Ni chicha, ni limoná
Ciclo “Grandes Cantantes” del Teatro Real
Ni chicha, ni limoná
Obras de Dukas, Ravel y Schönberg. Deborah Polaski. Orquesta Titular del Teatro Real. Sylvain Cambreling, director. Teatro Real, 4 de marzo.
Pocas veces, si alguna, se ha presenciado más vacío el Teatro Real desde su reapertura y el hecho ha de ser meditado, no vaya a ser que suponga un indeseable preludio de tiempos futuros. Con alrededor del setenta por ciento de ocupación, casi en familia en el patio de butacas, se presentaron Deborah Polaski y Sylvain Cambreling. El público reaccionó con más calor que entusiasmo y sin duda gracias al renombre de la soprano, lo que no permitió ni una propina en uno de los conciertos más breves a los que he asistido, apenas noventa minutos incluido el descanso. ¿Qué ha fallado?
Fundamentalmente el programa. Supone un sin sentido toda una primera parte meramente sinfónica en un concierto que se ofrece dentro de un ciclo de “Grandes Voces”. Lo lógico hubiera sido incluir alguna obra, por modesta que fuera, en la que la artista también hubiese podido cantar. Como segunda causa queda posiblemente el repertorio, poco atractivo para el gran público.
Para Deborah Polaski (Wisconsin, 1949) han pasado los años de mayor brillantez y hoy asume un repertorio que evita los registros agudos, moderando con mucha cautela unos fortes en los que se percibe el trascurso del tiempo. “Erwartung” es obra que se adecua muy bien a esta etapa de su carrera, sobre todo si se enfoca desde la forma intimista en la que lo hizo. Pierde nervio, pero gana coherencia vocal. Fue correctamente acompañada por Sylvain Cambreling, quien iba a ser batuta destacada de esta nueva etapa del Real, pero que ya no lo será tanto debido al par de orquestas que recientemente le han llegado del cielo. Suerte para él y quizá para alguien más a tenor de las correctas pero insípidas lecturas que ofreció en la primera parte del preludio del acto III de “Ariadne et Barbe-Bleue” de Dukas y “Ma mère l’oye” de Ravel, obra que escuchamos hace bien poco en el Auditorio Nacional a Yannick Nézet-Séguin con la London Philharmonic en una versión de muchos mayores quilates y matización. Gonzalo Alonso
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