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Por Publicado el: 25/11/2008Categorías: En la prensa

Obituario de Richard Hickox, baluarte de la música británica

Richard Hickox, baluarte de la música británica
JUSTO ROMERO

A pesar de ser un director de orquesta bien conocido por los melómanos, la figura de Richard Hickox sólo fue verdaderamente apreciada en el ámbito anglosajón, donde gozó de enorme prestigio y hasta de cierta popularidad. Hickox falleció el domingo víctima de un ataque al corazón, con sólo 60 años. En la plenitud de una carrera marcada siempre por la versatilidad. Era un maestro que igual grababa una fabulosa Alcina de Händel o una Incoronazione di Poppea de Monteverdi que la integral de las sinfonías de su paisano Vaughan Williams o el Réquiem de guerra de Britten.

Su temprana muerte ha sido absolutamente inesperada y ha sorprendido a todos. Estos días preparaba los ensayos de una nueva producción de la ópera Riders to the Sea, de Ralph Vaughan Williams, cuyo estreno está programado en la English National Opera londinense mañana jueves. La ENO ha decidido no cancelar las representaciones, y en el estreno la batuta insustituible de Richard Hickox va a ser reemplazada por Edward Gardner.

Richard Hickox ultimaba estos días la grabación de un cedé en la Brangywn Hall Swansea, de Cardiff. “El domingo, cuando estábamos trabajando en el montaje del disco, se indispuso. Dijo que se encontraba mal y se marchó al hotel”, explicaba compungido el lunes David Murray, director de la Orquesta Nacional y del Coro de la BBC de Gales. Poco después, Richard Hickox fallecía en la habitación del hotel.

Su carrera fue fulgurante. Apenas concluidos los estudios de órgano en Cambridge y los de dirección de orquesta en la Royal Academy of Music de Londres fundó una orquesta y un coro propios (la City of London Sinfonia y el coro Richard Hickox Singers), con los que alcanzó notoriedad en los cosmopolitas ambientes musicales de la capital británica. En 1971 se convirtió en el músico más joven en dirigir un concierto en los célebres Proms londinenses.

Sus pinitos fueron en la música barroca, género del que puede considerarse pionero en el resurgimiento que experimentó en los años setenta del siglo pasado. En 1976 fue nombrado director del coro de la Sinfónica de Londres, orquesta de la que posteriormente se convertiría en principal director asociado. Más tarde fue director artístico de la Northern Sinfonia, de Newcastle, y principal director invitado de la orquesta de la Radio Holandesa, entre 1980 y 1984. También dirigió durante dos temporadas (1883 y 1884) la Sinfónica de San Diego (Estados Unidos), y se puso en repetidas ocasiones al frente de otras orquestas estadounidenses, como las sinfónicas de San Francisco, Detroit y Houston.

Su batuta también era frecuente en los podios de las mejores orquestas británicas, como las diferentes formaciones de la BBC o la Sinfónica de Londres, donde su presencia era especialmente apreciada. También en las filarmónicas de Oslo, Rotterdam, Estocolmo y Turku (Finlandia), así como en el Mozarteum de Salzburgo y la Orquesta de la Suisse Romande (Ginebra). Su presencia era también habitual en las óperas de Viena, Colonia, Los Ángeles y Washington, entre otras.

Durante cinco años fue el máximo responsable del Festival de Spoleto (Italia), donde dirigió producciones de El cónsul, de Menotti; El caballero de la rosa, de Strauss, y La zorrita astuta, de Janáček. Debutó en la English National Opera en 1979, y en 1985 en el Covent Garden, con La flauta mágica de Mozart. En este mismo año cosechó un rotundo éxito internacional con su novedosa versión de Alcina, de Händel, que le consolidó como uno de los nuevos valores de la interpretación barroca.

Sin embargo, el talante versátil de Hickox hizo que renunciara a la especialización y continuara su carrera en muy diversos territorios estéticos. Las músicas de Elgar y Holst; los oratorios y misas de Haydn; las sinfonías de Beethoven o Vaughan Williams, así como las composiciones sinfónicas u operísticas de Delius, Grainger o Britten encontraron siempre en la batuta inteligente de Hickox un perfecto aliado.

En el recuerdo quedan sus versiones incandescentes de óperas como Peter Grimes o El sueño de una noche de verano. En 2005 fue nombrado fue nombrado director musical de la Ópera de Australia, puesto que no le impidió seguir desarrollando una enorme actividad en el resto del mundo y en su propio país. Este mismo año había dirigido en Londres el ciclo completo de las nueve sinfonías de su admirado Ralph Vaughan Williams.

A lo largo de su ahora truncada carrera realizó más de 300 grabaciones discográficas de muy diversos géneros, pero con especial incidencia en los universos de la música barroca y británica. Sus registros discográficos fueron distinguidos con numerosos premios, entre ellos, el “Disco del año” de la revista Gramophone, en 2001, por su grabación, al frente de la Sinfónica de Londres, de la versión original de la Segunda sinfonía de Vaughan Williams.

Su última grabación, inédita y que acababa de realizar en Cardiff, es la Sinfonía Coral de Holst. Escuchar este registro póstumo será el mejor reencuentro con este músico honorable y completo, casado con la contralto Pamela Helen Stephen, con la que tuvo tres hijos. Hoy miércoles, se celebra un responso en su honor, en el Queens’ College, de Cambridge, con interpretaciones musicales dirigidas por David Willcocks.

Richard Hickox, director de orquesta, nació el 5 de marzo de 1948, en Stokenchurch, Bucks (Inglaterra), y falleció el 23 de noviembre de 2008, en Cardiff (Gales), con 60 años.

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