Nabucco en Valencia: las fuerzas estables de Les Arts son un lujo
NABUCCO (G. VERDI)
Palau de Les Arts de Valencia. 14 Mayo 2015
Con este título verdiano termina la temporada que podríamos llamar regular en Valencia. Este año no habrá Festival del Mediterráneo y, únicamente, quedan las representaciones de la ópera Narciso, que tendrán lugar en la sala más reducida del Teatro Vicente Martín y Soler.
Estas representaciones de Nabucco contaban con la anunciada presencia de Leo Nucci como protagonista en las últimas funciones, entre las que estaba la que ahora nos ocupa. Lamentablemente, el barítono italiano canceló por enfermedad, con lo que buena parte del interés había desaparecido. Todavía habría que añadir a esta defección la cancelación de Nicola Luisotti en la dirección musical.
La producción escénica llevaba la firma del griego Yannis Kokkos, que se ocupa también de escenografía y vestuario, y procedía de la Ópera de Munich, donde se estrenó en Enero de 2008. Tuve la oportunidad de verla en el Festival de Julio del añosiguiente y nada cambia respecto de lo que entonces me pareció.
La producción es muy tradicional, sin atisbos de provocación, y dedicada a presentar el relato de la ópera. Escenografía sin novedades, a base elementos móviles con gradas y muros, en los que se abren huecos en forma de cubos. Estos decorados se repiten a lo largo de toda la ópera con la excepción de la escena del Va Pensiero, que canta el coro tras una alta reja que representa una prisión. El único elemento de modernidad es el traslado de la acción a tiempos más o menos modernos, con los hebreos vestidos en negro y los asirios con cascos y capotes en azul oscuro. Es un Nabucco que se ha visto ya muchas veces, sin lecturas personales ni elementos extraños. La dirección de escena no ofrece nada llamativo, con un coro bastante estático y unos personajes que parecen saber qué tienen que hacer. El elemento más llamativo de la producción consiste en un panel de luces que enfoca y deslumbra al público, cuando Nabucco menciona a Dios. La iluminación de Benedikt Zehm mejora claramente a la original de Michael Bauer. Una producción sin mayor relieve.
Como digo más arriba, Nicola Luisotti canceló las últimas representaciones – las que compartía con Leo Nucci – y fue sustituido por el valenciano Ramón Tébar, que es actualmente el principal director invitado del Palau de les Arts de Valencia. Lo primero que tengo que decir es que la cancelación de Luisotti me pareció una muy mala noticia, ya que en este repertorio me parece un muy buen director, si bien añadiré que no le eché en falta. La dirección de Ramón Tébar tuvo siempre buen pulso, energía y auténtico sentido verdiano. Pudo haber algunos pasajes con tiempos un tanto precipitados, como también hubo algunos desajustes con el coro, lo que no es extraño, teniendo en cuenta que él no había dirigido los ensayos. Me ha parecido un Nabucco perfectamente a punto dramáticamente y muy superior a otros cuantos que he tenido oportunidad de ver con directores de más nombre que el valenciano. Creo que el Palau de Les Arts ha perdido una excelente oportunidad de contar un muy buen director musical, ya que me parece superior a Roberto Abbado. La Orquestra de la Comunitat Valenciana fue el lujo habitual, demostrando que, pese a todos los problemas de los últimos tiempos, sigue siendo de lejos la mejor orquesta de foso de España- Muy bien también el estupendo Cor de la Generalitat Valenciana.
El sustituto de Leo Nucci en la parte de Nabucco fue el barítono italiano Ambrogio Maestri, cuya actuación no me resultó convincente, reconociendo el mérito que tienehaber conseguido contar con su concurso a última hora. No es una cuestión de adecuación vocal ni de poderío, sino de estilo, elegancia y expresividad. Ambrogi Maestri es un magnífico Dulcamara y un excepcional Falstaff, pero Nabucco es otra cosa y me resultó un intérprete bastante decepcionante.
La soprano italiana Anna Pirozzi fue una convincente Abigail, una de las mejores intérpretes actuales del personaje. Sus puntos fuertes radican en un agudo poderoso y muy bien emitido, que es el mejor de sus activos, y en su capacidad de modular su instrumento, ofreciendo piani de calidad. Al centro y a los graves les falta algo de consistencia, aunque sirven sin problemas. La intérprete existe siempre en el escenario y, al final, es una excelente Abigail.
Anna Pirozzi
El bajo ruso Serguei Artamonov me resultó un más bien modesto Zaccaría. El centro funciona razonablemente bien, aunque no sea excesivamente poderoso, quedando más débil en graves y ofreciendo un tercio agudo bastante blanquecino, insuficiente en más de una ocasión. Muy buena impresión la dejada por el tenor americano Brian Jadge. La voz es atractiva, muy adecuada para Ismaele, y muy homogénea. Habría que verle en otros
personajes más exigentes para sacar conclusiones definitivas, pero su elección me parece un acierto.
La mezzo soprano armenia Varduhi Abrahamyan fue una Fenena notable, muy superior a su Adalgisa de hace un par de meses en este teatro. La hija de Nabucco es un personaje muy agradecido para cualquier cantante, pero ella lo hizo francamente bien, con un timbre oscuro muy atractivo.
En los personajes secundarios Hyekyung Choi cumplió el trámite en la parte de Anna. El Gran Sacerdote fue interpretado por Shi Zong, con la voz totalmente atrás. David Fruci lo hizo bien como Abdallo.
Varduhi Abrahamyan y Brian Jagde
El teatro estaba prácticamente lleno en un día en que el exterior era un auténtico suplicio, con temperatura de 44 grados. El público se mostró muy cálido durante la representación, aplaudiendo con mucha fueraza la obertura, el aria de Abigail en el segundo acto, y el Va Pensiero. En los saludos finales las mayores ovaciones fueron para Anna Pirozzi, no faltando bravos para Ramón Tébar, orquesta y coro.
La representación comenzó con 5 minutos de retraso, mal endémico en Valencia, y tuvo una duración de 2 horas y 50 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 6 minutos. Seis minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 135 euros, habiendo butacas de platea al precio de 119 euros. La entrada más barata costaba 38 euros. José M. Irurzun
Fotos: Tato Baeza
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