Natalie Dessay: “Me apetece descubrir nuevas formas de expresión”
La soprano francesa inaugura en Madrid el ciclo Voces del Real
- En un recital me expreso sólo a través de la voz y la música.
- En estos momentos me muevo al margen de todo lo que tiene que ver con la ópera
- Algunos lieder se adecúan mejor a los hombres, pero si me apetece cantarlos, lo hago.
- No me arrepiento de nada: he dsifrutado mucho haciendo lo que he hecho;
- No ha habido ningún papel que me haya dolido dejar.
Natalie Dessay (Lyon, 1965) inaugura mañana el ciclo Voces del Real. Regresa al coliseo madrileño siete años después del concierto centrado en el repertorio italiano y francés que en aquel momento defendía. En esta ocasión, la soprano, que tal y como siempre soñó ha cambiado desde hace dos años la escena operística por el teatro, ofrecerá, acompañada al piano por Philippe Cassard, el primero de una serie de recitales con obras de compositores románticos del siglo XIX, que posteriormente paseará por Londres y Viena para desembarcar el 11 de octubre en la Ópera Garnier de París. En la misma ciudad donde el pasado año triunfó debutando en otro registro interpretando en formato de musical Los Paraguas de Cherburgo, a partir de la aclamada película de Jacques Demy.
P. El hilo conductor en este mismo escenario en 2008 fueron las heroínas operísticas. ¿Cómo ha enfocado el concierto en esta ocasión?
R. El de ahora no tiene nada que ver con aquel. Quiero decir que no existe tal hilo conductor. Se trata simplemente de una serie de lieder de Schubert, Mendelssohn, Duparc y Liszt, que termina con cinco melodías sobre poemas de Victor Hugo.
P. Desde su óptica actual ¿incluiría entre aquellas “heroínas” a las cantantes de ópera?
R. No sabría bien cómo responder. Digamos que los músicos en general llevan una vidas muy interesantes, pero que no siempre son tan glamourosas y divertidas como la gente cree, porque implican mucho trabajo, muchos viajes, estando siempre al servicio de algo. Los cantantes, además, tenemos que estar muy pendientes de nuestra salud, que nos exige siempre un reposo adicional, por lo que nos obligamos a llevar una existencia que podríamos calificar de monacal. Al no apetecerme salir ni gustarme beber, me mantengo alejada de los festejos, por lo que prefiero pasar de todo eso. Además. hoy por hoy me atraen más otras cosas. Como descubrir nuevas formas de expresión, encaminándome más hacia el teatro. Eso es todo
P. Mencionó en algún momento las posibilidades que brindan las óperas románticas italianas para la salud vocal. ¿Le sirve esa música para preparar sus recitales?
R. No, no no. En estos momentos me muevo al margen de todo lo que tiene que ver con la ópera: no la canto, no la escucho… Estoy en otras cosas. Por eso me he centrado este tiempo en la canción, que está más cerca de la palabra, de la poesía, Y eso requiere un tipo de preparación que no tiene nada que ver con el mundo de la ópera.
P. Una parcela que usted ha confesado siempre amar
R. ¡Pero si el mundo de la melodía me resultaba ajeno hasta ahora!
P. Me refería al universo de la palabra
R. Eso si. Siempre he amado más la palabra. Desde que siendo una adolescente quise ser una cómica con aspiraciones a actriz. Por eso precisamente me formé en el canto: para poder interpretar personajes; no tanto para cantar. Y por eso también me siento tan contenta por encontrarme en el punto en el que estoy, porque puedo finalmente interpretar sin tener que cantar.
P. Alguna vez ya dijo que cantar para usted era un medio, no un fin
R. Y exactamente es así, por lo que, si puedo interpretar sin cantar, mejor que mejor.
P. ¿Supone mucho trabajo estructurar un recital como el que ofrece en Madrid?
R. Si. Es un trabajo enorme que absorbe mucho tiempo, porque es muy difícil componer un programa de estas características. Afortunadamente, cuento con la colaboración de Philippe Cassard con quien empecé a trabajar hace ahora cuatro años. A él le gusta organizar los contenidos. Disfruta, y al tiempo sabe explicar las razones. Aparte de que es un placer hacer música con él, que es un pianista realmente magnífico, un músico excepcional y una persona absolutamente deliciosa, con quien me siento encantada por el hecho de poder compartir muchas cosas que tenemos en común fuera del escenario.
