O de cómo tratar de engañar al personal
Dice el Ministerio de Cultura que se han acabado los nombramientos a dedo y el propio ministro aclara “es toda una novedad. Desde ahora no serán los ministros, sino el propio mundo de la cultura quien rija sus propios lugares” y, para redondearlo, el señor Marset añade “en España tenemos un déficit democrático en los procedimientos y la participación de los sectores en la Administración. Hay que buscar sistemas más abiertos, como éste”. Y uno se pregunta si eso es lo que se ha hecho con el propio Marset para el INAEM o en la Biblioteca Nacional o en…. Pero es que miren, se podrán nombrar gestores a través de un concurso y todo parecerá muy democrático…. salvo que el concurso lo falle una comisión nombrada por amigos. Vamos, como la supuestamente creada para el Auditorio Nacional, con los amigos de Marset o compañeros de su revista cultural o coautores de óperas. Y, además, ¿acaso una figura con reputación se va a presentar a uno de estos simulacros de concurso? ¿Se imaginan a Cesar Wohnenburger o a Juan Angel Vela del Campo, por poner dos ejemplos de personas a quienes A DEDO se habían ofrecido cargos, presentándose a un concurso para aquellos cargos que les ofrecieron? El tema es una vez más absolutamente impresentable y además supone una total pérdida de tiempo y dinero.
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