbado, su gran “enemigo” artístico. Por cierto, Abbado quiso volver ahora a la Scala, donde estuvo vetado durante el reinado Muti, pero se le exigió hacerlo con el conjunto titular y no aceptó. La orquesta consideró que era un insulto que volviese con terceros. Tomen nota nuestros teatros, tan dados a las mascletás de grandes nombres con orquestas ajenas. Muti finalmente se presentará en el Real dentro de un año con “I due Figaro” y la Joven Orquesta Cherubini en una coproducción que el Pentecostés Salzburgués y Rávena estrenarán este junio. La partitura de Mercadante, con aire hispano de boleros y fandangos, tenía que haberse escuchado antes en Valencia pero se cayó de la programación por falta de fondos, tomando Mortier el testigo para Madrid e introduciendo a Emilio Sagi. A falta de un Verdi…
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