P. En la ópera siempre buscaba la complicidad de los compañeros para vencer el miedo a la soledad. En el recital está sola. ¿O cuenta con aliados?
R. En este caso, me da la impresión de estar haciendo música compartida; no en soledad. Y se produce un placer muy particular desde el momento en que desaparecen los condicionantes de la puesta en escena y esas otras contrariedades ajenas a la música y al poema. De ese modo te puedes concentrar en los dos componentes de verdad esenciales.
P. En esas circunstancias, a la hora de expresarse ¿Puede sacar a la luz el animal escénico que todos han destacado de usted?
R. Si, pero de un modo diferente. Mientras que en la ópera y en el teatro disfruto explotando las posibilidades de la expresión corporal, como en un recital no es posible, me expreso sólo a través de la voz y la música. Y no me parece mal concentrarme en estos dos factores como forma de disciplina.
P. ¿Son distintas las sensaciones cuando siente próxima en la escena la presencia de otros, como Nauri, su esposo, o Dumaux, el contratenor con quien ha compartido conciertos de música barroca?
R. Por supuesto que hacer música en formato de cámara es muy agradable y me gusta mucho. Es por eso por lo que con frecuencia pido que incluyan en el programa otros cantantes o más músicos para compartir conmigo el concierto, que de ese modo me resulta más divertido y exquisito.
P. En un año tan redondo como este en el que llega al medio siglo de vida y se cumplen las bodas de plata de su début operístico ¿El balance es satisfactorio?
R. Yo no soy una persona de balances. Puedo decir, eso si, que no me arrepiento de nada; que he dsifrutado mucho haciendo lo que he hecho; que he encontrado a gente magnífica… Hasta que, simplemente, comenzó una nueva etapa en mi vida desde el momento en que me propuse indagar en otros territorios en los que pudiera seguir sorprendiéndome. Así surgieron como novedades la posibilidad del recital -algo en lo que no me había prodigado anteriorment, y la del teatro.
P. Como Piaff ha mencionado no me arrepiento de nada (Je ne regrettte rien).
R. Eso no quita que me haya dado pena el no haber podido cantar uno o dos papeles que me habrían apetecido. Pero en líneas generales, en ópera he hecho todo lo que podía hacer. Y me considero muy afortunada por ello. En cualquier caso, puedo decir que de aquello no echo nada en falta. Me siento muy aliviada y de verdad feliz por estar haciendo otras cosas.
P. Como la música brasileña
R. Sin ir más lejos. Incluso he grabado un disco con tres amigas: otras dos cantantes, Agnès Jaoui y Helena Noguerra y una guitarrista Liat Cohen. Ha sido una interesante experiencia que me ha permitido abordar un repertorio en el que no me había adentrado anteriormente. Es una música que me gusta mucho, aunque no tenga la pretensión de saber y poder cantarla, pero me lo pasaba muy bien descubriéndola cuando nos reuníamos para los conciertos en los que alternábamos música clásica de Brasil, como las Bachianas de Villa-Lobos con guitarra, además de temas populares.
P. Más o menos como en ese otro concierto con Laurent Nauri que hace unos meses se anunciaba como “no tan clásico”.
R. En ese caso concreto se trataba de una gala en el Théâtre des Champs-Elysées con fines benéficos en la que, en efecto, se entremezclaban todo tipo de géneros, desde la chanson de Piaff a la música clásica. Lo hicimos para recaudar fondos para una obra social de la que Laurent y yo somos respectivamente padrino y madrina. Se llama La chaîne de l’espoir (La cadena de la esperanza) y es una asociación empeñada fundamentalemente en proteger y favorecer la educación, construyendo escuelas, de niños desprotegidos del mundo que viven en chabolas.
P. Perdone si vuelvo a la ópera ¿Cuál fue el papel más doloroso a la hora de desprenderse?
R. No ha habido ningún papel que me haya dolido dejar. Ninguno. Lo que me costaba verdadero dolor era aprenderlos (risas).
