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Por Publicado el: 22/10/2016Categorías: En vivo

Norma en el Real: ¿Qué fue del bel canto?

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“Norma” en el Teatro Real

¿Qué fue del bel canto?

“Norma” de Bellini. Orquesta y Coro titulares del Teatro Real. D.Livermore, dirección escénica. R.Abbado, dirección musical.

G.Kunde, M.Pertusi, M.Agresta, K.Deshayes, M.Miró, A.Lozano. 20 de octubre.

R.Arónica, S.Orfila, A.Meade, V.Simeoni, M.Miró. A.Lozano. 21 de octubre de 2016.

Creo que lo que más aprecian ustedes es mi claridad, al margen de que compartan o no mis opiniones. Por ello seré muy clarito. El Real no tiene por qué buscar atención con medias verdades de hechos irreales, porque tiene muchos reales en los que apoyar un buen hacer. Por ejemplo el ser la ópera con menos aportaciones públicas de nuestro entorno. “Norma”, a pesar de lo declarado, se ha escuchado en el Real en 1971 y se ha visto en la Zarzuela en 1978, por tanto no hace 102 años. Empiezo por aquí porque necesariamente aquellas dos ocasiones condicionan las presentes para quienes allí estuvimos. En ambas cantó Caballé, en su mejor momento en la primera, vivida por quien firma, entonces joven, de rodillas en un lateral del último piso con auténtico embeleso. Jamás he vuelto a escuchar una Norma igual. En la segunda compartió escena nada menos que con Cossotto, Lavirgen y Vinco.

“Norma” es ante todo bel canto en las voces y en la orquesta. Todo lo demás es secundario. La forma en que un director empieza a dirigir “Casta diva” determina toda la obra. Esos compases orquestales han de introducirnos en la evocación, la intimidad, la sugerencia, la reposada y etérea belleza de la melodía belliniana en la que se inspire la soprano para cantar una de las páginas más célebres y también maltratadas de la historia. El coro ha de insinuar. Roberto Abbado empezó con volumen excesivo y sosamente languidecida. Justo lo contrario de lo preciso. Maria Agresta, muy voluntariosa toda la noche, pasó desapercibida para, luego en la intrincada cabaleta, intentar en vano disimular las carencias. Minutos antes el tantas veces admirado Gregory Kunde cantó sufriendo la página inicial de Pollione, forzado, cansado, nada belcantista y el Oroveso de Pertusi no pasaba de una rutinaria contundencia. Katerine Deshayes, ni mezzo ni soprano, elevó el nivel y el dúo “Mira o Norma” fue la más -¿lo único?- inspirado de la representación. En el segundo reparto estuvo muy correcto Roberto Arónica, valiente en el agudo, no siempre afinado, pero en forma y más en línea. Se eligió otra Adalgisa ligera, Verónica Simeoni, superior en escena pero inferior vocalmente a Deshayes. Simón Orfila no es bajo el bajo profundo de Oroveso.

https://youtu.be/cZ4BjID_IsU

Según cuenta Caballé, pidió consejo a Callas antes de cantar Norma y ella le respondió que probase a cantar el trío y éste le diría si podía ser Norma o no. Agresta no pudo con él. Sí pudo en cambio Angela Meade, plena de poderío en todos los sentidos, dando las notas, si bien sin excesiva finura y emotividad.

La partitura les viene grande a algunas de estas voces, pero no crean que van a encontrar por ahí repartos mejores. Seamos conscientes de todo: hay lo que hay. Queda Mariela Devia que, pese a sus años, aún podrá dar una lección el día 30 con la que recordar lo que es el belcantismo, aunque le falte fuerza al personaje. (Aquí la crítica a su Norma en Valencia)

Davide Livermore fue contratado por Helga Schmidt porque vio en él inteligencia para diseñar escenas eficaces y baratas. Desconozco cuanto habrán aportado Bilbao y Madrid a esta coproducción con Valencia. Me dicen que sólo Livermore ha cobrado ya cincuenta mil euros en Madrid, casi lo mismo que su salario anual en Valencia, donde tiene dedicación exclusiva por contrato. Me dicen que no ha estado en Valencia y menos de una semana en Madrid, donde ha dejado a un secundario la mayor parte del trabajo, mientras él viajó a Taiwan al “Rheingold” allí de la Fura allí cedido y para “colocar” alguna producción propia. No me sorprendería porque estos son los tiempos que vivimos. Su “Norma” presenta una escena oscura con cilindros verticales simulando un bosque con una inmenso árbol en primer término que hace las veces de altar, casa de la sacerdotisa y pira final. Un suelo reflectante y multitud de vacuas proyecciones completan una propuesta que gustará a unos y parecerá que satura a otros. Cumple pero se aúna con la dirección orquestal en la falta de creación del ambiente que la partitura belliniana exige. Una “Norma” sin chispa y emoción, tan prescindible en principio en su conjunto como la reciente londinense, pero como “Norma” son las voces finalmente se produjo el milagro. En el primer acto del primer reparto no apareció Bellini, en el segundo acto del ese cast se dejó sentir y en el mismo acto del segundo reparto por fin llegó con Meade y Arónica, ayudados por una concertación más cuidada. Gonzalo Alonso

https://youtu.be/8MfUsCP6d3U

https://youtu.be/ln5aex-wQP0

https://youtu.be/i-OwIFDXo4Q

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