Obituario de Rafaél Castejón
Prácticamente toda su carrera de actor la dedicó a nuestro género lírico
El Diccionario de la Real Academia Española define «característico» como «Dicho de una cualidad: que da carácter o sirve para distinguir a alguien o algo de sus semejantes». En el teatro, un característico es un actor que interpreta los personajes mayores. A Rafael Castejón, el gran característico de la zarzuela en las últimas décadas, le cuadraba también la definición de la RAE, porque era un intérprete singularísimo, con una manera de decir, cantar y desenvolverse absolutamente personales y particulares. Lo demostró en decenas de títulos y personajes, desde Don Hilarión a Candelas. Rafael Castejón ha muerto apenas un mes después de que lo hiciera su esposa y compañera durante sesenta años, Pepa Rosado, actriz también como él. Se puede morir de pena. Llevaban el teatro y, más concretamente, nuestro género lírico en la sangre, y sus tres hijos lo han heredado: Jesús es un reconocido actor y director, que ha desarrollado una fecunda carrera en la zarzuela; Rafa, también actor, ha encaminado sus pasos hacia el teatro clásico, y Nuria es una notable bailarina y coreógrafa.
Rafael Castejón nació en Barcelona el 8 de enero de 1932. Era descendiente de la familia Gorgé, cuyo más destacado miembro fue el bajo valenciano Pablo Gorgé. Castejón se trasladó a Alicante, donde empezaría su labor artística en el cuadro de actores de Radio Alicante; en la misma ciudad inició su idilio con la zarzuela dentro del grupo lírico.
En el año 1953 se estableció en Madrid con la idea de convertirse en profesional. Antes había estado unos años trabajando en distintas compañías en sus giras.
En el teatro Fuencarral, de la mano del actor y empresario Adrián Ortega, debutó en 1953 Rafael Castejón en Madrid. Fue con la obra «Las mentirosas», del maestroFernando Moraleda. Durante años formó parte de diversas compañías, alternando zarzuelas, revistas y comedias, y trabajando con directores como José Tamayo, José Osuna y Angel Fernández Montesinos. Allí fue madurando su talento y fue consolidándose como un notable actor, de exquisita musicalidad, y gran cercanía y sentido del humor. Su bonhomía le hizo granjearse la simpatía de sus compañeros de reparto y sus directores.
De la mano de Tamayo llegó a mediados de los setenta al teatro de La Zarzuela, y en la Compañía Lírica Nacional participó en títulos como «El rey que rabió», «La rosa del azafrán», «La del Soto del Parral», «La marcha de Cádiz», «Alma de Dios» o en el estreno absoluto de «Los vagabundos», de Manuel Moreno Buendía. Durante los años siguientes estuvo en prácticamente todos los repartos de los títulos programados en el teatro de La Zarzuela. A principios de los años noventa, grabó el papel de Don Hilarión en la zarzuela «La verbena de La Paloma», junto a Plácido Domingo y María Bayo. En 2008, en un montaje de «La leyenda del beso», fue dirigido por su hijo Jesús. La coreografía era de su hija Nuria y en el reparto estaban su mujer, Pepa Rosado, y su tercer hijo, Rafa. Julio Bravo. ABC 17/04/2014
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