P. En cualquier caso, aun canta arias barrocas de vez en cuando con Emmanuelle Haïm
R. Ya no. Hicimos algunos conciertos el año pasado en una pequeña gira con fragmentos del Giulio Cesare de Handel pero desde entonces no he vuelto a cantar con ella, porque debo reservar tiempo para el teatro. Me siento obligada, porque es mi compromiso.
P. Cantando Handel ¿No sintió la tentación de la vuelta?
R. En absoluto. Todo lo contrario.
P. ¿Alguien le ha intentado convencer para que lo hiciese?
Claro que me han propuesto cosas pero, como digo, ya he pasado página. Siempre tuve claro, aun antes de comenzar, que lo dejaría en torno a los 50 años, y he sido muy consciente de lo que dije al respecto. Repito que estoy muy-muy feliz de haber tomado esa decisión y de estar ahora haciendo otras cosas, y de verdad que de aquello no me falta ABSOLUTAMENTE NADA (lo recalca pausadamente). Yo no querría volver por nada en el mundo.
P. El pasado año cumplió con otro sueño interpretando en Le Châtelet de París Les parapluies de Cherbourg, esa música que sabemos de memoria a través de la película
R. Es algo curioso, porque el público de la sala se dividía entre los que la conocían de memoria y los que no sabían de qué iba aquello. No se daba el término medio. En cuanto a la experiencia, fue increíblemente satisfactoria para mí. Se ha hecho en Dvd y me produjo un enorme placer cantar el personaje en París a las órdenes del compositor de la banda sonora Michel Legrand, con quien acabo de hacer unos conciertos en Lima y en Rio de Janeiro. Y aun tenemos pendientes otros proyectos, incluyendo un disco.
P. Le cayó en suerte el papel de Madame Emery. ¿Habría preferido cantar el de la joven Geneviève?
R. No. Me lo propusieron y no quise aceptarlo. Ante todo, porque no tiene nada que ver su edad con la mía. Me habría parecido ridículo, así que dije que sería la madre de Geneviève.
P. Apuesta por la verosimilitud
R. Por una parte eso. Por otra, porque el papel de la madre me parece más interesante que el de Geneviève (rie) . Si hubiese tenido veinticinco años, lo habría hecho, pero tenía casi cincuenta…
P. ¿El lied no requiere una edad determinada al intérprete?
R. Así es, exactamente. Tienes sólo que saber elegir exactamente lo que quieres.
P. ¿Tampoco se organiza por sexos?
R. Igual que digo que no se precisa una edad determinada para cantarlos, en el caso del sexo es ditinto. Algunos lieder y ciertas melodías se adecúan mejor a los hombres, pero igualmente me apetece cantarlas y lo hago. Por ejemplo, Erlkönig. de Schubert, que siempre se lo he escuchado a hombres. Pero sé que algunas colegas mías lo han interpretado y yo he decidido incluirlo en el programa. O en el caso de algunas melodías de Duparc, en las que se tiende a considerar que los textos son más para un varón. Pero eso es algo que no me disuade a la hora de cantarlos.
P. ¿Habrá propina de Granados, a quien ha interpretado?
R. No. Prefiero no cantar en español en España. Creo que no sería lógico.
P. Su amor por Mozart ¿no le anima a confeccionar un programa con sus arias de concierto?
R. Voy a hacer uno en enero en la Philharmonie de París con Karine Deshayes, Laurent Nauri y una orquesta de cámara, que llevará una primera parte dedicada a Mozart y la segunda a Berlioz. Pero me da un poco de miedo, porque en alguna manera me da la impresión de estar volviendo a la ópera. Incluso siendo consciente de que se trata de un concierto. Voy a hacerlo, porque me he comprometido a ello, pero es algo en lo que no quiero insistir con mucha frecuencia.
P. Su miedo escénico en la ópera ¿Ha desaparecido como recitalista?
R. Ah, no, no…. Continúa siendo horrible para mí. Me gusta muchísimo la música y disfruto cantando, pero digamos que en la medida posible lo único que querría es hacer es teatro.
P. ¿Ahí si se encuentra segura?
R. No. Esa no es la cuestión. Pero ¿cómo decirlo?. En este momento es el espacio en el que quiero indagar, incluso si tengo miedo desde el momento en que no me considero una actriz profesional. Pero la sensación en este caso es como sentirme una aprendiz en la escena. Y eso es lo que me gusta.
Juan Antonio Llorente
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