Crítica: Navidad con Bach en la OCNE
Navidad con Bach en la OCNE
“Oratorio de Navidad” de Bach. Alicia Amo, Catriona Morison, Mauro Peter, Michael Nagy. Coro y Orquesta Nacional de España. Director: David Afkham. Auditorio Nacional. Madrid, 19 de diciembre de 2021.
Una crítica nunca puede ser objetiva. Puede comprobarse en la sección “Diálogos de besugos” en la web de mi amigo Beckmesser, cuando en ocasiones se comparan unos y otros comentarios a un mismo espectáculo. Depende, entre otras cosas, del estado de ánimo de quien las escribe. Por eso, reconozco que hoy puede haber en esta crítica más subjetividad de la habitual. El “Oratorio de Navidad” me recuerda cuando, en los primeros años ochenta, programaba por estas fechas en la desaparecida Radio “El País” cada una de sus seis cantatas en días sucesivos, tal y como hizo Bach cuando lo estrenó en 1735. Era entonces para mí una música muy alegre, no en vano lo es el tema y la propia música que su autor recuperó en buena parte de obras profanas previas. Pero las Navidades, con sus añoranzas, son algo triste para algunos de nosotros. De aquella época en la radio no quedan buenos amigos como Jesús Polanco, Pancho González o Javier Baviano y la audición de esta obra se impregna de melancolía, más si a su dirección le falta algo del pulso festivo, como sucede con la lectura de Afkham.
Hoy día ni se puede programar en seis días sucesivos cada una de las cantatas y difícilmente las seis juntas a causa de su duración. La OCNE ha seleccionado las tres primeras y su director ha planteado una versión personal con una veintena de atriles de cuerda y un coro de algo más de cuarenta voces, con la peculiaridad de emplear trompetas actuales y no de época, como ha elegido en ocasiones en partituras posteriores a ésta. ¿Un tributo al estupendo solista Manuel Blanco? Quizá. En cualquier caso es obra que se ha abordado desde muchos enfoques, desde el de Karl Richter -el que yo programaba- a los de Koopman, Harnoncourt, Gardiner, etc. Faltó alegría en varios momentos, como el impresionante coro inicial con las tres trompetas, aunque se recuperó el pulso más tarde. El problema fundamental fue la escasa presencia de la cuerda, que quedó con frecuencia difuminada frente al coro, maderas y metales. Se lució Blanco en su acompañamiento al aria del bajo Michael Nagy, poseedor de una voz sonora pero limitada en las coloraturas. También se lucieron las maderas -oboes y flauta- en sus diálogos con los solistas y el concertino en el acompañamiento a la maravillosa aria “Schließe, mein Herze” en la que, como ya había sucedido en su intervención inicial en la primera cantata, apenas se escuchó a la mezzo que cantó la parte de contralto sin tener los graves exigidos. Correctos soprano y tenor y el coro más atento al volumen que al detalle. Concluyo como empecé: la objetividad absoluta es imposible y al público le satisfizo más que a mí la versión ofrecida a tenor de sus ovaciones finales. Gonzalo Alonso
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