Navidades grises
Navidades grises
La culpa no es de la crisis, aunque sin duda ayude. Los culpables de pasar unas Navidades grises –¿se debe escribir en minúsculas o aún en mayúsculas?- somos nosotros. Nuestras Navidades han dejado de ser las “White Christmas ” de un Bing Crosby hoy casi olvidado. Se fueron aquellas melodías de Sinatra y King Cole, también las de Streisand o Dion, las de Ray Conniff y Los Carpenters, las de Ray Charles y Ella Fritgerald, hasta las de Gorme con los Panchos o el “Campanas sobre campanas” de la coral de turno. Y si los villancicos fáciles casi han desaparecido de nuestras Navidades, cómo no iban a hacerlo las muy sofisticadas canciones que grabaron Fischer Dieskau o Schwarzkopf, si ni se escuchan los maravillosos discos de Leontyne Price, Norman o Horne. Vamos… que ni los villancicos de los tres tenores. Obviamente más vale no hablar de la música sacra, banalizados los restos de su naufragio.
¿Qué está sucediendo con nuestra Navidad? ¿Se acuerdan de la mítica película “Qué bello es vivir”, que las televisiones programaban año tras año? Parece como si ya no fuese tan bello vivir y quizá no lo sea, pero al menos estos días traían más ilusiones que amarguras. ¿Acaso ya no queda nada de niños en nosotros?
¿Cuántos christmas hemos enviado este año? Ya no se estilan. Primero dejamos de escribirlos a mano para imprimir un texto que lo simulaba y bajo el cual estampábamos nuestra firma. Luego también llegamos a despersonalizar ésta y ahora tenemos emails y sms, que ahorran sobres y sellos. Algunos quedan que, en el colmo del laicismo, felicitan con un simple tarjetón de los de pedir o dar las gracias por favores.
Lo que hemos vivido se ha convertido en historia que, todo lo más, podemos revivirla en series como “Cuentame”. Nuestras tradiciones se vienen abajo sin que nos demos cuenta y sin que siquiera nos haya dado tiempo a construir alternativas. Otros vendrán que, fieles a sus creencias, nos harán comulgar con ellas en vez de con hostias. Este es el mundo que, según algunos, estamos construyendo y los que discrepen son unos meros retrógados aguareros.
Menos mal que ante mí tengo los enormes ojos de Sophia Loren, protagonizando “La caída del imperio romano”. ¿A quién de esa cadena no cristiana y por qué se le habrá ocurrido emitirla? Gonzalo Alonso
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