Nucci y Barenboim, dos ejemplos
Dos ejemplos
En estos últimos días hemos tenido ocasión de disfrutar con dos grandes artistas: Leo Nucci y Daniel Barenboim. Cierto es que son muchas las cosas que les diferencian, empezando porque uno es tenor y el otro pianista-director, pero también que son más las que comparten que las que les separan.
Leo Nucci (Bolonia, 1942) nunca poseyó una voz especialmente bella e incluso en sus principios deambulaba entre las cuerdas de tenor y barítono aunque el instrumento, de sólido caudal, se fue ensanchando y agravando con el tiempo. Sin embargo siempre tuvo dos cualidades fundamentales: su musicalidad y el ser un auténtico artista muy expresivo sobre un escenario. Por eso su “Rigoletto” emocionó a todos el pasado año y por eso se ha alzado en su reciente concierto con uno de los mayores triunfos del Real. Decía la esposa de Carlo Bergonzi “¿Qué hubiera sido mi marido si llega a tener una voz bonita?”. Algo similar podría decir Adriana Anelli, la notable soprano que abandonó su carrera por él.
Daniel Barenboim (Buenos Aires, 1942), que acaba de tocar y dirigir en Madrid y Granada, nunca fue un pianista de los calificados como “técnicos”, al estilo de Pollini, sino que su mundo se haya más próximo al de un Arthur Rubinstein, el mundo de un piano que canta. La belleza del sonido, el fraseo en los pasajes lentos y la honda expresión son cualidades por las que el tiempo no puede pasar y las que le hacen aún hoy un pianista de referencia. Otro tanto cabría apuntar de su faceta como director, porque Barenboim es ante todo un músico artista.
Ambos tienen la misma edad y ambos han conseguido ser no sólo admirados, sino auténticamente queridos por el público. Lo curioso es que en 2010 todavía reinen en sus campos dos artistas de casi setenta años. ¿Qué artistas jóvenes pueden aspirar al trono de ambos reyes?
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